Capítulo 31: Nacimientos y canciones de amor.

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Capítulo 31: Nacimientos y canciones de amor.

Jane

Miré a Elliot que estaba un poco apartado de nosotras dos, con una sonrisa tímida. Él conmigo nunca era así y yo disfrutaba viendo a ese Elliot.

—Soy... ¿Cómo explicarlo? —estaba un poco perdido, por lo que decidí intervenir.

—Somos amigos, pero no sólo amigos, no sé si me entiendes —Tabatha pareció pillarlo, porque asintió varias veces con la cabeza.

—Follamigos —dijo con una sonrisa pícara. Elliot y yo nos miramos con los ojos muy abiertos y pude notar lo cohibido que estaba.

—No, no —intenté hacerla ver que no era así, que no era eso a lo que me refería. ¿Qué iba a pensar de su hermana de diecisiete años?

—No te preocupes, no se lo contaré ni a mamá ni a papá. Pero mientras esté yo estos días en casa, controlaos —sin más, me pasó el brazo por los hombros y me guió a una de las sillas donde se encontraban Owen y Molly.

Giré la cabeza pidiéndole ayuda a Elliot por medio de gestos, pero él se estaba riendo. ¿No le parecía humillante lo que había dicho Tabatha? En cambio, yo quería desaparecer. Me resultó muy extraño el ver que los mellizos estaban sentados sin discutir. A veces eran insufribles con sus disputas sobre sus juguetes, gominolas o el mando de la televisión.

Pero, al llegar a su altura, comprobé la razón de que estuviesen tan silenciosos: el móvil de Tabatha. A pesar de sus protestas y patadas al aire de Owen, se lo quité de sus manos. No me gustaba que los niños desde tan pequeños ya supieran controlar un móvil casi mejor que sus padres. Yo estaba a favor de que los niños aprovecharán su infancia inventándose historias, corriendo y jugando. No con un móvil.

Debería ponerles Toy Story.

Mi padre salió un momento de la sala y, al vernos a toda la familia al completo sentada en esas incómodas sillas de hospital, comenzó a hablar como patriarca que era.

—Veréis, vuestra madre está detrás de esa puerta —señaló la puerta por la que había salido. Owen y Molly se levantaron con agilidad, pero Tabatha los detuvo—. Puede que tarde un poco más de lo esperado, está teniendo algunas dificultades. Cuando nazca os dejarán pasar, pero con mucho cuidado, ¿está bien? —dirigió su mirada hacia Owen y Molly, y ellos respondieron con un Sí, papá, haciéndole sonreír.

—¿Mamá está bien? —preguntó Tabatha preocupada. Ellas no habían tenido una relación muy buena, a mamá no le agradó que se fuese a su viaje. Ese día se habían gritado las dos y al final Tabatha se marchó, aunque se lo prohibieran. Por eso me sorprendí al verla aquí.

—No os preocupéis, vuestra madre se encuentra bien —nos tranquilizó y se acercó para darnos un beso a cada uno en la cabeza, cuando se encontró con la de Elliot.

–Tú, aléjate un poco de Jane —proclamó mi padre separando nuestros brazos que estaban pegados. Elliot se separó incómodo y mi padre le movió al lado contrario del asiento, quedando al lado de Owen—. Así mejor —anunció con una sonrisa de oreja a oreja, marchándose a la sala donde se encontraba mi madre.

Unas señoras que se encontraban en las sillas frente a las nuestras nos miraron asombradas. Me sentí observada ya que no paraban de mirarnos de reojo y hablar entre ellas. Las dos debían tener unos setenta años y, a pesar de sus sonrisas, no me gustaban.

Más allá de la música © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora