Antes de esto quiero decirles que ya se acerca el fin de esta historia de amor.
Michel los observaba y mientras lo hacía entendía que al quedarse con Lucero la estaba privando de ser feliz y él
se estaba engañanando al creer que ella lo amaba, porque tal vez lo quería pero ¿Amar? eso se notaba a leguas que no. Entonces salió de la casa sin más, en el momento en que Lucero y Mijares habían terminado de cantar, provocando que Lucero fuese tras de él y dejando a todos ahí en la sala.
Oye, ¿A dónde vas?-Dijo Lucero.
Él se detuvo en pleno sendero de aquel antejardín lleno de flores.
Suspiro con resignación se volteó, la miró y caminó hacia ella.
Iré a donde no pueda verte.-Le respondió sin más.
¿De qué hablas? Ven, vamos.- Lo tomó de la mano.
No, Lucero.- Se soltó con un poco brusco provocando conmoción en ella.- Escucha, yo...-tarareó.- Yo quiero que seas feliz como lo eras ahí dentro cuando cantabas con él. Jamás en el tiempo que te conozco te había visto tan ilusionada, ni siquiera cuando estabas casada con Manuel. Sonará cursi pero... pareciese como si el amor entre ustedes renació. De hecho creo que nunca se murió el amor.
Ella se limitó a fruncir el ceño y derramar unas cuantas lagrimas, mientras el pronunciaba aquellas palabras que terminarían por cambiarle la vida.
A ustedes no se les acabó el amor, solo lo creyeron costumbre y ¿Sabes? Esa es lo suficientemente fuerte como para acabar o unir de nuevo, aunque tal vez este no sea el caso porque más que eso ustedes tienen una compatibilidad que se nota a leguas. Él te sigue amando y tú lo amas a él. Creo que eso está muy claro por tus lágrimas, sabes estoy diciendo la verdad.-
¿Por haces todo esto? -secó sus lágrimas.
Porque te quiero y quiero que seas feliz al lado del hombre que de verdad amas, a pesar de todo lo que siento por ti, no podré causar lo que ese hombre, el padre de tus hijos, causa en ti, esa sonrisa, esa mirada. Por eso te estoy dejando libre.- Dijo sin más y emprendió su ida.
Lucero observó cómo sus guardaespaldas le abrían la puerta del carro para que entrase y arrancara el auto.
Tenía razón: Amaba a Manuel como nunca había amado en su vida y a pesar de que quería a Michel jamás iba a sentir todo lo que sentía por su exmarido, <<EXMARIDO>> esa palabra, era una de sus mayores desventajas, además de que sabía que ya no estaba esperando un hijo con otra mujer y que nunca la había engañado.
Lucero volvió a la casa anonadada, Michel le había terminado y ella no estaba segura de querer volver con Manuel.
¿Mami a dónde fuiste? ¿Estabas llorando?-- preguntó Lucerito.
Eh... estaba despidiendo a Michel y no, no estaba llorando, solo que alguna basurita entró a mi ojo.-le dijo aquella excusa clásica y poco convincente.
Manuel la observó con precisión, la conocía como la palma de su mano y sabía que estaba mintiendo, si había llorado.
***
Ya todos se habían retirado y los niños estaban dormidos, solo quedaban ellos y la señora Lucero.
Manuel observó que Lucero se dirigía a su cuarto y decidió ir tras ella.
A mí no me engañas, ¿Qué tienes?- Le dijo Manuel mientras subían las escaleras de la casa.
Nada Manuel, nada.-soltó un suspiro de resignación.
Te conozco más que cualquier otra persona nena, estabas llorando.-
Lucero se detuvo en la puerta de su cuarto y apoyo la cabeza en esta mientras suspiraba.
Habla de una vez Lucero, por favor.-Le suplico- no me gusta verte así.
Ella lo observo y giro el picaporte.
¿Sabes qué pasa?, tengo tantas cosas que decirte que no sé por dónde comenzar.- se posó en la cama.
Entonces dime, dime. –se arrodilló frente a ella.- te escucho.
Lucero se limitó a inhalar y exhalar profundo, no sabía cómo decir las cosas.
Sé que no es mi deber decirte esto pero... hoy cuando fui a buscarte porque los niños no llegaban, estaba la puerta abierta y Carla, hablaba por su móvil
eh...-tartamudeó y se detuvo.-
Habla de una vez nena.-Le dijo muy ansioso.
Es que... la escuche diciendo que el hijo que espera no es tuyo y que nunca habían tenido nada aquella noche.-Dijo sin más.
Manuel se levantó y movía su cabeza en forma de desaprobación pero ¿Qué estaba escuchando? Sus sospechas era ciertas pero de todas maneras estaba tan confundido. Entonces comenzó a sentir una presión en su pecho, le faltaba aire; su mano halaba el cuello, estaba pálido.
Lucero lo observó y supo que nada estaba bien.
¿Qué tienes Manuel?.-La preocupación la invadía, se levantó y se acercó a él, trató de tocarlo pero ya era tarde, ya todo estaba oscuro para él.