-El sitio es un poco más oscuro de lo que recordaba – dije frotando mis manos contra mis brazos – y frío.
-Es normal, sigue siendo de noche – observó Link ya transformado en humano a mi lado.
La versión Twili mía realmente le ponía los pelos de punta a mi compañero, desvió su vista varias veces, evadiéndome un poco al hablar, yo podía notarlo a kilómetros de distancia.
-Además estamos en el desierto – aseveró.
Reí un poco para mis adentros, sin ganas, poco a poco me daba cuenta de que empezaba a acostumbrarme a éste tipo de cosas, yo era una rareza andando, más con mi actual apariencia de terror no tan puro pero si sutil.
Mi cuerpo estaba marcado con líneas verdes por toda mi piel, creo que es normal que Link reaccione de esa manera, ¿No? Pero ¿Por qué siendo un lobo no me tenía tanto miedo?
-En marcha – susurré caminando hacia la entrada del sitio ya abierta, un viento algo escalofriante nos abrumó a ambos, y, a pesar de que mi apariencia fuera como la de un monstruo, Link tomó mi mano y me guió hacia las profundidades de lo que prontamente llamaríamos laberinto sin retorno.
-Ayúdame a moverlo – pidió Link al momento en entrar y vislumbrar la sala con mi Dragón Volvagia y retirarse al círculo marcado en el suelo, el centro tenía una especie de algoritmo extraño, parecido a un elevador cilíndrico, parecido a lo que ya nos habíamos topado para encontrar al tercer fantasma – Nos ayudará a ir hacia abajo – concluyó mirándome determinado.
Asentí y caminé hasta su lado, la arena inundando en casi su totalidad el sitio, casi llegando a la mitad de la suela de mis botas negras.
Hicimos fuerza y empujamos, la roca reaccionó ante nuestros esfuerzos, haciendo girar el piso hacia abajo, como una especie de tornillo extrañamente diseñado como elevador. Antorchas pronto se vislumbraron, más arena caía como en un reloj, y más de mis ganas por huir de ahí se acumularon en mi ser.
El sitio me ponía mal de por sí.
Al llegar al fondo, llegamos hasta una puerta algo ancha a nuestros ojos, diferente, muy diferente a lo que debía ser usualmente visto en este tramo del templo, pero la costumbre ya me carcomía por dentro, yo... mi presencia cambiaba muchas cosas, incluidas las estructuras de los edificios a mi alrededor.
-Tranquila – calmó Link posando un dedo sobre el dorso de mi mano, no sentí que ayudara mucho, pero su presencia dejaba una clase extraña de hormigueo invisible sobre mi piel, enviando chispas de culpa sobre mi conciencia, recordándome todo a Dark.
Abrir la puerta no fue mucho problema, Link la arrastró por varios segundos hasta que un mecanismo la hizo abrirse de par en par para nosotros, el siguiente tramo de nuestra aventura se llenaba de cadenas y trampas mortales que decidimos ignorar para irnos a la siguiente puerta donde el pasillo naciente era inmenso, arenas movedizas y trozos de roca pulida abundaban en mi vista, las antorchas encendidas por quien sabe cuantos años y varios jarrones al final del mismo.
-Allá se encuentra Ucayaya – adiviné para luego saltar entre las rocas, mi compañero me oyó y me siguió en silencio, ambos con un objetivo en común.
Al llegar, Link levantó el jarrón con ambas manos, por encima de su cabeza, donde, una cabeza en forma humanoide se asomó, asustándome un poco, realmente ese ser daba escalofríos.
-¡Qué bien que los veo! – chilló – ya saben, si quieren salir del templo, cuentan conmigo y mi hijo – su pequeño sonrió hacia nosotros y ambos coincidieron en esconderse en la túnica de Link. Tuve que reír ante ello.
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ATLOZ FANFIC. La viajera de otro mundo III. La princesa del crepúsculo.
FanfictionDime, ¿Alguna vez has sentido un extraño sentimiento de tristeza cuando el sol se pone? Dicen que es el único momento en el que los mundos se conectan... El único momento en donde se sienten los lamentos de aquellos seres que dejaron nuestro mundo...