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-¡Por supuesto!.
-Llamaré a Gerard.
"espera un momento..."
-A-Ge-rard?.
-Si ¿por qué? ¿pasa algo? -Se extrañó por el tono nervioso en el que lo dije-.
-No, por nada. Em... ¿Quieres que traiga las palomitas? -Traté de desviar y sonar un poco más tranquila-.
-No, nosotros nos encargaremos de eso, si quieres ve poniendo la película.
"Pero ¿qué clase de película les gusta?"
-O-kay.
Salió del cuarto.
"Mmmm... A ver, veamos algo de... ¡Terror!, listo"

La película estaba lista, los hermanos habían llegado. Mikey me invitó a subir a su cama, Gerard quiso sentarse en un puff.
-¿Qué peli es?.
Preguntó el mayor.
-Masacre en Texas -respondió su hermanito por mí-.
-Cool.
Había olvidado lo tensa que me ponían estas películas.
Gerard no despegaba los ojos de la pantalla, parecía no parpadear. Mientras, yo me hundía cada vez más en las almohadas de la cama de Mikey. Se notaba mi miedo, Mikey se me quedó mirando.
-Estás temblando -susurró cerca-.
-N-no es ciertoooh! -Pulverisé el puño de palomitas que había tomado-.
Okay, estaba muy nerviosa.
Y de repente estiró su brazo para que me enganchara, pensé en rehusarme, pero nadie ha hecho eso nunca por mí, y menos un chico como él, ¿por qué negarme?.
De alguna extraña manera me mantuvo más tranquila y pude terminar de ver la película sin dar tantos saltos como antes.

"Terminó, huf..."
Dí un suspiro mental.
-¿Qué hora es? -Preguntó Gerard-.
-Las 3:20 apenas -Respondió el de anteojos-.
-Aún es temprano -afirmé-.
-Yo voy a salir, me retiro chicoooos -se levantó el pelinegro fijando la vista en nuestros brazos enganchados-.
Mikey y yo lo miramos fijamente, ni siquiera lo recordábamos, hasta que lanzó una media sonrisa, nos miramos mutuamente y desenganchamos los brazos de inmediato, no sin enrojecer y mirar a lados opuestos.
-Con permiso tortolitos -terminó de sonreír haciendo sonar la puerta tras su salida-.
-¡Pe... -Bastante tarde para justificar-.
-Am... ¿Quieres ver otra película? O... Ya tienes que marcharte.
-Aún tengo basante tiempo de sobra.
-Te ví algo tensa.
-Podrías poner algo que alivie las tensiones de éste pobre corazoncito de niña -dije añadiendo un poco de drama al argumento-.
-Claro que sí, -Le provocó gracia- ¿te gusta el Misterio de Atlántis?.
-¡Yo adoro esa película!.

Media película y estábamos recargados el uno en el otro.
-Jijiji -*escena graciosa*-.
Rió conmigo.
-Mikey...
-¿Sí?...
-Ahora que lo pienso... -comenzó a respirar un poco más rápido- te pareces a Milo Tatch -dije entre risas-.
Su respiración se calmó.
-¿Queeé? ¿Tan nerd soy? -Me dijo dentro del juego-.
-Jajaja... Sí.
-¡Oye!, eso no... -me miró con algo en mente- ahora que lo pienso, tú te pareces a Kidacash...
-¿Queeé?, eso no cuenta, -dije riendo- además yo no tengo el pelo blanco, Kidacash es linda, astuta y fuerte -renegué-.
-Tú también lo eres...
Nos quedamos mirando con el sonido de la película de fondo.
Se encontraba bastante cerca de mí.

"¡Demonios, terminaré besándolo!..."

Se encontraba a milímetros de mí, cuando chasqueó la perilla de la puerta. Saltamos.
-¿Mikey?, ¿Están ahí cariño?
-Maldito Gerard, nos cerró con seguro -sonó algo molesto-.
-¿Michael?... -Sonaba un poco más fuerte- ¡James!.
-¡Sí má, aquí estamos, lo siento, tu otro hijo nos quiso jugar una bromita encerrándonos sin que nos diéramos cuenta! -Aclaró-.
-Ah... Arthur... Está bien hijo, fíjense bien a la próxima -contestó más calmada-.
-Sí.
La escuché marcharse.

-Ya acabó la película, Kida -dijo con un pie dentro de su bota, sus mejillas aún estaban rosadas- dices que tienes tiempo de sobra, em... ¿Quieres caminar un rato?, el clima está muy lindo afuera.
-Claro Milo...

Salimos. Al caminar numerosas cuadras en silencio llegamos a un lugar muy solo.
-Tengo poco viviendo por aquí, así que no había venido antes a éste lugar.
Sonrió girando hacia mí su cabeza, que hacía inclinada hacia el suelo desde que salimos de su casa.
-Bueno, ya que me toca a mí... Ven, voy a enseñarte algo.
Tomó mi mano y corrimos a un valdío, en el cual curiosamente sólo había un árbol. Caminamos hasta llegar a él.
-Ven -me extendió su mano- te ayudo a subir.
-No, yo puedo hacerlo sola.
Subí fácilmente y me senté a un lado suyo. Sin esperarlo mis ojos se toparon con un enorme lago a unos 11 metros.
-Es hermoso...
-Esto iba a ser un fraccionamiento, pero no les permitieron dañar el lugar.
-Y...
-Y éste lugar, es mi favorito, aquí puedo estar tranquilo, incluso conmigo mismo. Cuando me "pierdo" es aquí a donde vengo... Y no había traído a nadie.
-¿Entonces por qué me trajiste a mí?
-Aún no lo sé... Quizá porque... -Me miró... Pero no me miró como pudo mirarte cualquiera, me miró como si hubiera algo desde siempre, como si mereciera estar en ése lugar, junto a él. Y nunca terminó de responderme, pero no me quedé con la duda, no fue de esas oraciones incompletas que te matan del insomnio... Quizá la respuesta estaba en su mirada, quizá me lo dijo todo sin que ni siquiera él mismo se diera cuenta de que lo entendía-.
Miró hacia el frente, con el sol retumbando en su cara y destellando sus ojos. Paré de enmarcar su rostro para pedir la añorada canción de la tranquilidad: el silencio.
Él era como yo... O talvez no, pero encajábamos perfectamente, nuestra atmosféra era la misma y nuestro oxígeno combinaba bien.
-¿Mikey?...
-¿Sí?
-¿Cómo puedo saber... Si alguien puede ser para mí... O yo puedo ser para alguien?
-A veces se siente más de lo que se piensa, casi siempre nace esa duda cuando has estado sólo mucho tiempo, cuando llevas conociendo mucho a alguien muy apegado a tí y comienzas a pensar que hay algo más, ó... cuando pericibes en cuestión de muy poco tiempo un lazo con una persona. -Frenó progresivamente- Algunos dicen que se trata de almas que no se pudieron juntar en una vida anterior, otros, que simplemente están hechos el uno para el otro.

OutsidersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora