Una vez que fuimos expulsados cual basura en un cañón parecido al de un circo de terror, llegamos a la salida.
-Deberás llamar a Epona – ordené caminando entre los pastizales, en busca de aquello que hacía a Link, acreedor de la habilidad momentánea de poder llamarla.
-Mel, ¿Te sientes bien? – preguntó llegando hasta mi lado – Te noto muy seria.
¿Qué quería que le dijera? Que estoy feliz ¿acaso? Tengo unas enormes ganas de ir a asesinar a cada una de las Diosas, pero me estoy conteniendo.
-¿Eso si quiera importa? – pregunté devolviéndole una mirada fría y sin alegría – Date prisa, no tenemos tiempo que perder.
Le lancé aquella hierba, la cual cayó en sus palmas.
Sopló por aquella y la yegua llegó a nosotros en menos de lo que cantaba un gallo.
Link montó a la yegua y me subí detrás de él.
-Hacia la ciudadela
-Uy, que actitud – oímos ambos, aquel sonido chillante provino de la sombra de mi compañero.
-No quiero oírte, cállate – ordené con fastidio.
Link simplemente me miró de soslayo, para luego dar marcha a la yegua.
Cabalgamos rápido a petición mía, apretando mi agarre posando mi mejilla derecha sobre su hombro.
Cerré los ojos.
El silencio fue lo más reconfortante que pude haber escuchado, no quiero nada, no necesito de nadie y las diosas iban a pagar caro lo que me habían hecho.
Yo quería morir junto a mi anterior compañero y esa es una decisión que nadie más, a parte de mí, puede tomar, no era su derecho.
Yo deseaba con locura volver al pasado.
-Hemos llegado – observó aquel que ahora se hacía llamar mi compañero, bajándose del caballo.
-¡Heeey! – oímos.
-El cartero... - lo miré despectiva encima de Epona. Aquel le hizo entrega de un par de cartas a Link y desapareció regresando a la ciudadela – El tío ese está loco – solté sin pensar, desmontando a la yegua, caminé hasta llegar a su lado sin apartar los ojos de la entrada a la ciudad – Tranquilo, no necesitas leerlas mientras estés conmigo. Sólo una de ambas es la importante, y esa es la de Don Mechas- hice una pausa – tendremos que regresar a su tienda pronto por bombas especiales – seguí mi camino.
Era de esperarse verle de soslayo.
Era de esperarse dejarlo con la boca abierta.
Joder, amo estar de vuelta.
Me dirigí hacia la tasca de Telma, no sin antes decirle que un lobito dorado le esperaba para poder enseñarle una de las técnicas secretas del arte de la espada, llenando mi voz de tristeza, al fin podía recordar quién era aquel esqueleto... pero una parte de mí no quería aceptarlo, no aún...
Seguí por el camino que seguro me sabía de memoria, pero el gentío no me ayudaba en nada. ¿Estarían en vísperas de algo? ¡Estamos a mitad de una guerra malditos bastardos!
Mi cara de seguro era un libro abierto.
Una vez frente a la puerta, mi compañero tomó la perilla y detuvo su avance.
-Mel, tenemos que hablar.
-Yo, contigo, no tengo nada de qué hablar, tenemos asuntos más importantes que el hecho de que quieras saber mi pasado, un pasado en el cual no formas parte de él, así que entra, tu amada Ilia espera.
ESTÁS LEYENDO
ATLOZ FANFIC. La viajera de otro mundo III. La princesa del crepúsculo.
أدب الهواةDime, ¿Alguna vez has sentido un extraño sentimiento de tristeza cuando el sol se pone? Dicen que es el único momento en el que los mundos se conectan... El único momento en donde se sienten los lamentos de aquellos seres que dejaron nuestro mundo...