Capitulo 12.

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Una vez que logré ponerme en pie, caminamos en silencio en dirección a la cabaña, donde Flora vivía.

El embarcadero.

Acompañar a Link siempre había sido difícil, mi posición era la de guardar silencio siempre que pudiese, siempre que me lo ordenase él, siempre que no podía interferir con la historia y hacer de las mías con ella.

Pero a veces no podía hacerlo, simplemente no podía cerrar mi bocota, como en ésta ocasión.

-¿Y tú? ¿Quién eres? – preguntó Flora, la chica con un afro en la cabeza.

-Mel – solté sin mirarla a los ojos

-¿Eres su novia?

Negué rotundamente aquello, con la cabeza, mientras el piso se llevaba mi vista.

No supe si eso le había hecho daño a Link, realmente no sabía nada sobre nuestra relación, primero me besa, me abraza, me llena de amor y yo vengo a negarlo a él rotundamente.

No sé qué rayos me sucede.

-Bueno, ¿Entonces qué eres? – preguntó inexpresiva aquella chica – No creo que seas de mucha utilidad...

Siempre que recordaban eso... hacía locuras.

Pateé uno de los jarrones cercano a ella y lo mandé a los cielos, para luego sacar de mi alforja a una velocidad impresionante, mi arco y flechas, disparando y volando en pedazos aquel pequeño artículo de cerámica típico de Hyrule.

Todos, incluidos Link y Midna tenían la boca abierta.

-¿Decías? – pregunté con una sonrisa pícara en el rostro, usando de soporte aquel arco que me acompañó en Termina, hace cien años.

-Que si me puedes ayudar – soltó sonriendo nerviosa.

Aquella morena caminó hacia el frente.

-Verán – continuó – Mi negocio es de alquilar barcazas para bajar por los rápidos del río hasta llegar al Lago Hylia, ¡pero varias rocas cayeron y ahora impiden el paso! Por tanto, necesito que alguien baje y las destroce con flechas explosivas, para que al fin pueda abrir mi local para todas aquellas personitas que quieran pasársela bien en familia.

-Ya veo, te ayudaremos – concluyó Link sin rechistar

-Pero sabrás... las flechas explosivas no son nada baratas – interrumpí

-Oh, de eso no se preocupen, yo les doy los materiales, ustedes desháganse de las rocas, al final les pagaré por su ayuda.

-Bien entonces, manos a la obra.

-Mi empleada les ayudará con la travesía, suerte.

Ambos asentimos en dirección de la jefa y continuamos nuestro recorrido hacia el pequeño bote, tomamos asiento y allí fue donde una muchacha zora nos interceptó, nos dio las gracias y habló.

-Cuando acaben, la jefa me ha dicho que se queden con el saco de bombas que se encuentra en el bote, ¡Comencemos!

Nos arrastró unos cuantos metros usando una soja que iba fija al bote de madera y emprendimos el viaje de bajada por los rápidos del río.

Sentí todo como si realmente me divirtiera usando el arco, hacía siglos no lo usaba apropiadamente, mi memoria corría con la misma intensidad que los rápidos y cada flecha acertada, cada gran roca destruida, me hacía recordar momentos claves de mi vida en el pasado.

Cada paso rápido pero seguro de que no iba a estallar en cualquier momento.

Recordé de dónde venía, mi casa, mi hogar, mis padres, los reales, los que me dieron nombre, me dieron la vida y arriesgaron la suya para mantenerme aquí, ahora.

ATLOZ FANFIC. La viajera de otro mundo III. La princesa del crepúsculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora