-Toma todo con calma, solo por ellos... ya encontrarás salida a todo esto, te conozco y confío en ti.- Le besó la frente.
Tan sublime como su talento ella manejaba esa situación, se mantenía fuerte a pesar de todas las trabas impuestas por el destino. Quería correr, escapar de todo, olvidar todos esos obstáculos que de alguna u otra manera afectaban la integridad de su autoestima y la familia, esa que había construido con amor, con dedicación. Tal vez se habían equivocado mil veces ¿Pero qué? No son perfectos, tienen vicios, hacen trampas y mienten porque sí, por pura vanidad.
-Listo- le dijo Lucero a Lucerito mientras terminaba de peinarla.
-Que linda quedé mamita, gracias- dijo mirándose las dos trenzas que su madre le habría tejido en el cabello. Eran simples, pero a la niña le gustaba ese peinado.
-Que hombre tan hermoso.- Dijo Lucero viendo a su hijo.- Estas hecho todo un galán, con razón las niñas del twitter se pelean por ser mis nueras.
-Mamá- Un poco de pena le dio y sus mejillas se pintaban de un tono rojizo.
-¿Qué? Es verdad. –lo apretó tan fuerte, era uno de sus dos mayores tesoros.- Te amo- le dijo.
-Eres la mujer de mi vida, mamita.- Era tan tierno José y a la vez tan maduro, que no pudo evitar las lágrimas en su rostro, que reflejaban alegría y emoción porque su primogénito estaba creciendo.
Faltaba un cuarto para las 19:00 y ya estaban listos. José llevaba puesto una bermuda beige y una camiseta polo de rayas azules y blanco. Lucerito un vestido rosa liviano, fresco de tirantes un poco holgado del cuerpo que le llegaba hasta las rodillas, con medias veladas blancas y una flats doradas. Por el cambio Lucero se vistió de negro, el color que le agradaba en ropa, era un vestido que le llegaba a mitad de los muslos en las piernas, con una manga tres cuartos ajustado a su figura, en el cuello una gargantilla gruesa lisa dorada y zapatos de tacón cerrados delante, más o menos de 10 cms de altura también dorados y el cabello liso con algunas ondulaciones, en realidad estaba sexy.
Los primeros en llegar fueron toño con su familia y la señora Lucero león, luego 3 primos más.
Ding dong sonaba el timbre y Lucero abrió, era Michel
-Hola.- Dijo él, le intentó dar un beso en los labios pero ella apartó el rostro.-¿Sucede algo?
-Es que estamos en el cumpleaños de mi HIJO.- recalcó- creo que debemos mantener compostura. Por favor.- le sonrió-
-Luces en verdad hermosa- la observó de arriba abajo.
-Gracias, pasa.-
-Buenas noches- Dijo Michel.-¿Dónde está el cumpleañero?.
Todos respondieron un tanto extrañados aunque sabían que él iría.
-¡Feliz cumpleaños, José!- le dio la mano y le entregó el regalo, era un , hacían unos días que se le dañó el que Manuel le regaló.
-Muchas gracias, Michel.- recibió la caja con un sonrisa y la abrió enseguida. – Gracias- repitió.
Eran ya las las 19:55 y el señor Manuel Mijares no aparecía.
-¿Mi papá no va a venir?- preguntó desanimado.
-Claro que sí, príncipe. Lo prometió él siempre cumple lo que...- Fue interrumpida por la voz de Manuel.
-Buenas noches.-
Lucero observó a Manuel, pero él no a ella. ¡Dios! el remordimiento de conciencia volvía tenía que decirle la verdad, pero eso implicaría que la señalase por no haberle creído.
-Llegaste papito, llegaste.- Corrió el niño hasta él y brinco provocando que Manuel lo cargara y algunas de las cajas que traía en las manos cayeran.
-¿Qué pasó? No podría desilusionar a una de las personas más importantes en mi vida, es que se me presentó un pequeño problemita en... en, la oficina, nada de preocupar. Buenas noches a todos.- Saludo a cada uno de los que se encontraban ahí, excepto a Lucero y a Michel porque quería evitar un mal
rato para la celebración de su pequeño.
-Gracias por venir papito.-
Manuel le entrego en las manos las cajas.
-Ábrelos, son todos tuyos.-
El niño desaforado rompió la primera caja, no pesaba mucho, al abrirlas se encontró con un sobre, eran 3 tiquetes de avión con destino a París.
-¿Para mi?-
-Y para con quién quieras ir.- Él suponía que iría con su madre y su hermana.
La segunda caja pesaba un poco más, pero aun así era un poco liviana, la abrió y era una camiseta de selección Mexicana de fútbol.
-Wooow, papito gracias esta padreeee- lo abrazó fuerte.
La tercera caja era un poco pesada, pero más pequeña, el niño la abrió y era un .
-Supe que el anterior se te dañó y pues te compré uno nuevo.- José un poco impactado observo a Michel y a Manuel, pensaron en lo mismo.
-Wow José, ahora tendrás dos iPod- Dijo Lucerito inocente.
-¿No me digas que ya te habían regalado uno?-
-Eh...eh, sí, sí. Michael lo hizo.-
Manuel se quedó callado y observó a Michael con cierto recelo, pero se dio cuenta de que Lucero estaba a su lado, no la había visto estaba bellísisima, en realidad, estaba hecha una diosa.
-Eh... bueno, entonces ahora tendrás dos, no importa.- Dijo serio.
-Muchas gracias por todo papá, son los mejores regalos que haya podido recibir, millones de gracias en serio-
Lucero observaba la dulce escena y se transportó al momento en que estaba dando a luz a José, Manuel cortando el cordón umbilical y ella siendo la mujer más feliz del mundo entero.
Manuel se ubicó en un lado de la sala con Lucerito en sus brazos y no hacía más que observar a Lucero, ¡Como la amaba! Era su Lucero. En ese momento no deseaba más nada que tomarla entre sus brazos y hacerla muy, muy feliz como antes.
Lucero charlaba con Michael y la esposa de Toño, pero también lo observaba, como lo extrañaba, sabía perfectamente que lo de ellos ya estaba muerto
por culpa de sus miedos poco a poco se fue perdiendo el interés.
La cocinera le hizo una señal a Lucero para que se acercara.
-¿Es hora de servir la cena señora?, está todo listo.-
-Sí, creo que ya es hora.- Dijo mientras observaba su reloj
La empleada se retiró y ella quedó sola revisando su iPhone, habían tantas felicitaciones para José, sonreía con cada "Feliz cumple para mi novio"
-Esas Lucerinas son un caso.- pensó y sonrió.
-¿Por qué tan sonriente y callada?- le dijo una voz detrás de ella. Se asustó dando un brinco en el aire.
-Dios, Manuel me asustaste.-
-Así traes la conciencia, nena-
"NENA" hacía miles que no le decía así, Lucero sintió como maripositas recorrían su estómago.
-Pues eh no, solo leía lo que me escriben los twitteros.-
-Ah, leí esta mañana son unos adorados, como dices tú, tenemos nueras repartidas por todos lados- le sonrió.
-Tienes razón, pero siempre les pido estampitas del fut, si no nada.- Carcajearon ambos
-¿Qué se ofrece? Digo, es muy difícil que entres a la cocina.-
-No seas chistosita. Es observé que me observabas y creí oportuno hablarte, hace mucho no lo hacemos.
-¿Yo? Observarte par..- fueron interrumpidos por el sonido del teléfono de Manuel.
-Sí, no, no... estoy con mi hijo, con mi familia ahora no puedo ir, no Car... -observó que la expresión de Lucero había cambiado.- después hablamos.
Manuel estaba lleno de ira, Lucero lo notó.
-Deberías calmarte, te conozco y estas que te lleva el que te trajo.-
Manuel suspiro.
-Ya no puedo más con esto- se apoyó en el mesón de la cocina- no puedo más, quiero salir corriendo.- Dijo mientras su voz se quebrantaba.
Se veía tan inocente, le causaba mucha ternura y a la vez tristeza, no quería verlo llorar.
-Ven aquí.- Le ofreció un abrazo y el accedió.
Estaba lleno de comprensión, amor puro y a la vez de remordimiento, podía acabar con todo y ya era el momento.
-Manuel, yo, yo necesito hablar contigo ¿recuerdas'- Le dijo en el oído mientras lo abrazaba, pero fue interrumpida.
-Lucero...- Dijo aquella persona.