APARICIÓN

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*Rosalie*

Emmett, su cuerpo despedazado ardiendo en llamas, mientras que el maldito de Demetri se regocijaba ante sus acciones, dejándome a mí destrozada, vacía sin nada más. Mi amor, mi Emmett perdiendo su existencia en las asquerosas manos de ese ser.

Esa era la sucesión de imágenes que pasaba una y otra vez en mi cabeza, las imágenes que por mas que intentara no podía sacar de mi, por el temor, el espantoso miedo de que eso mismo le puede estar, o haber ocurrido a mi Emmett.

No, el no. El tiene que estar bien. El no me puede dejar.

Mientras tomaba la mano de mi hijo. Mi pobre bebe sufriendo por la causa de esos monstruos, si algo malo les pasara, no se los perdonaría nunca, les daría caza y los destruiría uno a uno.

-Rose -me llamo Esme

-dime... -solté seca, por alguna razón así era como me sentía, y mi voz lo dejaba muy claro.

-querida... deberías ir a cazar, tus ojos están negros...

-¡no importa! -casi grite, mientras apretaba con mas fuerza la mano de mi Renato.

Renato, yo había vuelto a la vida por el, poniendo en mi hijo toda mi completa felicidad, el niño que siempre desee, mío, mi hijo. El no podía dejarme, si me dejara mi vida se iría con el, por que el y yo estábamos ligados.

-Rosalie, no has considerado que quizás seria mejor darle esta vida... -propuso, y gruñí ligeramente. Sabia que Esme era como una madre y que no tenia malas intenciones, pero mi hijo no quería eso, y yo tampoco quería eso para el.

-el no quiere... y yo no creo poder soportar el hecho de que su corazón se detenga... -dije mientras escuchaba el lento latir en el pecho de mi hijo -no lo soportaría...

-entiendo... -fue lo último que murmuro Esme, antes de salir de la habitación.

No quería, no me atrevía ni si quiera a pensar en la idea de quitarle la vida a mi hijo, para traerlo a esta existencia. Pero estaba en coma, cuanto dura un coma, días, meses, años. Demasiada espera e incertidumbre, ¿seria capaz de convertirlo? ¿Mi egoísmo me lo permitiría?

No estaba segura, nada segura.

Las horas transcurrieron lentas, y a penas escuche que los chicos llegaban me puse de pie y me separe de mi Nat. Avance con lentitud, y sentí que algo dentro de mi se revolvía al escucharte la a tronante carcajada de Emmett. ¿Se reía?

Baje las escaleras y el al verme se quedo en silencio. ¿Qué abría visto en mi rostro?

Camine segura hacia el, y a penas lo tuve de frente le propine una cachetada, que hiso eco en toda la casa. Con una pequeña parte de mi cerebro fui consiente de que mis hermanos nos dejaban solos.

-¿eso por que? -pregunto, mientras se pasaba la mano por el rostro, con una expresión de niño castigado.

-por haberme dejado estas horas solas... con nuestro hijo en coma, y con la preocupación carcomiendo mis frías entrañas por no saber donde estaban, o si estabas bien... -solté casi histérica. Sentí como el me rodeaba y me daba un fuerte apretón en sus brazos.

-lo siento Rose, perdón amor... -pidió, y estuve a punto de alejarlo, pero sentí como pasaba delicadamente su rostro entre mis cabellos, y me rendí.

-no lo vuelvas a hacer... no me dejes sola, por favor -gemí, mientras empezaba a sollozar. Me rompí por completo, feliz por que el estaba conmigo, y indecisa y confundida sin saber que seria lo correcto para mi hijo.

Pero estaba segura, de que tarde o temprano llegaría el tiempo, en el que me vería en la obligación de hacerlo.

*Isabella*

Isabella CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora