Atrapada en South Park.

La resistencia.

Despues del juramento de la saliva, el cuarteto de amigos me dirigió en un paseo por la ciudad. En el camino, no abría la boca más que para alguna pregunta ocasional.
Me di cuenta de que casi todo lo que pasaba alrededor de ellos, debería ser arreglado por gente más madura, la cual, no sé como no me dí cuenta antes, en su mayoria son tan ignorantes de los problemas de su propio pueblo que entendí facilmente por que los niños del pueblo tomaban cartas en el asunto y no sus padres; Supongo que llegarían a ser grandes y mejores personas que sus padres si salían de ese pueblucho.

Curiosamente, la mayoría de los juegos de los niños de South Park terminaban así por lo que me contaron; Justo en ese momento debí haberme dado la vuelta, y regresar a ver mis series extranjeras por internet.

—Ya diganme a donde carajo vamos— Dije con desesperación; No llevabamos mucho caminando, pero yo no soy de esas personas que aguantan mucho tiempo caminando.

—Ya casi llegamos, además seguro que te va a gustar a donde vamos— Dijo Stan.

¿Y tu como sabes que me gusta ó no?

—Sobre todo por el marica oxigenado— Dijo Cartman riendo.

—¿Oxigenado?— Pregunté levantando las cejas.

—Ya sabes, Gregory— Dijo Kenny, como si me estuviera asegurando que el cielo es azul.

—¿Y por que creen que me agradaría ir a verlo? A ustedes no les cae bien…— Dije un poco molesta. En realidad apenas me importaba (ó no) que fueramos a buscar a Gregory, le debía un favor de cualquier forma; Lo que me molestaba es que suponieran por cuenta propia lo que me gusta y lo que no; Aunque no pensaba aclararles eso.

—No nos cae bien, pero el está a cargo de una de las primeras cosas grandes que hicimos los niños de South Park— Explicó Kyle.

Me quedé absorta en mis propios pensamientos hasta que me dí cuenta de que nos dirigiamos a la parte abandonada de la ciudad; No pude evitar sentirme nerviosa cuando recordé "la condición" de Kenny, pero intenté no darle mucha importancia. Al final, logré distraerme a mí misma de ese tema, y reaccioné.

¿Que carajos hace Gregory Yardele en estos lares de este pueblucho?

Todo lo que parecía ser un viejo negocio estaba cerrado. Puertas trabadas, ventanas tapadas con tablas de madera y todos los edificios abandonados. Por alguna razón, no pregunté por que nos dirijíamos al peor de todos esos edificios. Parecía que si le daba una patada a alguna pared, este se vendría abajo; Lo cual es mucho decir por que mi fuerza es el equivalente a mis cabellos rubios: Los suficientes para mantenerme en pie y poder pensar en cosas aún más estúpidas que las que me rodean.

¿De dónde salió ese estereotipo sobre las rubias?

—¿No vienes?— La voz de Stan me sacó de mis pensamientos. Como siempre, no respondí y los seguí, hacia ese frágil edificio.

Eric tocó la puerta, causando no sólo el ruido natural, si no también que la puerta rechinara; Acto seguido, la puerta se abrió un poco, dejando ver los enormes ojos y el cabello rubio de Butters. Me limité a levantar una ceja.

—¿Contraseña?— La dulce voz de Butters me pareció escucharse dura un momento, pero parece que se arrepintió, más al notar la reacción de Cartman, el cual frunció el ceño ligeramente.

—Venimos a ver a Gregory, dejanos pasar Buttters— Dijo Stan, siendo más comprensivo que cualquiera ahí.

—Oh, cierto— Volvió a cerrar la puerta, escuché un par de chapas abrise, y la puerta se abrió. Eric, Stan, Kyle, Kenny y yo entramos al edificio, en ese orden.