Capítulo 51: ¿Ellane?

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Capítulo 51: ¿Ellane?

Febrero

Jane

Al llegar a la residencia, estaba agotada y no solo físicamente. Bueno, también debido a haber estado la mayor parte del día con unos tacones de varios centímetros. Quien dijo alguna vez que los tacones eran lo más sexy para una mujer es que no se los ha probado. Además, había visto a Elliot y con él, había traído de vuelta esa marea de sentimientos que me abrumaban.

Él se había comportado como era él, y no había nada que indicase que habían pasado siete meses desde que él se mudó a Atlanta y yo a la universidad. Sí, estaba más guapo de cómo yo le recordaba, o a lo mejor al verle después de tanto tiempo me había parecido eso.

Pero lo más importante había sido su habitual carisma que no había perdido. A pesar de que en un principio se había mostrado cohibido, con el transcurso de la entrevista se había ido relajando, lo que había provocado que yo hiciera lo contrario, porque él era un problema para mí.

Introduje la llave en la ranura y entré a mi habitación. Jena no estaba, lo que era extraño. Ella no tenía novio y bromeaba con comprarle flores a su póster de Justin Bieber, ese que veía cada mañana al despertar, ya que él era el hombre que más le había aportado en su vida.

Me despojé de esos malditos tacones y me iba a lanzar a la cama, cuando noté que había un gran bulto. Antes de que pudiera cerciorarme de qué era, o si es que se había colado algún ladrón, una suave música empezó a sonar.

Raro, muy raro ¿Sería algún tipo de truco de distracción para poder atacarme?

—Hola, cariño —No fue por el sonido de su voz, con un tono que se suponía que debía ser sensual, pero sonó más como un hombre mayor, ni por la mirada sugerente de Jared, lo que hizo que me quedará parada sin reaccionar.

La mejor opción hubiera sido salir corriendo despavorida, pero ya no había tiempo porque me había visto, y yo a él.

—Jared, ¿qué estás haciendo en mi habitación? —inquirí enarcando una ceja dudosa. Él se llevó un dedo a la boca y me pidió silencio. Tarareó la lenta canción que sonaba en su teléfono, lo que aumentó más mis ganas de huir. ¿Era alguna clase de broma? Porque, en estos momentos, era lo que menos me apetecía.

—Qué no estamos haciendo, muñeca —Luché por no poner cara de asco enfrente suya—. Ven y túmbate a mi lado.

Me miró expectante con esa mirada que me estaba incomodando a unos niveles extremos y yo no sabía qué hacer. Este día estaba siendo de lejos, el peor de mi existencia.

Al menos Elliot te regala flores.

Me recordé a mí misma, algo por lo que iba a hablar con Jared. Era notable las diferencias entre Elliot y Jared. Y si tal como decía mi ex novio, Jared se había aprovechado de la situación, iba a ser un gesto muy mezquino. Frente a lo bien que Elliot se había portado. En definitiva íbamos a hablar claro.

Le hice caso y me senté en mi cama, en la que él estaba metido entre las sábanas. No me iba a tumbar por precaución. Y menos mal que no lo hice, porque no estaba preparada para lo que hubiera descubierto con mis propios ojos.

—Oh, Dios mío. ¡¿Estas desnudo?!

—No tan deprisa, cariño.

Yo había visto demasiado carne, de eso estaba segura.  Comprobé si no había sido efecto de mi imaginación y vi con horror que lo único que llevaba era un tanga rojo. Me quería echar las manos a la cabeza y preguntarme qué había hecho para merecerme toda esto. En esas me encontraba cuando Jared se giró. En cuanto su pierna, esperaba que hubiera sido eso, me rozó, salté de la cama.

Más allá de la música © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora