Capitulo 9.

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El siguiente tramo del viaje hacia Kakariko fue un tanto más difícil.

Luego les explico por qué.

-Aquí me bajo – le dije a Link desmontando a Epona, mientras Telma seguía adelante, junto con Ilia.

-¿Por qué? –preguntó algo atónito.

-Tengo una idea, pero esto debo hacerlo sola.

-¿Segura? – volvió ahora preocupado.

Sólo lleve mi mano enguantada a su pierna y sonreí ladina.

-Nos vemos luego compañero.

Corrí hacia la misma dirección en que ellos se habían ido, un poco insegura de si mi idea loca funcionaría.

Necesitaba a Zero de vuelta.

Corrí por el césped, ayudándoles a cruzar el gran tramo, deshaciéndome de los arqueros que se hallaban posicionados en lo alto de las rocas.
Pronto aquellos jugarían sucio y comenzarían a lanzar proyectiles con fuego hacia las mujeres de la carreta.
El fuego... el jodido fuego... eso... Aquello me trajo memorias del templo de la ciudad Goron, cuando el héroe del tiempo fue mi más querido aliado.

No podría ayudarles más tiempo, pues cada vez se alejaban más de mí.

Mientras yo corría y asesinaba sin diferencia alguna a todos aquellos pequeños moblins francotiradores, Link usaba el poder del boomerang de los vientos.

Todo iba bien hasta que llegamos a la entrada de Kakariko, aquel enorme y estrecho pedazo de tierra que se hallaba cercado.

Necesitábamos la llave y poder pasar sin salir quemados por los proyectiles que las aves lanzaban hacia mi compañero, necesitaba estar allí y rápido.

El tiempo comenzó a correr de una manera tan lenta, todos se movían en cámara lenta, en un sonido demasiado tenue... demasiado hermoso... demasiado olvidado, la tonada era la canción del tiempo invertida.

Sí, recuerdo muy bien dónde la había escuchado antes. Pero ¿de quién provenía ahora? Era la pregunta.

Divisé a lo lejos que, alguien que llevaba una armadura dorada y un tanto dañada, tocaba la ocarina, no pude diferenciar quién era, ni cuál era su objetivo en ese instante.

Todo mi cuerpo quería gritar por ir a abrazarle, por implorar que no se fuera, pero era un desconocido a mis ojos...

Pronto la tonada cambiaría y el sonido de aquella bella canción me trajo a un lugar, a una persona... a un sitio perdido en el tiempo.

La canción del molino del viento. Un señor enojado y una pequeña pero adorable mentirilla piadosa.

La canción de las tormentas.

Allí mi voz quiso quebrarse, quise estallar a gritar por él, ¿por qué Link?, ¿por qué me abandonaste?

Canté aquella melodía usando mi voz un tanto quebrada y la magia del espacio y tiempo hicieron lo suyo.

Todo pasó en cámara lenta...

El cómo mi caballo llegó hasta mí, el cómo me monté a él siendo que aún éste corría, como si lleváramos años de hacer éste tipo de maniobras difíciles... Mi ira fue simbolizada por los rayos que cayeron uno tras otro sobre los enemigos, y mis lágrimas, por la lluvia que salvó a Ilia y a Telma de la muerte por incineración.

Una vez que llegué velozmente hasta ellos, la magia de mi nana había acabado con todos los monstruos en el sitio.

Zelda tenía razón.

ATLOZ FANFIC. La viajera de otro mundo III. La princesa del crepúsculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora