Capitulo 49

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Michel notó la incomodidad de Lucero y siguió la mirada de ella para encontrarse, con... con Manuel y sus hijos.

<Manuel los cuidaría en la tarde> Se dijo.

>Sentimientos encontrados.

Lucero no sabía qué hacer, no quería que sus hijos la n... ¡Que nada! No quería que Manuel la , sus hijos conocían a Michel y lo "apreciaban" o eso parecía, pero Manuel, él... No sabía a ciencia cierta que sentiría al verlo a aparte de su vida, junto a sus hijos; del otro lado de las fronteras de su ser y como actuaría él, cuando observara que ya no era "su spaw".
Por su parte Michel con solo observarle, sabía que no quería que <Manuel> la viera junto a él, era obvio, su cara de angustia lo demostraba todo, dejó su hamburguesa a la mitad y fruncía el ceño cada vez que podía.
<¿Qué hago? ¿Y si me ve?, esa espalda, esas piernas, ese torso... Manuel, estás guapo.> -pensaba mientas mordía su labio inferior-

Michel: Sí quieres nos vamos...
-le interrumpió entre tantos pensamientos-


Ella se quedó muda, ¿Michel se había dado cuenta de lo incomoda que estaba? ¡DIOS! Él también es un buen hombre... no merecía que no le diera su lugar en frente de su <Exmarido>

¡MAMITA! –Se escuchó al aire la voz tan angelical de su primogénito.-

<Solo deja el miedo y quédate con tú novio, Lucero Hogaza León>
pensó.

Lucero: Mi príncipe, precioso –le abrió los brazos para abrazarle-

José: Hola Michel. –le ofreció la mano-

Michel: Jovencito. –se la recibió-

>Era tan educado el menor.


**

Manuel: ¿Dónde se metió tú hermano? –agachó la mirada hacía Lucerito, mientras le agarraba la mano-

Lucerito: Dijo que iría por mamá –encogió sus hombros-

Manuel: ¿Por tú mamá? Pero que... -observó a su alrededor, hasta ver aquellos cabellos rizados caer al aire: era Lucero a quién divisó junto a José y a otro sujeto... era, era, sí era él, en seguida su humor cambió, un leve hormigueo que lo recorrió de pies a cabeza y una presión que partía de su abdomen hasta subirse a la cabeza, sí estaba: CELOSO-

Pronto busco una mesa y se sentó junto a Lucerito, no quería verlos juntos... no era el momento.
Lucero: ¿Y viniste... solo? –Ignoro por completo que Manuel estuviese del otro lado del restaurant, preocupado... seguro, aunque ya se habría dado cuenta, observo que la mirada de él estaba clavada en su mesa.-

De repente el iPhone de Michel comenzó a entonar su ringtone, él lo contestó ahí mismo.

Michel: Sí, con él... No, no, eso no fue lo que dije ¿Para qué? No, no... estoy ocupado, pero hagan las cosas bien, no me hagan ir, ¿Saben qué? Mejor voy. –Colgó un poco furioso- Creo que me tengo que ir, hermosa y es muy urgente.

Lucero: ¿Ocurre algo malo?
–preguntó angustiada-

Michel: Nada, que si no está el dueño, quieren hacer lo que se les da la gana. ¿Nos vamos?. –le preguntó-



José: No mami, no te vayas, mira allá están Lucerito y papá-señaló- No te vayas - le suplicó-

Lucero observó a Michel, estaba de mal genio y no le había agradado la idea del niño.

Lucero: No sé...

Estaba entre la espada y la pared, ¿Cómo decirle NO a su hijo? ...A su adoración, pero... Había llegado con Michel y lo correcto era irse con él, a parte estaba de mal humor y quizás necesitaría de ella. Sin embargo decidió quedarse, por sus hijos... aunque sabía que tal vez eso le causaría algún problema con él.
Lucero: Me quedo. –dijo en tono abrumador-
Michel: Esta bien –Le expresó con mal gesto y ella lo notó- te hablo más tarde.

<Ella esperó a que él le diera un beso o le regalara una mirada; no lo hizo, sabía que desde ya había problemas entre ellos>

Ambos se dirigieron a la mesa donde estaría su pequeña hija y su <Exmarido, MANUEL>: el hombre al cual amaba todavía, el que la ponía aún nerviosa y el único que lograba encender el deseo y la pasión en todo su ser.

Lucerito: Mamitaaaaaaa
–Bramó un poco fuerte-

Lucero: Mi princesa... - la cargó y la abrazó con tanta fuerza.- Hola, Manuel.

Manuel: Hola, rei...
Lucero.

Tomaron asiento, En esa mesa, los niños estaban entre ellos: Jos del lado derecho de Lucero y la niña de su lado izquierdo y él en frente.
La incomodidad se adueñó de ellos dos, las miradas relucían y las ganas de unir sus labios en uno solo saboreaban sus ansias.
Ambos notaban las miradas, el deseo que moría por salir, por hacer que el sentimiento alumbrara una vez más el destino de los dos. Esa tarde Lucero llevaba puesto un T-shirt con un cuello en V que permitía que sus senos se pronunciaran aún más. Manuel observaba cada lugar que sobresalía de ella.
Los ojos le ardían a Manuel, quería besarla, hacerla suya, tener el privilegio de amarla, una y mil veces multiplicando cada noche e inventando cuatro mil caricias nuevas.


>> Que fuese su mujer una y otra vez.

Los pequeños observaban lo que ocurría y más que la nena, José captaba todo lo que se demostraban mirándose. Era tan notable la sed de pasión y amor que se despertaban.

Lucero: Voy al baño.

<Lucero Hogaza León, cálmate.. no puedes andar de calentona con Manuel.... Es que lo deseo tanto> se espetaba en voz mil y un vez en frente del espejo en ese baño, <Dios mío> se tentó su frente, un tanto ardiente y procedió a echarse agua en su rostro, no tenía mucho maquillaje, así que no se iba a notar la diferencia. Se miraba al espejo buscando solución alguna, pero no la encontraba, se sentía mal, estaba así por un hombre que no era su novio pero ¿Cómo no mirarlo? Era el amor de su vida. Miro hacia arriba y tomo aire para salir.

Manuel: Te amo, te amo, te amo. –la empujo hacia atrás obligándola a entrar otra vez al baño.-

Sí, él...¿A caso la esperaba a fuera? Sí.


Lucero: Estas loco Manuel Mijares, suéltame
–le habló con carácter.- No tienes derecho. –Manuel la atrajo hacía él, con una fuerza, casi la lastimaba.- Me lastimas –le miró a los ojos, Oh sus ojos, ¡cómo se perdía en ellos! , eran la mezcla del edén y la felicidad para ella, en verdad amaba que la mirase así, con ardor, con pasión, con deseo... No pudo evitar susurrar un "te extraño" para luego acercarse sólo un poco más y estar a sólo unos cuantos milímetros de rozar una vez más sus dulces y deliciosos labios, esos que ella había besado de Adolescente.

Manuel: Dime que no quieres que te bese... que no quieres que mis labios, acaricien los tuyos sin medida –le acarició la mejilla, mientras jadeaba... ella podía sentir la respiración de él-

Lucero: N....n... ¡no!
-le espetó con más fuerza- que NO, -intentaba alejarlo, pero no podía, él era más fuerte que ella y en realidad quería que la besara- MANUEL que no, yo tengo novio.

"MANUEL que no, yo tengo novio"
Él no pudo soportar eso, sintió apenas como su corazón dejaba de latir en ese momento ¿A caso ya no lo amaba? Impotencia, impotencia fue lo que lo invadió y se aferró más a ella, abrazándola con mucho vigor; dejando a un lado su hombría para que las lágrimas se adueñasen de su rostro, un poco ya aquejado por las arrugas normales a sus 55 años.

Manuel: Dime que me amas, no me dejes mi lindis... no lo hagas. –dijo entre lagrimas que comenzaban a mojar lo hombros de ella-
Lucero se derrumbó por dentro, ESTABA LLORANDO, su Manuel estaba llorando por ella. Estaba muda. No sabía que espetarle para que se alejara por fin.

Manuel: Dime algo, no calles por amor a Dios. –le suplicó-

Lucero: Manuel, Manuel... -logró alejarlo por fin- ya basta, no me hagas sentir mal, por favor. –logró secarle las lágrimas, esta vez era ella la que lo hacía.- Todo este sufrimiento nos lo ahorraríamos si no existiese tú engaño, esos tres o cuatro dedos en la frente, debiste usarlos esa noche en la que echaste por la borda todo nuestro amor, me destruiste Manuel.

Manuel: Me habías perdonado –susurró-

Lucero: Pero, no te perdoné, sólo creí en que me dijiste que eso era un farsa montada por Carla, pero ahora que sé que hay efectos y claras pruebas, no lo haré.


Manuel: ¿Te arrepientes de todo lo que paso en todos estos meses?

Ella se giró y dio media vuelta, para quedar de espaldas a él mirando hacía la puerta.

Lucero: Totalmente.
–dijo ella en un susurró de dolor y salió, dejándolo muerto en vida.-

Lucero se calmó un tanto, antes de llegar a donde los niños, detrás llegó Manuel, pagó la cuenta y luego se embarcaron en la camioneta de él.
En todo el camino, sólo se escuchaban las carcajadas de los niños en la parte trasera. Manuel no sentía lo que ocurría, actuaba por inercia propia, no hallaba que hacer para recuperar a su "lindis". Lucero simplemente estaba aguardando las lágrimas, para una cita con su almohada cuando llegase a casa, en su cama... donde antes hacia el amor con Manuel.

>>Manuel


Su amor.

Su spaw.

Lo que más amaba junto a sus hijos.

Lucero bajó del puesto de a delante junto al conductor y con un simple vacío silencio entró a su casa. Ninguno de los dos se miraba a los ojos, sabían que estallarían en llanto o simplemente la debilidad florecería una vez más.
Manuel se despidió de los niños en la puerta de la casa, no quería entrar a ella por mucho tiempo, no mientras descifraba el malvado plan en el que ingenuamente había caído y en el que por fin... estaba abriendo los ojos.

Quería recordar todo lo que había pasado aquella noche confusa e iba a hacer todo lo humanamente posible para volver a hacer feliz a Lucero, su Lucero.


No Se Murio El Amor❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora