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➴ 𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚; 𝟎𝟗 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐫𝐳𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟐.

<<Estimada señorita Diack,

Me complace informarle de que ha sido admitida en programa del Máster de Historia Contemporánea en la Universidad de Chicago; a realizar durante el curso académico 2022/23 que dará inicio en Septiembre del presente año>>.

El e-mail enviado por la Universidad de Kansas citaba un texto similar; la admisión en el Máster de Historia Contemporánea, una disculpa por la tardanza de la aceptación —una demora que había obligado a Ashley a regresar a tierra británica y que había provocado que la única persona capaz de revolucionar su existencia volviera a cruzarse en su vida— y las directrices a seguir.

—¿Aceptar o rechazar?

Era una cuestión demasiado simple: ¿aceptar el máster y regresar a Estados Unidos, o rechazarlo y permanecer en el British Museum?

—Aún tengo quince días para tomar una decisión; ¿aceptar o rechazar?

Afligida por la posición en la que se localizaba, suspiró. Hacía menos de veinticuatro horas que había recibido el e-mail de la Universidad de Chicago —setenta y dos desde que en su bandeja de entrada había aparecido el de la Universidad de Kansas—, nadie conocía aún su existencia a excepción de Leah y Amelie.

—Bowie, ¿qué debo hacer? —exasperada, se dirigió al Border Collie, esperando hallar la respuesta en él.

Lo único que sí sabía con seguridad, era que no podía ocultarle a Benjamin la verdad. Mentalmente no estaba viviendo un buen momento; la lesión mejoraba favorablemente, pero su subconsciente no le concedía treguas. También había recuperado a Harvey; pero ni el regreso de su mejor amigo había mejorado las circunstancias. Se encontraba enfadado con el mundo y con él mismo, todo le sabía mal; estaba agobiado, frustrado y decaído. Y Ashley ya no soportaba más esa situación.

—Hey —cuando escuchó cómo la puerta de la entrada se abría, se levantó del sofá como un resorte. Veloz, se dirigió junto a Bowie al pasillo principal—, ¿qué tal?

La respuesta tardó en llegar. Con parsimonia, Ben se deshizo del abrigo para colgarlo en el perchero que ornamentaba la pared del recibidor. Agobiado, frustrado y decaído.

—He pedido tacos para cenar; podemos ver una película y...

—No me apetece, Ash.

Ash. La había llamado Ash y no Lee. Lo que resultó desconcertante para la joven. Las únicas veces que Ben la había llamado así fue cuando ella misma se lo pidió tras el encontronazo en la fiesta de Halloween. Que volviera a emplear aquel nombre solo podía indicar una cosa: la relación peligraba más de lo que se imaginaba.

—¿Ha pasado algo en rehabilitación? —trató de averiguar—. ¿El fisio te ha dicho algo?

—No, todo está bien —contestó de forma hostil. Su mal día había sido causado por sus demonios internos, no por la lesión ni por su entrenamiento de rehabilitación.

—Entonces, ¿qué te pasa?

—Nada. Simplemente estoy cansado.

—Ben, he pedido la cena y...

—Cena tú. Yo no tengo hambre —con indiferencia, y sin saludar a Ashley debidamente, se coló en la cocina. Las ganas de llorar se apoderaron de forma inmediata de la joven; aquella situación la superaba.

—Me da igual que no tengas hambre —con determinación, y eliminando las lágrimas que amenazaban por emanar de sus ojos, siguió al futbolista—. Vas a sentarte conmigo a cenar y vamos a hablar, ¿entiendes?

𝑺𝒕𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆 // Bᴇɴ CʜɪʟᴡᴇʟʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora