Como el tiramisu

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- ¡ Te lo dije ! ¡ Te lo dije ! - Jorge daba pequeños saltitos en el abarrotado centro comercial.
- ¡ Quieres parar ! Todos nos miran.... - Le dije casi sin mirarle.
- Es que no me lo creo... tu y yo... ¡ viajando por el mundo ! Visitando nuevos lugares, conociendo chicos, nuevas culturas, conociendo chicos, aprendiendo idiomas... ¿ Te he dicho ya que conoceremos chicos ?
- Eres tremendo Jorge... - dije entre risas.

Tras la gran noticia decidimos ir de compras y renovar un poco el vestuario. Nada mejor que una tarde de shopping para calmar los nervios.
Nuestra escuela de idiomas fue la seleccionada para la beca y de la clase sólo Jorge y yo presentamos la solicitud. Estaríamos juntos en esto y eso me daba mucha tranquilidad. No me veía capaz de asimilar sola toda esta situación.

- Necesitas ropa interior sexy.
- ¿ Cómo ? - una vez más Jorge vuelve a sorprenderme. - ¿ Me hablas a mi ?
- No... le hablaba a aquella chica de ahí enfrente. ¡ Pues claro que si ! ¿ A quién si no?
- ¿ Y para qué necesito yo ropa interior sexy ? - A veces no sé ni para que le pregunto... si ya sé la respuesta.
- Porque hay unos pilotos guapisimos, buenorros, cachas... y nunca se sabe lo que puede pasar. - Contestó picarón.
- Te puedo asegurar que en eso es lo último que pienso. Solo quiero vivir la experiencia y disfrutar al máximo. Que después de este añito... me lo merezco.

La tarde de aquél sábado transcurrió genial. Nos dimos algún que otro capricho para completar nuestro equipaje. Un equipaje que nos acompañaría por todo el mundo el próximo año. Y sí que cayó algo de ropa interior sexy como bien dijo Jorge. Me divertía pensar que podría ocurrir en un mundo prácticamente de hombres. Ingenieros, mecánicos, pilotos...¡ y coches !... Lo que viene siendo testosterona pura.

El domingo fue mas relajado. Estuve en casa preparando el postre que llevaría a la fiesta de despedida del lunes. La verdad que no se me da mada mal y el tiramisu quedó increible. El resto del día transcurrió entre llamadas de la familia, bombardeos de mensajes en el WhatsApp e intentando creerme lo que se me venía encima.

Y llegó el lunes. Último día de curso... Jorge y yo llegamos antes que el resto de compañeros. Debíamos reunirnos con el director de la academia y nuestro profe para concretar todo lo relacionado a la beca. Allí en ese minúsculo despacho nos dieron toda la información que necesitabamos. En casa recibiriamos los pases, uniformes y material que deberíamos llevar siempre encima. Nuestro primer día sería en Febrero, concretamente en Jerez, en los tests de invierno. Para empezar está bien ya que no tendríamos que coger un avión. Una vez informados sobre hospedajes, dietas... etc. hicimos la pregunta del millón: ¿ En qué consistirá nuestro trabajo ?
- Según nos han notificado deberéis asistir a los pilotos en todo lo que necesiten, pero no nos han especificado nada más. - dijo el director mirando una y otra vez la documentación de la beca, como si fuera hallar la respuesta entre todos esos papeles.
- Una vez allí, el personal de Ferrari os informará de todo, no os preocupeis. Enhorabuena a los dos. Tenéis dos meses para repasar todo lo aprendido y ponerlo en práctica. Ahora a disfrutar de la fiesta y a celebrarlo con el resto de compañeros. - al decir esto, vi claramente como al profe se le escapaba una lagrimilla. No sé si por todos estos años juntos, por la emoción y orgullo de haber sido dos alumnos suyos los seleccionados o simplemente porque ya esta mayor y a esa edad las lágrimas son mas fáciles
En seguida nos reunimos con todos los compis. Nos felicitaban y abrazaban. Tal y como prometió, Jorge descorchó el champán y sirvió a cada uno una copa para brindar.
- ¡ Brindo por este curso, por su gente, por Italia y los italianos ! - todos reimos a la vez... es que Jorge es único. - Y brindo por Diana y por mí... por esta gran experiencia que viviremos en breve y que seguro marcará nuestras vidas para siempre.
Todos acabaron aplaudiendo... ¡ y nosotros llorando !. Imposible aguantar la emoción.
Enseguida atacamos las mesas donde estaban todos los postres. Partí un trozo de mi tiramisu... estaba riquísimo. Un sabor dulce y amargo a la vez... igual de dulce que mi nueva vida que está a punto de empezar... igual de amargo que la que dejo atrás.

El corazón en Boxes (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora