No me mires así

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Los tests de invierno pasaron tan rápido que aún no me había dado tiempo adaptarme a mi nueva vida.
En este mes los equipos probaron los coches, motores y todas las mejoras con respecto a otros años. Yo pude comprobar mis límites, mis capacidades ... Y he de decir que estoy muy sorprendida de mi misma. Me he desenvuelto sola ante situaciones que antes ni me imaginaba. Me he relacionado con gente que no conocía... la verdad que me siento orgullosa. Una vez pasada esta prueba de fuego... ¡puedo decir que estoy preparada! En dos días cogemos un avión hacia Australia, donde tiene lugar el primer gran premio de la temporada. ¡ Que nervios!
Me encontraba preparando la maleta, cuándo Jorge entró en mi habitación con la mirada fija en el móvil y sin parar de mover los dedos sobre el teclado.
- ¿Se puede saber con quién hablas?
- Con.... ainss.... - suspiró. Y siguió escribiendo y riéndose mirando la pantalla.
- ¡Jorge! ¡que estoy aquí! - y le tiré un cojín en la cara.
- ¡Ay! ¡Dime!
- ¿Con quién hablas?
- ¿Recuerdas el morenazo con el que quedé después de los libres en Montmeló? Se llama Marco, es italiano, en concreto de Roma y es mecánico de Ferrari. Me encanta! A parte de estar buenísimo, es inteligente, divertido y besa... oh!!
-¡ Joder Jorge! ¡No pierdes el tiempo! -Dije sin salir de mi asombro. Sólo habíamos estado dos fines de semana fuera de casa y ya había ligado... en el fondo lo envidié. Después de una larga relación y una triste separación, vuelvo a estar en el mercado y ando muy, pero que muy perdida. Se supone que en este mundo de hombres sería súper fácil conocer a alguien, quizás no para algo serio, pero si para pasar un rato divertido... pero yo no lo tengo tan fácil...
- ¿Y tú qué? - Jorge me sacó de la conversación que mantenía conmigo misma.
- ¿Yo qué de qué? - Dije sin mirarle mientras guardaba mi pijama de unicornios en la maleta.
- No te hagas la tonta... sabes de que hablo . - se sentó en la cama al lado de mi maleta y la cerró de un golpe seco.
- Fernando... -No pude evitar sonreír al decir su nombre.
- Fernando... -Dijo poniendo voz melosa y pestañeando repetidas veces.
- ¡ No te rías de mi! No lo he dicho así...- hice un mohin de niña pequeña.
- Tienes que reconocer que te gusta y mucho! - Me apuntó con el dedo amenazante.
- Me parece guapete... No es que sea unas castañuelas, pero es majo. Nada más...
- Nada más... si claro....

Jorge se marchó bien entrada la noche. Ya lo teníamos todo preparado para nuestro primer gran viaje. Una vez en mi cama y sin apenas sueño, me quedé pensando en lo distintos que éramos el uno del otro. Si yo fuera como Jorge ya hubiera tenido una cita con Fernando... y lo mismo ya habría acabado en su habitación del hotel. ¿ Pero qué estoy pensando? ¿por qué no me lo quito de la cabeza? Quizás Jorge tenga razón y me está empezando a gustar demasiado... No, no creo. Si apenas he hablado con él en estos días de entrenamientos. Mi función era seguirle donde vaya y tener siempre apunto toallas y agua. De vez en cuando me miraba y sonreía... pero nada más. Más bien era una sonrisa de consuelo tipo "ánimo, tú puedes". Pero su mirada... sus ojos verdes... eso no me lo podía quitar del pensamiento. Y en el verde de sus ojos me quedé dormida.

- ¡ Por fin estamos en el país de los canguros! - Dijo Jorge bajando las escaleras del avión.
- Dios... Que viaje más largo.... - apenas podía andar... las piernas me pesaban. Sería la segunda vez que montaba en avión. Le tenía pánico a esos aparatos. Y este año me iba a tirar prácticamente la mitad subida en uno.
Una vez en el hotel, ya pudimos descansar y coger fuerzas para el día siguiente, donde tendríamos los primeros libres de la temporada.

Alarma, ducha, uniforme, un buen desayuno... ¡ vamos allá!

Llegué al paddock con más ganas que nunca. ¡ Qué ambientazo había! ¡Todos estaban pletoricos! Al llegar al box de Ferrari Marc y Pedro me saludaron enseguida.
- ¿ Cómo estas preciosa? - Dijo Pedro abrazandome.
- Bien! Aunque el viaje ha sido horrible.. ¡eterno!
- Eso es porque es el primero, ya te acostumbraras.
- Tienes que aprender de Pedro... duerme todo el viaje. Se pone sus tapones, un antifaz y a roncar como un oso. - Marc no podía evitar reírse mientras imitaba a Pedro durmiendo.

Nos estábamos riendo cuando Fernando entró en el box.
- Buenos días. - su tono era serio... casi borde - Diana, necesito el planning de hoy, agua... ¿y mis guantes? ¿donde están?. - sin detenerse cruzó el pasillo hasta el hospitality. Automáticamente lo seguí para darle todo lo que me había pedido. Pedro y Marc se miraron entre ellos y luego a mi. Pude oir un "Suerte" susurrado por Pedro.

Iba muy rápido. Casi no podía alcanzarle. Subimos las escaleras y una vez en su habitación le di todo lo que necesitaba, incluido sus guantes. Estaba enfadado, se le notaba.
- ¡Este planning no es el de hoy! ¡Es el de mañana! - elevó el tono más de lo normal.
- Sí, es cierto, lo siento. - Dije mientras se lo quitaba de la mano.- ha sido un error mío a la hora de imprimir.
- ¡Aquí no se pueden cometer errores y mucho menos tan simples como eso! Me da igual que seas una becaria... en tan sólo un chasquido de mis dedos estás en la calle.
- Te he pedido perdón, ya estoy buscando el de hoy para imprimirlo correctamente. - Tenía un nudo en la garganta, pero no quería llorar y mucho menos delante de él.
Andaba de un lado a otro en la pequeña habitación y se pasaba las manos por del pelo una y otra vez. De repente le sonó el teléfono... y en esa conversación pude entender el por qué de su enfado.
- ¿Qué quieres ahora? Ya te he dicho desde el hotel que no me vuelvas a llamar... ¿y qué quieres que haga? Ésta es mi vida! Mi profesión! Mi sueño! Lucho cada día por ello... deberías entenderlo... No... No... Estás muy equivocada... Sólo quieres venir para pasearte por el paddock y hacerte fotos.... yo te importo una mierda... Claro.... ¿ y tu amigo del barco? ¿ el de las fotos de Instagram?... ya le has dado a la prensa lo que querías... estamos en boca de todos... esto no puede seguir así... pe... pero... Dasha!!

Tiró el teléfono a la camilla. Obviamente le habían colgado. La tensión se respiraba en el ambiente. Hacía rato que había imprimido el planning, pero no quería quitar mis ojos de la pantalla del ordenador.
Se acercó a la impresora, lo cogió y saliendo por la puerta me dijo:
- Espero que esto no se vuelva a repetir... o tendré que hablar con Blanca.
Y cerró de un portazo. No pude evitar llorar... ¿Qué culpa tenía yo de las peleas con su novia? Se abre la puerta y era Fabio, venía a por los guantes. Se le habian olvidado. Y me encontró llorando sin consuelo.
- Pero Diana... ¿Qué ocurre?- Se agachó frente a mí e intentó levantarme la cara con sus dedos apoyados en mi barbilla.
Entre lágrimas y como pude le conté lo ocurrido.
- Hoy tiene el día malo... No lo excuso. No ha actuado bien, pero se le han juntado los nervios del inicio de la temporada con su problemática relación. Últimamente Dasha y él no andan bien... y la ha pagado contigo. Pero te puedo asegurar que Fernando sería incapaz de hacerte lo que ha dicho. Él no es de esos. Venga, levanta esa cara y sécate las lágrimas. Que hoy nos espera un día largo.

Y tan largo...Fabio no se equivocó. Fernando no me dirigió la palabra en todo el día... ni siquiera me miró. Se escondió tras sus gafas de sol y su gorra roja.

Que alivió sentí al llegar al hotel. Llené la bañera y me di un baño relajante. Lo necesitaba tanto... ¡Salí nueva! Estaba encendiendo el ordenador para charlar un rato con mis padres por Skype cuando llamaron a la puerta.

Cual fue mi sorpresa, cuando al abrir me encuentro a Fernando al otro lado. El corazón me latía a mil por hora. Ahí estaba, recién duchado, olía.... mmmm... su olor era limpio, fresco, varonil... el pelo aún mojado. Llevaba unas bermudas negras y el polo rojo de la escudería. Y ahí estaba yo... recién duchada también... pero con mi pijama de unicornios dos tallas más que la mía (no puedo evitarlo, me gusta dormir así)... tierra tragame.
- Dime... -sólo pude decir...
- Diana... venía.... Fabio me ha dicho que.... - Se arrascaba la frente, las palabras no le salían.
- Eeeh... esto no te preocupes... -parecíamos bobos ahí los dos.
- No, insisto... ¿puedo pasar y hablamos? - no paraba de frotarse las manos... deduzco que es una especie de tic nervioso o de vergüenza quizás.

¿Pasar? ¿a mi habitación? ¿Solos? Ay Dios... ¿Qué hago? El corazón cada vez me iba más rápido... mejor le digo que no y lo hablamos mañana... Fernando esperaba una respuesta... me miraba a los ojos... esa mirada que tanto me hipnotiza... sonrió... ¡no me mires así por favor!

El corazón en Boxes (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora