40. Stephané

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6 de mayo, 1862

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6 de mayo, 1862

Hay vida después del dolor, y hay colores en blanco y negro manchados de sangre.

–¿Step?– delante de él hay una chica de piel color bronce mirándolo aterrada, él se ha quedado de pie, petrificado en la mitad de ese terrible bosque.

Delante suyo Gastón Moulian observó incrédulo la escena, sus ojos viajaron de uno a otro tratando de hilar sospechas, desvelando secretos y luego, cuando lo comprendió todo, miró a su hijo con vergüenza y deprecio.

–¿Así qué fue por eso?– preguntó con voz queda, reconociendo poco a poco la importancia del asunto, Stephanè Moulian se quedó sin palabras, helado en su sitio, acorralado como un animalito abandonado y su padre, el hombre más serio del mundo , no tuvo la paciencia de esperar, tomando ese silencio como inaudito– ¡Eres un malagradecido!– El rostro se le tornó rojo, colérico y con toda la rabia acumulada Gastón abofeteó a su hijo.

–¡Déjelo!– gritó María quien a penas vio el rostro enrojecido del muchacho, corrió veloz hacia el hombre y con toda y su pequeña fuerza lo empujó lejos de Step–¡No se atreva a tocarlo!

Pero Gastón no se tambaleó ni siquiera un poco,  así que, con una fuerza impresionante tomó de las muñecas a la muchacha sosteniéndola a la fuerza. María trató de liberarse pero aquel hombre parecía estar rayando a la demencia de coraje.

–¡¿Por esto nos abandonaste?!– dijo mientras zarandeaba con fuerza a la chica, Step miraba la escena apanicado, aterrado por no saber que hacer... Aquella situación parecía irreal, sus mayores pesadillas cobraron vida delante de sus ojos.

Su padre largó una risa amarga, afilada llena de amargura–¡Qué estúpido de mí!– dijo– ¡Y yo que pensé que habías venido por Camille!– Los ojos de aquel hombre perdidos entre tanta arrogancia y petulancia seguían mirando a María que se aferraba por soltarse sin éxito de su parte y quizá verla en ese estado hizo que Step reaccionará...

Con el coraje reprimido y la furia  le llenándole la sangre, se dio cuenta que la chica estaba siendo no sólo lastimada sino humillada y aquello simplemente no lo soportó, así que se levantó de golpe enfrentado al hombre que le había dado la vida– ¡Qué estúpido! ¡Por un momento me creí que tú cobardia había sido por la señorita Favre y no... Y no por esta basura!

–Suéltala– siseó con los dientes chirriando cerrando los puños con fuerza, su padre le volvió a lanzar una mirada incrédula completamente confundido, sin embargo aquella prepotencia lo hizo sentirse más colérico y apretó nuevamente y más fuerte las muñecas de la muchacha. Para este punto Stephanè quería matarlo con la mirada–¡Qué la sueltes!

El Chico del CementerioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora