Manuel lo secó, era lo único que podía hacer. Arrancar cada lágrima que esa mujer derramaba: Lucero, la única que lo llenaba de alegrías, aquella que simplemente le llenaba el alma.
Ella sabía que esa sería el último despertar a su lado, en realidad había aceptado hacer el amor con él porque ya se alejaría amorosamente de él.
Después de un rotundo silencio que les estaba destrozando el gran amor que deseaban gritarle a todo el mundo, Lucero rompió el hielo.
Lucero: Manuel, -calló por unos segundos- yo creo que deberías irte.
Él se impresionó, no esperaba que fuese tan directa y abrió sus ojos como platos.
Manuel la observó por unos cuantos segundos, esperando a que le dijese que se quedará con él, para siempre; pero ese silencio sólo logró que ella reafirmase su decisión y le espetara de nuevo esas agrías palabras.
Lucero: Quiero que te vayas, no te quiero ver.
"No te quiero ver" Oh cielos Lucero acababa de partirle el poco corazón que le quedaba a Manuel. ¿Qué sucedía?
¿Qué hacía? ¿Qué pretendía?. Esas eran las preguntas que lo aquejaban, mientras se levantaba de las sedas de esa cama: SU CAMA; donde habrían hecho el amor, multiplicándolo al aire y haciéndose uno solo cada noche.
Manuel se vistió rápido, no quería que sus hijos lo vieran salir de la habitación y pensaran algo que en realidad era mentira,
algo como que, volverían a ser los spaws, cómplices, amantes y volverían a ser "una familia muy normal". Se dirigió a la puerta,
pero se detuvo por un instante y giro para verla y le dedico una dolida mirada llena de amor, junto a unas palabras que le terminaron de partir el alma.
"Jamás quise lastimarte, porque te amo más que a mí mismo"
Entonces ella lo vio desaparecer después de cerrar la puerta de un tirón, las paredes se estremecieron así como ella. Lo amaba,
no quería que se fuese en realidad puesto que lo quería siempre... Él era de ella.
Al percatarse que este estuviese fuera de su casa, rompió en llanto. No sabía que hacer. ¿Debía dejar que se quedará?
Acaso ¿Hizo mal?, pero que quería que hiciera, que ella fuese su, su ¿AMANTE? No, no, no, ella no permitiría que esa
criatura inocente se despertara en un hogar quebrantado y acabado, ¡DIOS! Pero sí Manuel no quería a Carla, esa era la
plena realidad, no la quería... pero era mejor que intentaran darle lo mejor a él: el hijo de ellos dos, aunque tuviese que
pasar por encima de su felicidad. SOLO LA DE ELLA. Ya entendía que sus hijos estaban un tanto grandes y todo lo que
necesitaban de afecto por parte de su padre en la crianza, ya se los había dado Manuel y el económico persistiría, eso
ella lo tenía muy claro. Él nunca abandonaría a sus hijos, era un gran padre... el mejor que podía haber conocido.
Transcurrieron dos semanas...
Lucero: ¿Entonces pasarás por mí? –preguntó sonriente hablando por su iPhone-
Michel: Por supuesto que si, hermosa -le respondió dulcemente- ¿Dónde estás?
Lucero: Ensayando en el lugar de siempre, finiquitando detalles para mañana. –Un poco de ilusión la embargó.-
Michel: Esta bien mi Lu, nos vemos allá. Te quiero.
Ella había decidido, darse una gran oportunidad en el amor, porque para ella aún ¿No se murió el amor? Sólo que cambiaría el escenario, en la escena
del amor, necesitaba distraerse, sabía que no iba a amar a este nuevo amor, tanto como a Manuel... eso se lo dejo muy claro antes de hacer formal su
relación.
Estaba en vísperas de su tan esperado concierto en el AN, en realidad estaba emocionada, ver a sus fans cantando con ella, felices... en realidad eso
era lo que más anhelaba.
Michel: Hola, hermosa –le dio un pequeño beso en la boca-
Ella sonrió y él le hizo una señal para que se montara en su auto.
Michel: ¿A dónde quieres ir? –la miró de reojo mientras encendía el auto.-
Lucero: Pues, quisiera comer de esas cosas que te gustan a ti. –sonrió mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.-
Michel: ¿Y la dieta? –le reprochó-
Lucero: Pues... -hizo una pausa y sonrió muy picara- luego hay vemos -río un poco- quiero comer y comer, tengo excesivas ganas de ingerir calorías,
junto a ti...
Michel: Lucero por favor, no me seduzcas en el carro. –Carcajeo un poco- Lo que yo creo es que estas nerviosa por lo de mañana y no hallas como dejar la tensión a un lado.
-¡DIABLOS! ¿Por qué me conoce tanto?- pensó.
Lucero: Eh, no... es que. ¿ACASO NO PUEDO PASAR TIEMPO CON MI NOVIO? -le apretó el cachete derecho y lo evadió-
Michel: Insisto, a mí no me engañas, hermosa. Estas nerviosa –orilló el auto y lo apagó- Reina, no deberías, tú eres de las artistas más talentosas, sé
que te irá excelente y maravilloso solo como tú eres: ÚNICA. –le sonrió-
Pero para su mala suerte Ella no le habría escuchado nada, después del "Reina"
<REINA>
Solo Manuel le decía así. No pudo evitar recordar tantos momentos, tantas sonrisas, tanta felicidad, mientras Manuel le decía así.
**
<REINA, te amo> así como le repetía cada noche. <No te preocupes, siempre estaré contigo, REINA>Cuando estaba enferma de gripe y él la cuidaba. <REINA LINIS, DE MIJARES> Como le dijo cuándo se comprometieron para casarse, aquel 14 de febrero de 1996...
**
¿Cómo podría decirle que a su <novio> que no le dijese así, porque le recordaba a su gran amor?. ¿Cómo?.
Michel la observó ida y pensativa.
Michel: ¿Me estas poniendo atención? –la observo-
Lucero: Lo siento... es que –suspiró y miro hacia arriba- Michel, no me digas así, -él le miró confundido- Reina... es que no me gusta, me siento extraña.
Michel: Lo siento, hermosa... no quise ser imprudente contigo.
Lucero: No te preocupes, sólo no me digas así y listo –le esbozó una sonrisa, fingida, pero era linda <como ella>.- ¿Entonces a dónde iremos?
Michel: ¡Ya llegamos! –se bajó del auto y le abrió la puerta a ella-
>>Hacía mucho habían llegado y ella no se percató.
Lucero observo el lugar, era un restaurant pequeño, discreto, con un aire italiano, pero de comidas rápidas y llenas de "calorías" como ella quería.
Rápidamente buscaron mesa y se instalaron muy sonrientes, en realidad a ella le hacía muy bien ser tan querida por él...
Tenía sentimientos muy bonitos por él, lo quería como hombre, pero obviamente no tanto como su anterior pareja.
Entre tantas risas, ordenaron: una hamburguesa doble con extra de papas fritas y una gaseosa grande para
ella, cosa que le impresionó, no sabía que comía tanto esa mujer. Él pidió una mediana, sin papas y una gaseosa pequeña. Al llegar la orden, ambos comenzaron a comer, Lucero se ensució un poco la nariz con salsa y
él se la limpió, entonces ella también lo ensució a él; ambos rieron, estaban contentos.
Lucero estaba muy complacida con su comida, hasta que observó a un par de niños junto a un hombre adulto de espaldas entrando. Como buena madre y ex mujer, supo en instantes que eran sus hijos, junto a Manuel...