Capítulo 38: Tú a Indio y yo contigo.
Jane
—Jane, vas tarde —anunció mi madre asomándose por el hueco de la escalera. Ya estaba lo suficientemente agobiada como para ahora tener que lidiar con ella y su puntualidad. Me aparté el pelo de la cara con un movimiento brusco, parándome a pensar el qué me faltaba. Tenía la maleta, el bolso, toda la documentación, el móvil y el cargardor.
—¡Mamá! —vociferé abandonando mi habitación en una vertiginosa curva—. ¿Dónde están mis auriculares? —ahora que lo pensaba bien, tenía que controlar más donde los dejaba, ya que nunca los encontraba.
—Creo que los tiene Tabatha —respondió ayudándome a bajar la maleta. Al principio solo iba a llevar las cosas básicas, pero me había dado cuenta que tenía bastantes cosas básicas, y mi maleta también lo había percibido. Me estaba convirtiendo en una persona mayor, peor, me estaba convirtiendo en mamá.
Tabatha me los entregó en cuanto me vio entrar en su habitación como si de un huracán se tratase. Katrina debía de ser mi segundo nombre.
Oí el sonido del timbre y prácticamente me catapulté a abrir la puerta. Casi muero ahogada por causa de la correa de mi bolso, pero ver la resplandeciente sonrisa de Elliot hacía que me olvidara al instante.
—¿Lista para la mejor experiencia de tu vida? —preguntó Elliot antes de que me diera tiempo a saludarle.
—¿Por qué la mejor?
—Porque vas a estar conmigo. Dos noches, tres días, solo para ti. Oculta esa mirada, no quiero saber de tus fantasías privadas. ¿O sí quiero? —Ni dos minutos y ya había conseguido que mi cara luciese como un gran tomate.
—Yo sí que no quiero —interrumpió mi padre que había aparecido donde estábamos. La cara de Elliot al verle fue de horror total, él se había enterado de todo.
—Esto...señor.
—Hazle algo a mi hija y te prometo que esa melena tuya desaparecerá. Yo que tú dormiría con un ojo abierto, tengo una gran amplia colección de tijeras, a cada cual más afilada —Elliot se sobresaltó al oírlo.
—Papá, papá —Como buena novia, salí a tratar de calmar la situación ya que al pobre Elliot parecía que le iba a dar algo. Aunque era divertido, había que admitir.
—Charles —la mirada de mi padre fue matadora—, señor Parks, señor, voy a cuidar de su hija como si mi vida dependiese de ello. Yo le prometo que no le causaré ningún problema, la quiero demasiado. Además, solo son tres días.
-Yo en menos de una hora creé a dos mellizos. ¿Te parece poco? Y con esta unos minutos, créeme que tres días es mucho tiempo —En esos instantes la escena de cómo yo fui creada vino a mi cabeza y fue horrible. En serio, había muchos mejores ejemplos.
—Ay Charles, deja de agobiar al pobre chico —regañó mi madre encontrándose con nosotros en la puerta—. Confío en vosotros dos, pero mantenedme informada, ¿sí?
Los dos asentimos casi a la vez, pero mi mirada se posó en un concreto objeto que llevaba mi madre en las manos. Ay, no podía ser...
—Ya sé que es poco tiempo, pero una no sabe cuando lo va a necesitar —comentó mamá tendiéndome un tupper con su famoso pastel de cangrejo. Adopté mi mejor sonrisa al aceptarlo, aunque en esos momentos ya no sabía qué hacer. Elliot debía de pensar que éramos muy raros.
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Más allá de la música ©
Ficção AdolescenteJane Parks lleva desde los 15 años siendo fan de Sweet Downfall, una banda de pop alternativo poco conocida, pero con canciones realmente buenas. Ahora, dos años después, Sweet Downfall ha conseguido más fama y están a punto de sacar su primer disco...