Parte III

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" ¡Oh! ¿Qué pena te acosa, caballero en armas, vagabundo pálido y solitario?

Las flores del lago están marchitas; y los pájaros callan.

¡Oh! ¿Por qué sufres, caballero en armas, tan maliciento y dolorido?

[...]

Una dama encontré en la pradera, de belleza consumada, bella como una hija de las hadas; largos eran sus cabellos, su pie ligero, sus ojos hechiceros.

[...]

Ella me reveló raíces de delicados sabores, y miel silvestre y rocío celestial, y sin duda en su lengua extraña me decía: Te amo.

[...]

Y ví pálidos reyes, y también princesas, y blancos guerreros, ¡blancos como la muerte! y todos ellos exclamaban: ¡La belle dame sans merci te ha hecho su esclavo!

Y ví en la sombra sus labios fríos abrirse en terrible anticipación; y he aquí que desperté, y me encontré en la falda helada de la montaña.



Esa es la causa por la que vago, errabundo, pálido y solitario; aunque las flores del lago estén marchitas, y los pájaros callen. "

- La belle dame sans merci, John Keats

El Chico del CementerioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora