Capítulo. 38 "Gota doble"

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-Señorita Stevenson, no esperábamos verla hasta en unas semanas.

-Decidí que sería mejor testificar de una vez, claro, si se puede.

-Mientras antes mejor, por supuesto—dijo el General Wratt con una sonrisa—Por favor, sígame.

Debo estar loca. Demente. Debo ser internada inmediatamente en una institución psiquiátrica.

No hay nada más que pueda escuchar mas que la cuidad y los demás autos. Le había dado un último vistazo a mi casa antes de salir y estaba segura de haber tomado la decisión correcta al subirme al Bentley nuevo de Adam.

-Disculpa si esto ha sido precipitado, ¿tenías algo que hacer?

Claro, tengo que hacer maletas... ¡me iré de aquí en unos días campeón!

-En realidad, no—digo mientras miro por la ventanilla. Soy lo bastante hábil para recargarme en un solo brazo. Pienso en mi cabello. Sé que es un desastre.

Como mi vida en ese momento.

-Pensaba que podíamos ir a un restaurante que Tommy me recomendó, después, no sé, iremos a donde quieras.

Decidí mirarlo por un segundo. ¿En realidad estaba actuando como si nada hubiese pasado?

-¿Cuánto llevabas esperándome?

No contesto inmediatamente. En su lugar, emite un corto suspiro.

-No tanto.

Y sonríe, sin mirarme.

Algo había cambiado en él, pero no sabría decir con exactitud que era. Sea lo que fuera me tranquilizaba.

-Adam, con respecto a lo que ocurrió en tu casa. Lo siento, de veras.

-No chica, fue culpa mía. Revisé mi teléfono, si habías llamado. ¿Por qué dijiste que no lo habías hecho?

Chica.

-No creo que eso sea lo importante ahora.

Apenas me ve de reojo porque va conduciendo y eso en verdad me apena un poco. Desearía que por lo menos nos viéramos a la cara para discutir esos asuntos. No debí haber hablado tan rápido.

Adam niega con la cabeza, cerrando por un segundo los ojos.

-Tienes razón, claro. Está bien, con respecto a lo que ocurrió...

Y el silencio. Maldito silencio.

-Ah—expresa incómodo—Que cosa.

-Sabes, olvídalo por ahora, no debí recordártelo.

Gira su rostro rápidamente y sus ojos se encuentran con los míos. Me preguntaba si había sido buena idea venir.

...

La comida ha sido tranquila. Demasiada incómoda a decir verdad. Adam y yo hemos tocado temas muy triviales, algo muy inusual en nosotros. Parecíamos dos extraños. Me empeñé excesivamente en evadir temas muy personales. Hice trabajar mis neuronas para que solo se concentraran en la superficie, en aquella capa de trivialidad y superficialidad que a nadie le hacía daño; temas sobre la música y nuevos artistas que se estaban dando a conocer fue lo que salvó mi cuello.

No hubo postre. Solo una comida aburrida y Adam Lambert frente a mí.

-Y dime, ¿Qué has hecho tú?

Dice todo esto con una sonrisa.

-¿Qué puedo decir? He estado tranquila, simplemente.

-Oh vamos—dice riéndose— ¿Nada más?

El Rol PrincipalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora