Bailando

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Ir de compras con Jorge es un contraste de amor-odio. Me encanta ir con él, me divierto y hace que desconecte de todo. Pero a la vez me saca de mis casillas... ¡es estresante! Aunque nos llevemos a las mil maravillas, en gustos sobre estilo no coincidimos mucho. Para esta noche yo quería algo sencillo, que me hiciera sentir cómoda pero a la vez segura de mi misma. Sin embargo, todas las prendas que me buscaba era muy escotadas, demasiado cortas y taconazos imposibles.

- ¡¡Para estar bella hay que sufrir!! -me repetía una y otra vez.

Pero yo no soy así. No me gusta llamar la atención.

- ¿Quieres que Fernando olvide tu pijama de unicornios sin necesidad de ir a terapia intensiva? - dijo mientras buscaba en los percheros.
- Claro que sí... pero tampoco quiero ir vestida de alguien que no soy. ¡Y mucho menos andar como si fuera un pato mareado!
- ¿Que tal éste?- Jorge sacó del perchero un vestido negro, ajustado, como de algodón, sin escote, mangas tres cuartos y hasta la rodilla. No me pareció mal la verdad. Aunque viniendo de Jorge me extrañó aquella elección. Muy rescatado para él.
- La verdad que me gusta, cumple mis requisitos. -dije mientras lo miraba.
- Mmmm.... No está mal. Tiene un detalle que lo hace especial y sexy... es muy tu y muy yo -me guiñó un ojo mientras giraba el vestido. Por la parte de atrás tenía una cremallera que comenzaba justo en la espalda y terminaba por debajo donde ésta pierde su nombre. Y una pequeña rajita que según Jorge destacaría lo más preciado de mi anatomía.
- ¡Fuera complejos! ¡Hay que destacar virtudes!
- No sé Jorge ... ¿No llamaré mucho la atención? -La inseguridad me invadía una vez más.
- Diana... llevamos un mes vestidos de rojo... y, créeme, para una mujer el uniforme de Ferrari es demasiado masculino. Haz que te vean, disfruta, sé tu misma y demuestra lo que vales. - cogió el vestido y me empujó, literalmente, a los probadores.

Me miraba al espejo una y otra vez. Quizás no ha sido buena idea aceptar la invitación de Blanca. Al fin y al cabo, conocíamos muy poco al equipo y ya tendrían formado sus grupos. Jorge seguro que se integraría sin problemas, pero yo...
Volví a repasar con las planchas mi pelo. Jorge quería hacerme unas ondas sensuales, según él, pero preferí llevarlo liso. La verdad que el vestido era precioso y la parte de atrás impresionante. Decidí combinarlo con unos botines negros hasta el tobillo y de tacón ancho. Creo que le quitaba seriedad y le daba un toque más informal, además estaría más cómoda. Destaqué mis ojos con un sencillo ahumado en tono grises y a los labios le di un toque de gloss. Aún llevaba brackets y no me gustaba resaltar esa zona de mi cara. Sí, veintiocho años y con brackets... ahora me arrepiento de no haber hecho caso a mis padres cuando quisieron ponermelos con quince años.
Me estaba echando perfume cuando llamaron a la puerta de mi habitación.
- ¡¡Pivonazo!! - dijo Jorge emitiendo un silbidito.
- Tu tampoco estás nada mal.... - La verdad que mi amigo tenía un estilazo impresionante. La pajarita y el sombrero le daban un toque bohemio que volvería loco a mas de uno.
- Voy a recoger a Marco a su habitación... No se cuánto tardaré - levantó las cejas varias veces...
- ¡Vale! Ve y disfruta. Yo he quedado a las nueve con Fernando en la recepción -suspiré- nos vemos en la disco entonces.

La bajada en el ascensor se me hizo eterna. ¿Que pensaría al verme? ¿Le gustaría? No sé para que pienso todo esto, él tiene su novia. Aunque las cosas van mal entre ellos... ¡Pero es su novia! El pitido del ascensor, indicando que había llegado a su destino, me sacó de mis pensamientos.

Al abrirse las puertas lo vi apoyado en la recepción mirando su móvil. El corazón empezó a latirme rápido, respiré hondo y me dirigí hacia él. Estaba guapísimo, llevaba un vaquero oscuro, una camiseta blanca con la marca de la cual es imagen y encima una camisa de cuadros abierta. Me resultaba sexy... pero informal, muy en su estilo.
Llegué hasta donde estaba y me paré a su lado. Viendo que no se había percatado de mi presencia, carraspeé un poco. Levantó la mirada de la pantalla del móvil, me miró y volvió de nuevo a lo que estaba leyendo. Me volvió a mirar...
-¡Diana! - dijo con los ojos como platos- ¡No te había conocido! Per... per... Perdóname... -me miró de arriba a abajo...- estás... estás... impresionante. Es que... estoy acostumbrado a verte vestida... -se tocaba el pelo, las palabras no le salían...
- Sí, de rojo Ferrari... - y los dos empezamos a reir.
- ¿Vamos? Marc y Pedro hace rato que están allí y no paran de mandarme mensajes. -apoyó su mano en mi cintura y me empujó suavemente para que caminara hacia la disco.

El corazón en Boxes (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora