Lisandro

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Rose se preguntó si eso era todo lo que le deparaba la vida.

"Probablemente muera pronto" pensó. Realmente deseaba morir pronto, por que el calor sofocante y sueño causado por insomnio era la peor combinación que podía existir en la vida.

Rose se encontraba en el apartamento que le dieron en Los Ángeles mientras duraban las vacaciones del Sr. Mouse, sin embargo, cómo siempre le había pasado, no tenía nada que hacer. De hecho, específicamente, se encontraba sentada en el suelo, demasiado cerca del balcón, con las ventanas abiertas, rogandole al clima que llegaran las lluvias y rogandole al ventilador que no muriera antes que ella, aunque en realidad sólo se estuviera quedando dormida.

Sus ojos se estaban cerrando lentamente, siendo arruyada por el suave sonido del ventilador. "Si me quedo dormida" pensó "podría morir de insolación"

Decidió ignorar ese pensamiento haciendo eco en su cabeza y le entregó su lealtad a Morfeo una vez más. Sin embargo, antes de que sus párpados pudieran hacer contacto entre sí, una voz masculina proveniente del piso de arriba logró distraerla de su misión.

"Creí que ya había muerto" murmuró para sí misma.

El vecino de arriba solía medio-cantar en las mañanas, que buen humor, pensó las primeras veces que, apenas terminaba su rutina matutina, ya podía escucharlo tararear. A veces silbaba en lugar de cantar o taraear y muy pocas veces dejaba que sólo la música sonara.

Pero hacía poco más de una semana que había dejado de hacerlo. A veces podías escuchar uno que otro ruido proveniente del piso de arriba, pero Rose no los consideró cómo señales de vida.

Al menos no, hasta anoche que podías escuchar cómo hubo acción en el departamento de arriba. Y ahora había confirmado que, efectivamente, era el vecino de arriba y compañía los que hacían tanto ruido a la mitad de la noche.

Sin embargo, decidió ponerle atención a su voz. Era grave, pero suave. Era imponente sin tener que cantar demasiado alto, como si Jared Letto cantara para sí mismo. Le faltaba práctica, pero aún así casi sonaba como un ángel; Un ángel con demasiados pecados, por lo que pudo escuchar la noche anterior.

El sonido de la voz del vecino de arriba fue disminuyendo hasta que ya no podías escucharlo cantar. La música aún no paraba, así que Rose miró hacia arriba.

Se terminó encontrando con nada más y nada menos que el vecino de arriba, observandole desde su propia ventana. Por alguna razón, Rose se sintió nerviosa.

—Buenos días— dijo el vecino desde su balcón.

—Uuuh...— Devolvió el saludo eficientemente.

—Quería preguntarle— Continuó el vecino de arriba —¿Tiene algo que hacer hoy?—

De nuevo, Rose hizo un ruido para tratar de comunicarse. Sintió su garganta raspar, y decidió sólo negar con la cabeza.

—¡Bien! ¿Le molestaría si bajo a pasar el rato con usted?—

Bien, el vecino de cabello negro hizo que la muerte perdiera su seductor encanto.

* * * * * * * *

Resulta que el vecino de arriba era una persona bastante interesante. Era abogado, pero le iba mejor trabajando en una librería dónde sólo tenía que ir a trabajar los fines de semana; por lo tanto, tenía tiempo para salir todo el tiempo que le diera la gana.

Había veces en que no volvía a su apartamento hasta pasado el medio día o hasta al día siguiente, pero cuándo alcanzaba a llegar para el desayuno, solía cantar, sólo por rutina.

Su nombre era Lisandro.

"Lindo nombre" hubiera dicho Rose si fuera capaz de hablar correctamente. Tal vez era su nombre, su voz, el hecho de que siempre estaba puntual para escucharlo o su presencia misma lo que la intimidaba, pero aún no dejaba de ser un chico encantador.

"¿Sabes?, me recuerdas a Howl, sobretodo por tus ojos y tu cabello" esa es otra de las cosas que Rose le diría.

Pero esa persona parecía tener demasiada vida social cómo para conocer a Howl.

—...Entonces creo que esos boletos son inútiles ahora— Lisandro terminó de contar cómo le habían cancelado una cita al museo de arte, por sabrá Dios que razón.

—Podrías invitar a alguien más— dijo Rose sin pensar, antes de llevar otra cucharada de helado de vainilla a la boca.

—¡Gran idea! ¡Hay que ir los dos!— Exclamó el azabache, haciendo que Rose casi se atragantara.

—¿Yo?

—¿Por qué no?

Rose no podía protestar ante esa respuesta. "¿Por qué no?" Rose repitió para sí misma. "Tal vez por que apenas puedo mantener esta conversación sin querer decir lo ridículamente atractivo que me pareces"

—Entonces, ¿Vamos? Es cómo en dos semanas— Insistió Lisandro, usando esa sonrisa que le recordaba a alguien de cierto lugar.

Ella se encogió de hombros —De acuerdo.

Lisandro, por su parte, estaba poniendo demasiada atención en las facciones de su vecina cada vez que llevaba un poco de helado a su boca. No sabía por qué, pero su rostro cambiaba totalmente cuándo comía; Tampoco sabía si sería normal, pero quería descubrir que era lo que hacía que su rostro cambiara tanto, no importaba cuántas veces tuviera que invitarla a comer. O ir él a su departamento para comer.

También había algo en ella que le parecía familiar, pero sentía más interés en memorizar cada movimiento que hiciera su rostro.
Pronto, cómo reacción natural, Rose sintió que estaba siendo observada por demasiado tiempo, así que giró la cabeza para mirarlo; Lisandro, sintiéndose nervioso por primera vez en mucho tiempo, buscó algo con que desviar la atención.

—¿Ese es un cenicero con forma de la estrella de la muerte?

* * * * * * * *

Estaba en problemas. En muy serios problemas. Habían pasado 6 días desde que Lisandro había bajado a su departamento por primera vez, y desde entonces, o ella estaba demasiado tiempo en el departamento de él, o él estaba en el de ella.

La noche pasada hicieron un maratón de Star Treck, y en algún momento de la noche, se desviaron del plan. ¿El problema?, Estaba en la cama de Lisandro. Aún seguía en ropa interior y para colmo recordaba bastante bien lo que había pasado la noche pasada.

—Rose, ¿Ya estás despierta?— Lisandro salió del baño de la habitación, vestido con sólo un pantalón de mezclilla, mientras acomodaba con sus manos su cabello húmedo.

Deseó con todas sus fuerzas que le diera un paro cardíaco, pero a los 3 segundos que se tardó en responder se rindió;

—Hola— Dijo tratando de actuar normalmente.

Lisandro río —Hola—

La rubia miró debajo del cuello de su vecino y se sonrojó. Inmediatamente se sintió cómo una estúpida, siendo que anoche hizo más que ver su torso desnudo.

—¿Estás bien?— Preguntó el pelinegro, al notar el cambio en la expresión de Rose.

—Creo que sí— Respondió casi en un susurro. —Perdón— Añadió.

—Por lo de anoche— Dijo para explicarse en cuánto notó la mirada de Lisandro. —Por dejarte con las ganas.

—Ah,eso— Dijo mientras se dirigía al armario y sacaba una playera. —No tienes por qué disculparte. 

Ay, madre. Con que siguiera así iba a conseguir que ella le diera todo. Hasta hijos y sus dos riñones. 

* * * * * * * * 

Su madre no respondía sus cartas. Ni su padre, ni Kenny. Ni si quiera las que tenían dinero. 

Su única forma de saber algo de ellos era 

Atrapada en South Park.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora