¡Mataron a Kenny!

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Después de una ardua lectura de hora y media, esperé a que todas terminaran de redactar sus ensayos y así poder largarme de ahí.

Terminaron casi otra hora después, cuando ya había oscurecido, lo cual me recordó lo sobreprotector que mi padre puede llegar a ser, así que le pedí a Wendy que me regresara el libro al día siguiente en la escuela, y me fuí corriendo a casa, tomando uno de los dichosos atajos que ella me contó.

Pudiendo haber tomado cualquier otro pinche atajo más concurrido, mejor iluminado y poco peligroso, me fuí por una calle que pasaba enfrente de un bar; Justo cuando estaba pasando el bar, de la calle que cruzaba, salió un grupo de cuatro, bloqueandome el paso. Caminaron hacía mí hasta que me tenían acorralada contra una pared y un enorme contenedor de basura.

Con desesperación comencé a buscar algo con que defenderme, y justo cuando pensé en usar mi propia mochila, ví un banquito cuyas patas se habían roto; Cuando sentí que mi espacio personal estaba siendo invadido, tomé ambas patas rotas y golpeé a cualquiera que se me pusiera enfrente.

Sin soltar los palos, continue corriendo incluso cuando mis pulmones comenzaban a arder. Por desgracia, mi plan de seguir corriendo hasta llegar a casa se vio interrumpido por un tropezón que me hizo rodar en el suelo, alejandome de mis armas improvisadas.

Como la rubia estúpida en las pelícuas de terror.

Uno de los tipos sacó un arma de fuego, haciendo que casi olvidara como respirar, y cuando ví que comenzaba a jalar el gatilo, cerré los ojos despidiendome de toda esperanza; Escuché el disparo, pero pasaron los segundos y no sentí nada.

Tal vez así se siente morir.

Abrí los ojos para ver al grupo de cuatro correr como alma que lleva el diablo, y después darme cuenta de que alguien más se desangraba frente a mí por la bala que estaba dedicada a mí. Me acerqué a la persona que estaba tirada frente a mí, sólo para ver a Mysterion dar su último aliento de vida frente a mí.

—¡Oh por–!

Antes de terminar la frase, me alejé corriendo para vomitar todo lo que comí el día de hoy. Me levanté y giré la vista hacía el de nuevo; No duré mucho viendo el cadáver, por dos razones:
Una: Mi estómago amenazaba con sacar todo lo que comí en la semana.
Dos: El arma que mató a Mysterion estaba no muy lejos de su cuerpo.

Saqué una hoja de papel de mi mochila y envolví el arma en el papel. Con cuidado de no mirar de nuevo el cuerpo, me fuí corriendo de ahí, en busca de un teléfono público.

Usando mi talento de poder imitar voces ajenas, llamé a la policía, y les conté todo lo que pasó de una manera resumida; Terminada la llamada, corrí sin mirar hacia atrás, hasta que llegué a casa.

* * * * * * * *

De nuevo, la canción de moda sonó en el radio despertador, a las 7 am. Realmente, no me tuve que despertar, solo me quedé escuchando esa estúpida canción por unos momentos más, para luego intentar apagarlo.

El botón para apagarlo de por sí ya estaba fallando, y el golpe que le dí fué suficiente para que me colmara la paciencia. Me levanté de mi cama y busqué con la vista algo con que apagarlo. No encontré nada útil así que sin ningún cuidado, lo lanzé contra cualquier otra pared; La cual resultó ser la ventana de mi cuarto.

Ash, carajo.

Sin darle mas importancia, seguí mi rutina matutina. Excepto por la parte de ir a la parada de autobús.
No tenía ganas de ver a Eric. Ni a Stan. Ni a Kyle; Pero tenía que decirles. Como fuera, caminé a la escuela, evitando cualquier calle que me recordara lo que pasó la noche anterior.

Atrapada en South Park.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora