Capítulo 49: El impacto de la Navidad.Jane
Diciembre
-¿Cuál es el plan? —Escuché la pregunta de Jared mientras estaba atareada abrochándome el cinturón de seguridad. Me removí incómoda en el asiento del copiloto, sin encontrar la postura adecuada.
—Eh —memoricé lo que decía el mensaje de mamá—. Llegaremos a la hora de comer, y ellos nos estarán esperando. También, mi padre me ha dicho que les llamemos cuando estemos cerca, debido a que nuestro barrio es una zona residencial y es complicado llegar a ella.
—Pues será mejor que salgamos ya, por si podemos llegar antes de lo previsto —comentó Jared entusiasmado. Yo rezaba para que no fuese a ser tan malo como pensaba que iba a ser. Quería que fueran unos días tranquilos, sin problemas ni presiones. Cruzaba los dedos.
—Será lo mejor.
—Pero antes —Jared se incorporó en su asiento, echando la mano a su bolsillo. Rodé los ojos, ¿por qué siempre estaba igual?
—Una foto para Snapchat —dije conociendo su tonadilla habitual. No podía hacer una cosa sin antes postearla o mandársela a la gran cantidad de personas que tenía agregadas en esa aplicación del fantasmita.
—Veo que me conoces bien —replicó este, soltando una pequeña carcajada. A mí no me hacía gracia que le prestara más atención a su teléfono móvil que a mí, su novia—. Aunque este va a ser un vídeo.
Solté un suspiro. Respira, Jane. Controlaba las ganas de lanzar ese iPhone 6 que tenía, cuál iba a ser sino, por la ventana y que se estampara contra el asfalto.
—Ahora sí que estamos listos —anunció agarrando el volante y poniéndose sus gafas del sol, a pesar de que hoy el día estaba nublado. Con el paso de los días, había descubierto que Jared era una especie de hipster, de esos que les importaba ir a la última sin importarles si el clima jugaba a su favor.
El viaje iba a durar algo más de una hora y media, no tanto como en un principio pensaba que iba a ser. Aun así, los viajes en carretera nunca me habían fascinado, es decir, era un largo periodo de tiempo encerrado con una persona. Y no me gustaban nada los silencios incómodos.
—¿Te parece si pongo la radio? —cuestioné moviéndome de nuevo, acercándome a la radio instalada en su coche. Es por ello que preguntaba, porque era su coche ya que yo no tenía ninguno. Hace unos meses no lo necesitaba, tenía resuelta esa dificultad.
—Si quieres pongo música en mi teléfono.
—No hace falta, ya enciendo la radio. Así no gastas batería —me excusé. La verdad es que nunca habíamos mantenido una conversación sobre nuestros gustos musicales o, ahora que me paraba a recapacitar, casi ni habíamos hablado de nuestros gustos, y prefería la radio, no fuese a ser que tuviera un extraño gusto musical.
—No te preocupes, tengo tres cargadores portátiles —comentó Jared con una sonrisa triunfante. Yo ni siquiera tenía uno, y la mayoría de veces andaba buscando el cargador de mi móvil debido a que lo solía perder.
—En casa tenemos enchufes —contesté un poco ofendida. Le había hablado por encima de mi familia, los datos básicos como los nombres de cada uno y una pequeña descripción de ellos, y no es que nosotros estuviésemos forrados de dinero, pero tampoco éramos pobres.
—Ya lo sé, tonta, pero siempre hay que ir preparado.
Asentí y me relajé en el asiento. No iba a seguir conversando sobre baterías de móvil y cargadores portátiles, no era un tema que me apasionaba. Jared no era un mal chico, solo estaba demasiado centrado en ser aburridamente normal. En llevar y tener lo que se ponía de moda, en vez, de ser él mismo. Quizá por miedo o porque sentía que así encajaba.
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Más allá de la música ©
Roman pour AdolescentsJane Parks lleva desde los 15 años siendo fan de Sweet Downfall, una banda de pop alternativo poco conocida, pero con canciones realmente buenas. Ahora, dos años después, Sweet Downfall ha conseguido más fama y están a punto de sacar su primer disco...