Capitulo 5.

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El ave humanoide salió de la alforja de Link y habló.

-Vaya, ¡Nos vemos!- gritó para luego salir corriendo.

Ambos estábamos en un estado de parálisis, ¿Cómo era que en Hyrule existieran ese tipo de criaturas?

-De acuerdo...- susurré levantando una ceja- eso fue extraño

-No más extraño de lo que ya hemos visto- comentó juguetón.

Negué con la cabeza un par de veces y caminé en dirección a Eldín.

Una vez en el campo de Hyrule, algo nos detuvo, más bien alguien...

-¡LINK! ¡¿Hay algún tal Link por aquí?!- preguntó un hombre con sombrero rojo y uniforme blanco el cual consistía en dos piezas súper cortas que no dejaban nada a la imaginación.

-¡Aquí!- gritó mi compañero, aquel hombre desvió su camino y se dirigió a nosotros.

-Vaya que por fin te encuentro... ¡tienes dos cartas!- gritó – quiero que sepan que el servicio de correos de Hyrule ¡está abierto las veinticuatro horas al día! No se hagan del rogar, porque los encontraré ¡Donde quiera que estén!- hizo una pausa- bueno, sigo con el reparto, ¡Hasta lueguito!

Dio media vuelta y se fue.

Mi cara no podía estar más pálida.

-Oye, me asustas- dijo aquel castaño de ojos azules a mi lado, haciéndome señas con la mano frente a mis ojos para que reaccionara.

Hubo silencio incómodo.

-Mel, ¡no me digas que le viste el trasero a ese tipo!

Me puse colorada del coraje

-¡¿Qué yo QUÉ?!

-¡No le quitaste la mirada de encima!- se quejó- ¡Mel que pervertida eres!

-¡No soy pervertida!- chillé- ¡No tengo la culpa que no deje nada a la imaginación!

-¡PERO LE VISTE EL TRASERO!- lanzó las cartas al suelo y dio media caminando en círculos

-¡NO LE VI NADA!- me defendí, más roja que el tomate- No es al que quiero ver en esas fachas- susurré apenada.

Link me miró y parpadeó un par de veces

-Ya, entonces a quién...- comenzó, pero lo detuve poniendo mis manos en su torso, como si en realidad lo empujara lejos de mí, manteniendo mi mirada en el suelo.

-No sigas, por favor- pedí- No puedo saberlo.

Llevó sus manos cálidas a las mías y las arrastró alrededor de sí, empujándome a él, sentí su calidez en mis mejillas y temblé en mi sitio.

-¿Qué?

Simplemente guardó silencio, uno tan cómodo que me dejé llevar, sus manos tímidas se encontraban en mi espalda baja y me atraían a él, como un maldito imán.

Mi cabeza dio vueltas y la imagen del lobo dorado apareció como si estuviese tatuada en mis párpados, del otro Link al que seguro una vez ayudé, de otra realidad demasiado lejana a mi... demasiado lejos.

Como si todo estuviese tan cerca de irse, desaparecer de mis brazos, el miedo de perderlo todo apareció de nuevo, no quería que esta calidez que me ahogaba se fuera, se sentía tan bien estar en sus brazos y respirar su aroma, su esencia, todo él, era como una bomba para mis sentidos. El sentimiento de extrañarlo surgió en mí ser, lo quería, quería quedarme como lo hacíamos ahora, para siempre.

ATLOZ FANFIC. La viajera de otro mundo III. La princesa del crepúsculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora