PERFUME

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Lo rodee cariñosamente mientras el empezaba a besar con delicadeza mi rostro, se bajo con cuidado de mi, se recostó a mi lado y me recostó en su pecho.
El empezó a acariciar con su dedo índice mi pierna en su extensión, mientras que yo jugaba con los dedos de su mano libre. Ambos en silencio. Y ambos podíamos escuchar con claridad todo lo que pasaba a nuestro alrededor.
Los comentarios de las personas que transitaban las recurridas calles de Phoenix. Habíamos llegado hace dos noches, y desde entonces no habíamos salido. Esta era solo una pasada, pero quien sabe cuanto nos quedaríamos.
Esme estaba con nosotros hace mas o menos año y medio y su relación con Carlisle era algo que había surgido con la mayor de las naturalidades, algo simple, como respirar. Su reacción al conocimiento de nuestra naturaleza, fue positivo, por lo menos no salió corriendo gritando que estábamos locos.
-¿no estas asustada? -le había preguntado Edward.
-¿Cómo estarlo?... -le respondió -sentí mis heridas, y como la sangre abandonaba mi cuerpo, iba a morir. Lo que me ha contado Carlisle es la única explicación coherente para todo esto.
Con aquella respuesta se gano una sonrisa de parte de los tres.
Y luego resulto que se entendió de maravilla con Carlisle, como esperaba. Y hace exactamente dos meses habían descubierto por primera vez el amor entre los dos. Me refiero al amor físico. Ahora ellos no podían abandonar el cuarto de la habitación de este hotel.
Y quizás para algunos podría llegar a sonar extraño, pero tanto Edward como yo nos sentíamos cómodos escuchando sus exclamaciones de amor. No nos sorprendía, ni escandalizaba. Éramos una familia, y al vivir en parejas esto era algo bastante común.
-¿algún día podremos dejar este hotel? -dijo Edward sonriendo cerca de mi oreja. Su risa creció al escuchar como un mueble se rompía desde su habitación. Si hubiera podido ya estaría roja.
No pude evitar poner mis manos en mi cara, como intentando cubrir el sonrojo. Un gesto demasiado humano.
Quizás si nos resultaba un poco vergonzosa la situación, pero ellos también Vivian lo mismo en cuanto a nosotros, excepto que Edward y yo nos controlábamos. En mi otra vida, Edward me enseño, y ahora yo le había enseñado.
-quizás salgamos de este hotel... y cuando lo hagamos tendremos que pagar mucho por los muebles, y eso sin contar las explicaciones de ¿por que los muebles están rotos?
-hum... -gimió mientras me llevaba mas cerca de su pecho, de manera que nuestras narices se rosaban -no me importaría quedarme mas tiempo encerrado aquí... si es contigo -dijo antes de robarme un pequeño beso
Me reí y lo rodee de nuevo, nuestros cuerpos rosándose, y sintiendo el cálido aliento del otro no pudimos evitar que las cosas empezaran otra vez entre los dos. Trayéndonos así una larga noche por delante.

Corría el año de 1832 y nosotros acabamos de llegar a Rochester nueva york. Aun estando rodeada en el abrazo de Edward me sentí incomoda. Las mudanzas seguían sin ser de mi agrado. Pero a estas alturas estaba demasiado acostumbrada a las mismas.
Mi mente rondaba silenciosamente la situación que había vivido hace algunos días en el bosque, había tenido la impresión de que alguien me observaba. Al escuchar como una rama se quebraba, no pude evitar empezar a perseguir a aquel ser.
Sabía que era un vampiro por su velocidad, y por aquel perfume dulzón que desprendía. No era la primera vez que lo percibía y sabia no era la ultima.
Ahora nos mudábamos de nuevo y estaba segura de que no pasaría mucho tiempo antes de volver a percibir aquel aroma.
Carlisle había estado empleado en nueva jersey, hasta que el hospital lo trasladaron a este sitio, y Carlisle como uno de sus mejores médicos, le ofrecieron este nuevo puesto.
Ninguno se opuso ya que Rochester nos ofrecía muchos beneficios, entre ellos, pocos días soleados. Ya que me desesperaba estar dentro de la casa.
Éramos la comidilla de aquella localidad. Se preguntaban si éramos hijos de aquella joven pareja de esposo, y por la forma en la que habían visto a Edward rodearme, habían empezado a pensar en las más locas historias. Y una que otra que no estaba del todo equivocada. Aunque ellos no debían saberlo.
La nueva casa era de aproximados tres pisos, y ya estaba cansada de hacer el papel de decoradora, y ahora dejaba que Esme lo hiciera.
-bella querida... -me llamo ella desde el segundo piso, corrí a velocidad vampírica a su encuentro. La habitación a la que entre era tres veces mas grande que muchas de los cuartos de la casa. Pero lo que más me gusto era lo que Esme había hecho,
-¡se ve perfecto! -exclame alegre mientras veía como había arreglado la pintura de la familia, y todo en aquel sitio. Esme me comprendía mejor que nadie, ella había perdido a su bebe, al igual que yo.
¿Cuántas noches habíamos llorado en silencio juntas?
A estas alturas, ya había perdido la cuenta. Ambas en silencio entendiendo cada uno de nuestros sollozos. Eran momentos en los que en verdad agradecía su compañía. Además al día siguiente era divertido ver la cara de Edward y Carlisle.
Ambos se preocupaban demasiado, era divertido y daba ternura a la vez. ¿Se podía amar más a esos hombres?
Si, definitivamente. Eran adorables, los dos.
-tus pinturas las colocare junto a la ventana que da al jardín...tendrás mas inspiración, y el piano estará por aquí... por la acústica... ¿crees que le guste a Edward?
-creo que le va a encantar... gracias Esme... -le dije antes de darle un delicado beso en la mejilla.
El sonido del timbre hiso que todos saliéramos de nuestros propios momento y pensamientos. Fue Edward el que se acerco a abrir la puerta.
-¡buenas tardes! -saludo un señor de aparentes cincuenta, de baja estatura. No paso desapercibida la forma en la que veía a Edward de arriba abajo, analizándolo.
-¡buenas tardes! ¿En que puedo ayudarle? -pregunto mi adorado esposo en aquel tono calmado y cortes.
-¡Edward! ¿Quien es? -pregunto Carlisle, que en aquel momento aparecía en la puerta
Aquel hombre no era más que un vecino curioso, por lo que Esme y yo dejamos de prestar atención después de un rato. Ella se sentó en el sofá y empezó a dibujar. Yo por mi parte me senté frente a un lienzo y empecé a dar vida a un hermoso paisaje y como un regalo dibuje en medio de aquel hermoso panorama a Esme.
Se lo daría a ellos en su próximo aniversario, seguro les gustara.
Con el tiempo la gente se fue acostumbrando a nuestra presencia. Edward pasaba como el hermano de Esme, y yo seguía siendo la sobrina de Carlisle. Los vecinos y conocidos decían que debían de tener cuidado con dos jóvenes dentro de la casa, las malas intenciones que ocultaban sus comentarios, para nosotros eran claras, pero Esme y Carlisle siempre les respondían de forma amable.
Podía verlos desde mi posición sonriendo amablemente y físicamente incómodos. Esme se apretaba al brazo de Carlisle, y el movía su pie ligeramente contra el linóleo de aquel gran salón. Me reí delicadamente.
-no deberías hacerlos molestar... después querrán vengarse -me dijo Edward cerca de mi oído, le sonreí.
-probablemente, pero no me vas a decir que no es divertido -el volteo a ver a Carlisle tan tenso y a Esme a punto de romperle los huesos del brazo, por el apretón y el tampoco pudo evitar reír.
-te lo dije... -solté animada, antes de que ambos soltáramos unas ligeras carcajadas. Muchos se voltearon a vernos, pero no preste atención.
Pasados unos segundos Edward bufo.
-¿Qué pasa mi amor? -le pregunte en un tono bajo, solo para que el me escuchara.
-estoy harto de escucharla...es demasiado molesta -soltó y no lo entendí -sus pensamientos son en mayoría egoístas y superficiales...es tan ególatra que me desespera... en momentos como estos desearía dejar de leer las mentes -me conto y su expresión era increíblemente amargada.
Levante la mano y estire con cuidado las líneas de expresión de su frente, y con mi otro dedo suavice la línea de su labio superior.
-¿de quien hablas? -le pregunte calmada, y el hiso un gesto ligero con su cabeza. Seguí con cuidado aquel movimiento y deje de moverme.
Ahí, en quietud, a unos cinco metros de distancia estaba ella. Con aquel rubio cabello cayendo en risos, su figura delgada. Y enmarcada por su apretado vestido, su rostro pálido perfectamente maquillado. Aun humana era despampanante.
-Rosalie... -dije y Edward me vio con una expresión indescifrable. Como si algo en mi tono le hubiera sorprendido.
-¿la conoces? -me pregunto y lo vi sin comprender por unos momentos. Luego entendí que jamás le había dicho sus nombres. Pero si le había enseñado sus imágenes, así que el debía reconocerla.
-amor recuerda que ya te presente a Rosalie... solo que no espere encontrarla aquí... soy descuidada -afirme.
El se volteo y se la quedo viendo, de reojo me di cuenta de que Rosalie parecía complacida por el escrutinio de Edward. Pero luego mi esposo bufo, y el rostro de Rose se convirtió en una mascara de ira pura.
-dime que ella... -escupió -no es la mujer del cuadro -soltó y yo asentí, gruño. Y yo no pude evitar reír.
-¡Edward! -lo regañe, mientras reía un poco mas.
-es desagradable... -fue lo único que dijo en aquel tono bajo de voz.
La volví a ver y note que ella me veía enfurecida, pero yo solo le sonreí de forma amable. Ella pareció confundida, pero me correspondía la sonrisa de la mejor manera de la que fue capaz.
Yo no podría odiar a Rosalie Hale, jamás. Para mi ella siempre seria la única que me apoyo desde el principio, sin importar sus razones. Para mí, ella era la única que había querido a Reneesme desde el principio, al igual que yo. La hermana de Edward, la tía de mi hija, mi cuñada.
Rosalie para mi era mi hermana. Sin importar nada más.
-hum... de pronto a dejado de pensar que eres una falsa, idiota, presumida, ¡ja!...el ladrón juzga por su condición -cito Edward
-¿ahora que piensa? -le pregunte curiosa
-cree que tienes la sonrisa mas sincera que ha visto alguna vez, parecida a la de su amiga Vera...
Volví a sonreír y desde su posición ella me correspondía de nuevo. Le conté a Esme mas tarde y ella se puso mas feliz que de costumbre. Les conté la forma en la que ella había llegado a nuestra familia. Y Esme y Edward que no sabían nada se sintieron asqueados y molestos con Royce King, incluso antes de conocerlo.
Carlisle prometió que desde ahora empezaría a volver del trabajo mas temprano, solo por evitar que aquellos malditos le hicieran daño. No importaba nada más que eso. Si ella no era de la familia no seria lo mismo, pero de todos modos ella no quiso nunca esta vida.
Y era su oportunidad para ser madre, y eso era lo que ella siempre había añorado.
Los días siguieron transcurriendo y las cosas se volvieron a poner extrañas.
Cada vez sentía que alguien se acercaba más y más a mí. Y es que ahora percibía con mas frecuencia, aquel perfume. Y ahora era mas frecuente, alguien, un vampiro estaba cerca.
No se lo había dicho a nadie de mi familia, no quería angustiarlos, quizás solo era mi imaginación, trate de consolarme.
No, en el fondo, sabia que no era nada creado por mi subconsciente, desde Columbus he percibido ese perfume. De eso hace años, y ahora era más fuerte. Lo sentí en la plaza, en la acera de mi propia calle. En las fiestas, en todas partes.
Solo que no sabia quien era, y a al mismo tiempo estaba segura de que ese aroma ya lo había percibido con anterioridad, solo que, no sabia donde...

Isabella CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora