37. Las enormes aguas del pasado.

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Antes

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Antes

Carolina miró la entrada del bosque, eran cerca de las dos de la madrugada y el viento gélido de la noche le acarició el rostro haciéndola estremecer.

Había cruzado casi por completo el cementerio, había vuelto intentarlo aún si apenas unos días había salido de ahí con el corazón destrozado.

Lo estaba perdiendo todo.

Stephanè no había dado ninguna señal en esas dos noches, su sepultura había estado sola. Ni un sólo pedazo de alma la había interceptado, era como si nunca hubiese existido...

Y Sam, eso era otra historia. Había respetado su decisión, ella sabía que no iba a estar en el pueblo por lo que ni siquiera trato de buscarlo, aunque sabía por consciencia propia que lo haría apenas él volviera, después de todo, tenía razón.

Carolina estaba consciente de lo mal que lo había hecho pasar, sabía que no había sido sincera con él, sabía que no lo merecía, pero a pesar de eso... Aunque el mundo siempre conspirara contra de ellos, ella quería intentarlo, aunque su situación corriera riesgo junto a ella... Caro quería estar con él, sólo tenía que lidiar con este problema, sólo tenía que solucionarlo, no podía alargarlo más, cumpliría su promesa con Step y entonces se alejaría de todo esto, estaría con el chico pecoso, ya lo había decidió, había escogido a Sam.

Así que ahí estaba, en mitad del bosque porque si el chico del cementerio no se aparecía ella iba a encontrarlo.

¿Hay algo mas misterioso que la muerte? el hecho de que suceda en un instante, el hecho de que nadie haya descubierto si hay vida o no después de esta, si existen dioses o creencias, si hay un vacío que se extiende hacia todas direcciones

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¿Hay algo mas misterioso que la muerte? el hecho de que suceda en un instante, el hecho de que nadie haya descubierto si hay vida o no después de esta, si existen dioses o creencias, si hay un vacío que se extiende hacia todas direcciones...

Para Stephanè Moulian la muerte se estaba tardando en llevárselo, porque él no consideraba que estaba muerto realmente, ser un errado al mundo de los vivos sin pertenecer a él, no se podía considerar muerto realmente, y dolía.

¿Estaba vivo?
¿Estaba muerto?
¿Estaba soñando?

¿Y si todo aquello era un sueño?

¿Y si se había quedado dormido en medio del bosque cuando regresó a casa?

¿Y si todo esto era producto de su imaginación?

Por supuesto que no, ya no quería aferrarse a creer mentiras...

El chico del cementerio se encontraba en mitad del enorme pantano , si aquello hubiera sido un sueño Step no recordaría que había pasado ahí, si esto fuera sueño no comprendería que estaba haciendo ahí... porque desde hace siglos que ha tratado de comprender lo que por fin lo sabía...

La luna en lo alto de ese cielo nocturnal brilló dando forma a las ramas de los árboles y pinos de ese gigantesco lugar y aunque ha pasado tiempo– no está tan seguro de cuánto– sigue siendo el mismo.

Y aquel lugar alejado del pueblo, con el agua estancada delante de él, ramas enredadonse en la superficie y lodo cubriendo hojas, Step se miró en las aguas oscuras y lo que al fondo encontró lo dejo horrorizado.

Eran cerca de las dos de la madrugada, en aquella ocasión Carolina había llevado fósforos y una linterna, había cargado su celular viejo y anticuado y había llevado también agua y dos manzanas junto a una barra de chocolate, sobre ella la cubría u...

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Eran cerca de las dos de la madrugada, en aquella ocasión Carolina había llevado fósforos y una linterna, había cargado su celular viejo y anticuado y había llevado también agua y dos manzanas junto a una barra de chocolate, sobre ella la cubría un impermeable azul oscuro (de los que vendía su padre en la tienda forestal) y debajo, uno de sus enormes suéteres que tenía, por aquella ocasión se puso pantalones en lugar de los amplios vestidos que a diario usaba y en sus pies se enfadaban un par de botas, se podría decir que iba preparada.

Llevaba cerca de tres horas caminando por esos caminos terrosos, esta vez no se había detenido en ningún sitio , salvo una que aprovechó para tomar agua e ir al baño, pero ni una vez más se detuvo, ni una hasta que encontrará aquel sitio donde el fantasma la llevó aquella vez.

Y cuando por fin llegó, no tuvo que gritar su nombre para encontrarlo, porque el chico del cementerio estaba en una de esas esquinas cerca del borde del espeso lugar.

El corazón se le detuvo por un momento. Caro perdió el aliento... aquello era tan surrealista, la imagen que estaba de frente la hipnotizó , lucia hasta como una pintura del renacimiento, de esas que retrataban a caballeros y cuentos de hadas.

El pantano consumiéndolo todo, el verde mezclado de negro y café, detrás de ellos el arrebol que funcionaba como fondo, el cielo nocturno despejado de estrellas, sólo la luna en el centro de la imagen iluminándolo todo pálidamente, la piel translúcida de un hombre que miraba al fondo de las aguas sobre sus rodillas, en una de las esquinas de ese lugar.

Y Caro sin ni siquiera pensarlo llegó hasta él, como si le estuviese llamando, como si la esperase...

Ella no se atrevió a tocarlo, así que lo rodeó por la izquierda y cuando estuvo a su lado la chica de los ojos tristes miró al fantasma.

Stephanè Moulian estaba llorando, la vista la tenía perdida y las lágrimas tan extrañas parecidas al humo se evaporaban en el aire, si antes le había parecido apuesto ahora era hermoso, Stephanè era hermoso como un ángel, como el cielo propio. Entonces con mucha cautela reparó en que estaba mirando sobre las profundidades y aún sin romper el silencio Carolina se acercó a ese extremo agachándose, dirigiendo su mirada hacia el lugar donde el chico había clavado sus ojos.

Grave error.

Lo último que se escuchó en medio del bosque, aquella noche de noviembre, fue el grito desesperado de una mujer, pidiendo ayuda.

El Chico del CementerioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora