Capitulo 24.

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Nos aproximamos hacia el pedestal del tiempo, casi corriendo para evitar que cualquier otro yo de ambos llegara y mandara al carajo toda la operación.

Una vez pasé por ese arco donde las 3 piedras espirituales flotaban, mientras los cánticos ahora sonaban con algo de intensidad, sentí que todo mi cuerpo se paralizó, un rayo se estrepitó contra mi conciencia y sentí un dolor como el infierno traspasarme de un lado a otro, temblé e incluso miré completamente borroso por unos segundos mientras mi compañero se aproximaba hacia el pedestal ignorándome completamente.

La música no era como si me reconfortara, ni mucho menos calmara, me puso los cabellos de punta, mi piel se erizó y mis nervios aumentaron en demasía, el frío de Dark abrazaba mi corazón y lo estrujaba para hacerme entender que yo ya no pertenecía aquí. Aunque mi alma gritara por salir corriendo por la puerta principal y esperar a mi protegido afuera, en la seguridad de mi despedida y mi propia actual realidad, sin embargo, sabía que tenía que hacer cosas aquí y debía terminarlas pronto.

Justo en cuanto me compuse, suspiré calmando mis ansias y caminé con la poca tranquilidad y cordura que me quedaba para poder ponerme con una rodilla en escuadra, casi hincada cuando el elegido por las malditas Diosas que me metieron en todo esto por su conveniencia, posó el arma que repele todo mal en el pedestal del tiempo.

Sentí como si el interior de la recámara de la espada se inundara con luz que desbordó la hoja tenuemente, llamándome a la paz de mi hogar. Yo debí morir ese día cuando Ganondorf me atacó y Dark me salvó.

"Calma ya" oí tranquilo a mi sombra "Debes tranquilizarte, tu inestabilidad emocional pone en peligro tu salud"

¿A eso se refería?

¿Qué perdía energía por mi inestabilidad emocional? ¿Me tocas las narices? ¿Me estás cobrando esas?

El enojo tomó parte de mi semblante, pero una acaricia de la oscuridad me tranquilizó.

"No es como si fueras a perderte en este momento, justo cuando le prometiste a tu amado Link mantenerlo a salvo" Dark volvía a mantenerme al margen.

Mientras mis ganas de abandonar me perseguían, me puse de pie al mismo instante en que escaleras transparentes dieran y abrieran el paso hacia el interior del Templo del Tiempo, justamente al fondo de la sala, por el gran ventanal por el cual Navi nos abandonó hacía más de 100 años atrás.

Aquel caminó ignorándome, sabía que lo hacía con intención de que me diera cuenta, no volteaba a verme, no me dirigía la palabra, se hallaba dolido por todo lo que vio afuera del templo y lo que había dentro de mi corazón.

¿Desde cuándo me quería?

¿Desde cuándo me seguía?

¿Desde cuándo me importaba tanto?

Fue ahí que mi memoria mostraba signos de regresar casi por completo, grandes pedazos de mi vida pasada azotaron con bravura contra mi mente a medida que mis pasos alcanzaban a Link y subí el primer escalón.

The Legend of Zelda, se llamaba, era como si los canticos en mi cabeza tintinaran a cada respuesta correcta que mi cerebro decaído por los años daba, una historia de una princesa, 3 líneas del tiempo y varias historias paralelas a lo mismo.

Otro paso en aquellas escaleras con tonos azules, casi distintivos de divinidades, me dio a entender que sí, efectivamente, yo era una jugadora desquiciada de ese mundo, que me atrapaba, me consumía en un mundo de fantasía donde el mundo real nunca podría llegar.

La muerte de mis padres, ocasionada por un accidente en el departamento donde vivíamos. Ya era algo mayorcita, tenía como unos 7 años cuando aquello pasó, el trauma no me dejaba volver a tener familia, siendo despreciada en todos los orfanatos a los que fui asignada.

ATLOZ FANFIC. La viajera de otro mundo III. La princesa del crepúsculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora