Manuel comenzaba a dudar completamente de su paternidad, había algo en Carla que ultimadamente lo hacía desconfiar y quería saber la verdad...
Carla: No, Stéphania por supuesto que no puedo hacerme esa prueba, sí lo hago podría darse cuenta de la verdad, tengo aproximadamente 7 meses y medio, para el son 6 meses y unas cuantas semanas, sí... mi bebita no es de Manuel.
<Como te odio, Carla.> Se dijo a si mismo al escuchar tras la puerta del baño, a donde se dirigió Carla para tener esa fuerte conversación...
Surcando en sus pensamientos, Manuel no creía que gracias a las mentiras de Carla, una vez más habría dejado ir a la mujer que más amaba en la vida, a la dueña de su amor porque eso sería eternamente. Su familia, su felicidad a la basura por la maldad de una mujer que se mostró como un lobo
vestido de ovejas.
-Los amo- Dijo mientras observaba la foto del portarretrato gris que estaba en mesita de noche, aparecían Lucerito, José y Lucero en el primer año de la niña. Eran tan perfectos, en ese momento su felicidad era portentosa y única. Entonces vinieron recuerdos de aquella noche amarga, eran tan sutiles y turbios a la vez, pero servían, por lo menos para dudar mucho más y decidir por fin descubrir aquella verdad que con suerte lograría devolver la felicidad en la casa Mijares Hogaza. –Voy a demostrar que nunca te he traicionado Lucero, eso te lo juro- salió salió de la habitación.
Al día siguiente.
-Mamá! Papá olvidó mi partido del fut verdad?- Dijo José con un poco de desilusión en sus ojos.
-No creo, príncipe, no lo creo, quizás se le hizo tarde... esperemos un momento- observó su reloj.- sino nos vamos, ya es tarde.
-No es cierto Mamá lo olvidó, ya no le importo, no me quiere. Anda más pendiente del hijo de Carla, ya no somos su familia- Lucero sintió como si un
balde de agua le cayese encima, era cierto, el niño quizás tenía razón ya no eran familia, pero de algo si estaba segura: Manuel Mijares ama a sus hijos sobre todas las cosas y no iba a abandonar a José.
-¡Maldita sea Manuel, contesta!-
se decía a si misma mientras escuchaba el "Tu, tu, tu" en el oído- timbraba, timbraba y la voz de Manuel no aparecía, salvo en la contestadora, estaba aburrida de escuchar "Hola soy Manuel Mijares me encuentro ocupado, si desea puede dejar un mensaje después del tono tuuuuuuuu"
Manuel estaba dormido, la noche anterior habría tomado unas cuantas copas de vino solo en su apartamento, Carla no estaba ella decidió irse a casa
de una amiga por la discusión anterior que tuvieron.
Seis, siete, ocho...diez... trece llamadas perdidas y exactamente a las catorce el mismo número de años que estuvieron casados ante la sociedad, contestó.
[b]-Si, bueno- contestó un poco adormecido.
Lucero se alejó de donde estaba con José y tuvo una muy peculiar conversación con el señor Mijaress.
-¿Dónde diablos estabas metido?- intentó bajar la voz
-Eh, se dice: Buenos días spaw, ah no verdad que ya no soy, en caso tal buenos días Manuel Mijares ¿Cómo amaneciste?-
-No estoy para tus burlas, son las diez de la mañana y no has llegado a casa.-
-¿perdón? ¿A tú casa?-
-Sí a esta casa, la de tus hijos, recuerdas... hoy es 26 de octubre, prometiste que iríamos al partido de José.-
-Rayos! ¿Es hoy?-
-No, tranquilo estaba pre-grabando esta llamada ¿Entiendes?, no seas tan idiota, te bañas, te cambias y vienes a consolar a tu hijo que está
destrozado porque dice que su papá ya no lo quiere y que está más al pendiente del hijo de su nueva amante en turno- Le espetó y le colgó de
inmediato.
Ella intentó calmar al pequeño que estaba destrozado de una u otra forma estaban siendo víctimas de la situación, todos, hasta los niños que no tenían
que ver con los errores de sus o las mentiras de extraños a ellos. No pasaron 20 mins, cuando Manuel ya estaba tocando el timbre de la casa.
-¡Buenas!- dijo en un tono entusiasta.
-Papitooooooooooooooo, llegaste- gritó Lucerito.
-Te extrañaba mi princesa hermosa.- se aferró a ella y la abrazó.
Observó la cara de José, estaba triste, muy triste. Para él era importante que él estuviese ahí que no lo hubiese olvidado.
Se acercó y se hincó a la altura del niño.
-Oye, ¿Me perdonas? Te amo, sabes que ustedes son lo más importante para mí, en serio. No lo olvidé, solo se me cruzaron las cosas.-
-Mentira, estas más pendiente a tú nuevo hijo.- Sus lágrimas se alcanzaban a notar cada vez más por las mejillas.
-No es cierto, nada tiene que ver con lo otro, a ustedes no lo cambiaría ni por el oro más caro del planeta, son mi vida, mi todo.-
-No somos tú familia ya.-
-Claro que sí lo son, una familia se basa en amor y es lo que siento por ustedes tres, son el amor más grande que pude haber tenido en la vida.-
>LOS TRES< Lucerito, José y... Lucero, la incluyó, ella lo notó pero no podía dañar el momento, era demasiado bello observar lo tiernos que se veían los
abrazados.
Después de la hermosa escena se dirigieron a la cancha donde José jugaría. Iba a estar de titular, le tocaba de delantero. Estaba tan feliz, la familia Mijares Hogaza junta de nuevo era un momento mágico e irrepetible.
Sonó el pito el árbitro y rodó la pelota, José jugaba demasiado bien hacía muchos intentos al arco, de seguro metería muchos goles. Lucero y Manuel estaban muy emocionados y orgullosos de su hijo.
Ellos no dejaban de mirarse, tenían días sin besarse, sin tocarse, se extrañaban, se deseaban.
-Gracias por llamarme y recordarme-
-¿Disculpa?, lo hice nada más por mi hijo, no quería verlo triste- dijo ella.
-Es que en serio lo olvidé, lo siento es que...- lo interrumpió
-Eso díselo a él, a mi no me importa en que gastas tu tiempo, dejaste de ser mi problema hace rato.-
Hubo un silencio eterno de un minuto con tres segundos-
-¿Crees que soy un mal padre?- Dijo cabizbajo.
-Si sigues así, quizás puedes llegar a serlo, pero nunca haz demostrado eso. Tal vez la situación te obligue, no lo sé.-
-Es que ya no puedo más, Lucero, no puedo.- La observó un tanto desesperado.
-Si quieres vamos a un lugar más calmado, ya terminó el primero tiempo del partido.
Se dirigieron hacía un parque que estaba al lado de la cancha, era muy bonito tenía muchos árboles y flores de todos los colores, se respiraba aire
fresco, además del que el día no estaba muy soleado.
-Manuel, yo te conozco y sea lo que sea que te pase créeme, sé lo fuerte que eres y es normal que sientas así, por lo general no muestras tus
sentimientos pero sé que dentro de ese corazón hay mucho amor y fortaleza, luz aférrate a Dios.- Le acarició la mejila.
-Es que yo te amo y no puedo tenerte, no puedo besarte, cuidarte, porque simplemente tendré un hijo con alguien que no amo, no quiero y no estoy seguro de que sea mío esa criatura, ahora tú estás con otro, otro que no soy yo, no puedo más. Te amo, quiero estar contigo toda la vida, así como lo prometí ante Dios.-
-No me digas esas cosas Manuel, no... yo desearía no quererte tanto y mira lo que dices-
-No digas nada, eres lo necesito en estos momentos.- Sin decir más la abrazó con tanta fuerza que ella no se negó a corresponderle.
Se miraron fijamente, observaban como ambos deseaban besarse, como sus labios a gritos se halaban para unirse en una de las demostraciones más grandes de amor, a solo milímetros ella recordó su situación, tenía novio y no podía hacerlo por más ex-esposa que fuese de Manuel, porque era eso, su ex-esposa.