Respire profundamente esperando percibir de nuevo aquel aroma. Lo había percibido hace más o menos dos horas, a la salida del bosque y desde entonces e estado tratando de encontrar el dueño de aquel perfume vampírico. Pero no puedo.
¿Será que ese vampiro tiene algún tipo de don que no me permite hallarlo?
Fruncí el ceño profundamente antes de empezar mi carrera de vuelta a la casa Denali. Hace unos meses que habíamos llegado a este sitio. Tanya, Kate e Irina estaban alegres de encontrar vampiros que compartieran sus mismos hábitos alimenticios. Y a mi me agradaba ver a Carlisle feliz.
Pero estaba ansiosa de largarme de este sitio. Las miradas que Tanya le lanzaba a Edward aun sabiendo que era mi pareja, eran demasiado para mi. Los celos los tenia a flor de piel, y cada vez que la veía me daban ganas de lanzarme sobre ella, para hacerle saber que Edward es mío. Pero no debía hacerlo, no estaría bien.
Al llegar al prado en el que se encontraba la casa Denali, baje la velocidad y empecé a caminar a el lento paso humano.
Era una especie de cabaña de dos pisos, bastante grande. Rodeada por vegetación y a unos metros un pequeño lago. Abrí la puerta de la casa y sonreí ampliamente al encontrar a un pequeño rubio gateando por el piso de la sala.
-ah...Renato ¿Qué haces en el suelo? -pregunte sin esperar respuesta. Me dirigí hacia el, y lo alce en vilo. El pequeño lanzo una carcajada de alegría, y puso sus manitas en mi cara. Yo por mi parte me dedique a darle besitos en las mejillas.
Nunca me gustaron en si los niños, pero este pequeño era una excepción. Imposible no caer ante los encantos de Renato. Era tan limpio, sonriente, adorable.
Este niño hermoso, se ganaba el corazón de todas las vampiresas que lo conocían, y es que era encantador, además el había empezado a ser criado en un ambiente vampírico, por lo que no le incomodaba nuestro tacto y en un futuro el consideraría lo que nosotros hacemos, como algo perfectamente normal.
-amor... -llamo Edward que en ese momento venia bajando las escaleras en compañía de Tanya. ¡Que sorpresa!, por favor nótese el sarcasmo.
-bella... ¡que alegría que hallas llegado! -dijo con una sonrisa que en mi opinión fue bastante falsa. De nuevo me dieron ganas de arrojarme a su cuello. Apreté al niño.
Tanya siempre fue amable, por lo menos en mi otra existencia. Aunque en el fondo supe que ella siempre hubiera querido a mi Edward para ella, pero estaba resignada. Pero ahora acaba de conocerlo y supongo que ella pensaba que con esfuerzo lograría su cometido.
Si, y ella pensaba que yo lo permitiría.
-no me fui por mucho... -dije mientras acomodaba mejor al niño en mis brazos
-ahora mismo le había propuesto a Edward salir a cazar... -dijo sonriente -estas bastante ansioso... ¿No Edward? -pregunto, y mi esposo le frunció el ceño.
-si... yo no he cazado tampoco... y después de todo mañana nos vamos... creo que iré con ustedes... -anuncie y Edward me sonrió, antes de darme un delicado beso en la comisura de los labios.
-de acuerdo... -soltó una Tanya menos animada.
-¡Renato! -Soltó Rosalie mientras caminaba directo a nosotros -¿Cómo te has salido de tu cuna? -pregunto mientras tomaba al pequeño en sus brazos.
-bien vamos... se hace tarde -apresuró Tanya mientras salía de la casa. Edward me lanzó una última mirada y empezó a caminar detrás de ella.
-apresúrate... no me agrada Edward... pero tu si, así que ve y defiende lo que es tuyo -insto Rosalie, mientras se daba la vuelta y volvía a las habitaciones.
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Isabella Cullen
FanfictionUna vida, una familia, un esposo, una hija. Una existencia perdida Eso era yo, lo poco que quedaba de una mujer que se vio realizada y feliz. ¿Acaso era justo lo que me había pasado? ¿Que fue aquello tan malo que hice? ¿Por que cree la vida que me...