Capítulo 32: Licenziato.

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Capítulo 32: Licenziato

Jane

—Entonces, ¿qué vas a hacer? —pregunté hincando el codo en la barra para apoyar la cabeza. Las últimas semanas habían sido muy ajetreadas, entre el partido y el nacimiento de Drew, parecía que todo estaba cambiando, por eso me agradaba volver a la rutina.

No lo sé, pero no hay cosa que no solucione un buen café —respondió de espaldas Elliot sacando los ingredientes para preparar el batido que le habían pedido.

Me agradaba La Rustichella. No era un simple restaurante de comida italiana, era una mezcla entre lo tradicional con sus pizzas, y lo actual, ya que también servían desayunos y meriendas, en los que las tortitas y los batidos no faltaban. Era un buen acierto, ya que el restaurante siempre contaba con una buena clientela.

Yo le había propuesto a Elliot que incorporan al menú un batido de pizza, pero me había tomado como una loca.

—Elliot, no puedes hacer eso, son los exámenes finales. De ellos depende prácticamente todo tu futuro —vale, puede que estuviera exagerando un poco, pero estos exámenes contaban mucho para la nota final, que te daba la posibilidad de acceder a una buena universidad.

—¿Y qué quieres que haga? —preguntó limpiándose las manos en el delantal—. Mis abuelos no vienen dentro de dos semanas, vienen dentro de tres. Encima, Joe ha tenido que viajar a su ciudad por motivos familiares —añadió haciendo referencia al otro camarero que siempre estaba en la barra.

—¿Y tus abuelos o, en este caso, Maxi no pueden contratar a nadie? Aunque solo sean unas semanas —propuse en cuanto se me ocurrió. No quería ver a Elliot en esta situación, se le veía desbordado. Y no solo por el gran grupo de estudiantes que acababan de entrar. Soltó un suspiro y cogió su bloc de notas, dispuesto a atender a los nuevos clientes.

Necesitaba hacer algo para ayudarle. De momento, solo le serví el batido que estaba preparando Elliot a la clienta, que se quedó un poco sorprendida cuando vio que yo le entregaba, pero aun así se lo tomó.

Elliot volvió con el pedido de la numerosa mesa y entró en la cocina para anunciarlo. La puerta estaba cerrada, pero me pareció oír gritos dentro de esta.

—¿Cómo que se ha roto? Llamad al técnico cuanto antes —percibía la inconfundible voz de Elliot, pero no me dio tiempo a escuchar más porque la puerta se abrió con gran ímpetu, por la que salía Elliot preocupado. Se desorientó un momento al no ver por ningún lado el batido. Se agachó buscando de nuevo los ingredientes.

—Ya lo he servido yo —Elliot alzó la cabeza al oírme, provocando que se chocara con la madera de la barra. A pesar del dolor, Elliot me sonrió agradecido.

Un rato después me marché, no solo porque no quería molestar a Elliot, sino porque tenía que estudiar para los dos examen que tenía mañana. Los llevaba bastante bien, pero lo quería volver a repasar para asegurarme. Además, solía ponerme nerviosa en medio del examen y me ofuscaba.

Una cosa que no me parecía muy justa era lo de los exámenes finales. En el Saint Pointe eran la semana que viene, mientras que en el mío, el Lexton, eran esta semana.

—Cariño, ¿te ocurre algo? —entendí la preocupación de mi madre. En la cena no había tomado bocado y es que no podía pensar en otra cosa que no fueran los exámenes y Elliot. Era tan horrible ver a una persona a la que quieres sufriendo, pero ser incapaz de ayudarla.

Más allá de la música © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora