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➴ 𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚; 𝟎𝟕 𝐝𝐞 𝐧𝐨𝐯𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏.

<<¿Te esperamos para cenar?>>

No había complejidad en la cuestión de Leah. Sí o no, la respuesta era simple. Aún así, la réplica tardó diez minutos en llegar. Las dudas y los miedos no le habían permitido proporcionarle una contestación inmediata.

<<No. Voy a cenar con Harvey>>. Aunque solía hacerlo con frecuencia —quizás demasiada—, odiaba mentir.

Apagó el teléfono y lo guardó de nuevo en el bolsillo derecho del abrigo. Durante un par de minutos, meditó su locura. ¿Por qué no había pasado aquella idea por un filtro antes de ejecutarla? Tal vez, las palabras de James y las continuas conversaciones que había mantenido con él los últimos días eran las responsables de sus repentinos —y poco pensados— actos. Estaba actuando por un impulso, e ignoraba la lógica y la razón.

—Ahora o nunca, Ash —formuló en un murmullo alentador—. Ahora o nunca...

Noviembre había traído consigo frío y nieve; el escenario idóneo para una noche de películas y chocolate caliente. Sin embargo, la localización de Ashley se hallaba lejana al cuarto A. Inspiró, expiró y, cuando las dudas se evaporaron, pulsó el timbre de la vivienda.

—¡Joder! ¿Pero qué estoy haciendo? —lamentando su plan, trató de desandar sus pasos y regresar al Peugeot; pero el clic que indicaba que el portón había sido abierto, le impidió moverse.

De nuevo, dudas y miedos. ¿Seguía con aquella locura o salía corriendo hacia el vehículo?

Con el corazón latiendo de manera violenta, y con el subconsciente repitiéndole que no era una cobarde, se coló en la parcela y cerró la puerta tras de sí. Inspiró y llevó su mirada al frente, visualizando al anfitrión apoyado contra la puerta de la vivienda.

"Mantente firme, Ash", susurró su yo interior. Volvió a inspirar, tratando de calmar sus nervios, y se aproximó al inmueble; mostrando decisión y seguridad.

—¿Por qué has venido, Ashley?

"Buena pregunta. Muy buena pregunta. Pero no sé qué respuesta proporcionarte".

—¿Ahora soy Ashley?

—Es lo que querías, ¿no? Ashley, Ash, Diack...

Semana y media atrás, sí. Sí era lo que deseaba. ¿Pero ahora? Ahora ya no estaba segura de las palabras que le había dedicado a Benjamin el treinta y uno de octubre.

—¿A qué has venido? —volvió a formular, denotando cansancio.

—Vi el partido contra el Burnley. Y vi cómo abandonabas el campo cojeando —formuló con sosiego, tratando de ocultar el temblor en sus palabras—. Mi hermano me comentó que la lesión era más de lo que parecía; quería saber cómo estabas. Y...

Con pesar, cerró los ojos y meditó sus palabras. Haber cruzado Londres y haberse plantado en el hogar del futbolista había sido un completo disparate.

—Esto es una gilipollez —expusó en un murmuro—. Olvídalo, ¿quieres? No sé por qué he venido aquí.

Decidida, se dio media vuelta, dispuesta a regresar al coche y poner rumbo a Clapham; pero la mano de Chilwell, envolviendo con delicadeza su muñeca, se lo impidió.

—¿Quieres entrar?

Petrificada ante el tacto del mayor, Ash guió su mirada hacia abajo y contempló cómo la mano de Ben había descendido hasta sujetar la suya. Inmediatamente, rompió el contacto y asintió. Una vez más, allí estaban las famosas mariposas en el estómago.

𝑺𝒕𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆 // Bᴇɴ CʜɪʟᴡᴇʟʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora