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PRESENTE 21 de Diciembre

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PRESENTE

21 de Diciembre. 3:45 pm

El detective Isaac volvió a sacudir su pantalón por quinta vez, había demasiada tierra.

El bosque de la reserva estaba más repleto que nunca de gente. Había varios policías y forestales pisando la tierra húmeda de aquel inmenso bosque, había también perros rescatistas tratando de rastrear el olor de cinco chicos, había también voluntarios, muchos de ellos eran familiares, amigos, compañeros inclusive de la escuela. Había incluso algunos periodistas que, tercos como una mula se habían pegado a su investigación con garras y dientes.

—¿Detective Duarte? —preguntó justamente una de esas garrapatas, Isaac se limitó a asentir—, ¿Aún no tienen noticias de paradero de esos chicos?

Isaac tuvo que respirar hondo, a veces le dolía demasiado el hecho de que le recordaran el fracaso de avances que tenía.

—¿Cómo se llama usted?—le preguntó mirándolo a la cara, si bien era un hombre joven. Isaac también lo era, treinta cinco años no son para tanto, pero este chico que ni barba tenía parecía un adolescente, cosa que claramente no era. Debía tener alrededor de 22 o quizá 24 como máximo, pero vaya que parecía de diecisiete.

—Alfonso Alfaro señor—y le tendió una mano (todo un profesional) pensó Isaac, con una mueca divertida le tomó el gesto— del periódico matutino.

—Sí, sí claro—le dijo mientras Alfonso le seguía como perro faldero el paso— Conozco tu periódico.

De frente de ellos estaba el campamento en el que todos se estaban reuniendo desde el inicio de la expedición. Había una cuántas camionetas blancas con el logotipo  de la policía del estado, estaba también algunos de sus compañeros atentos en sus laptop's, algunos haciendo trabajo  y seguro otros tantos jugando y haciendo el ocio.

Isaac había vuelto de la última ronda del día y tenía que ir con el jefe de policía a escuchar su testimonio, aunque claro era más que obvio, ni él ni ellos habían encontrado algo diferente.

—¿Detective Duarte? —la voz de muchacho parecía insistente, a Isaac le molestaba tanto la insistencia.—Detective, aún no me ha dicho , ¿Han encontrado algo?

Era obvio que no se iba a librar de él. Isaac dio media vuelta y le dijo—Alfonso, Alfonso  tranquilo hombre, Dios no hizo la tierra en dos horas.

Y dicho esto, se adentró a la campaña, donde estaban esperándolo sus oficiales, el miró raro a sus invitados y no entendía específicamente por qué, aquellos cuatro mastodontes parecía preocupados. Intrigado , Isaac buscó con la mirada a la señorita Bolon, su secretaría, y la encontró de pie junto al inmenso escritorio, sin decirle una palabra le interrogó por qué tanto alboroto.

La mujer se limitó a mirarlo con compasión, extrañado miro como los oficiales le tendían a su dirección un folio amarillo, Isaac lo tomó.

21 de Diciembre , 3:45 a.m

En la madrugada del día presente....

Isaac abrió los ojos, ¿Qué?

—¿Qué es esto?–preguntó a sus superiores.

—Creo que el final detective—dijo un hombre con uniforme muy bien planchado y el cabello peinado de un lado— por fin, el final.

—No, claro que no—dijo sin darle crédito al papel que tenía en las manos.—¡Debe haber un error!

—No lo hay detective— pero Isaac miraba atónito la escena, la señorita Bolon parecía afligida, aquellos hombres estaban aliviados y él estaba hecho un manojo de nervios por lo que se pasó los dedos por el cabello—, puede verificarlo usted mismo. Mis hombres pueden llevarlo a la cabaña, si así lo desea.

No había necesidad, él mismo subió a su auto y condujo hasta el lugar del que hablaba el informe. Al arribar Isaac observó la escena horrorizado, en el sitio ya había judiciales, peritos, rescatistas y desagradablemente, medios de prensa.

El lugar estaba cercado por policías y cintas amarillas delimitando el paso de la prensa y de algunos civiles. Isaac tuvo que mostrar su placa para que le permitieran pasar y al llegar a la puerta, y brincar algunas tiras lo puedo saber.

Primero fue el terrible olor, era sin duda lo que nunca en su vida había olido y le provocó tales arcadas que tuvo que salir un momento a respirar, lo segundo fue la verdad.

La terrible y fría verdad. Isaac jamás iba a olvidarlo, jamás podría borrar aquella imagen de la cabaña que incendiada albergó un terrible, abominable secreto.

El Chico del CementerioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora