Capítulo. 4 "Bajo control"

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No sabía porqué, pero después de haber hecho "lo más difícil" aun seguía ahogándome en un mar de dudas. Mis mejillas aun seguían calientes y rojas. Claro, después de aquel incidente en el auto, como no. 

Estoy exagerando las cosas... ¿él quería que fuéramos una pareja no? Ahí estoy yo.

Ya me había dado un baño, había almorzado e incluso pude arreglar una cita con la disquera para el día siguiente, pero todo seguía igual. No dejaba de pensar en el idiota aquel y en como me sentía al respecto. Caí exhausta mentalmente en el sofá, de repente sintiendo una comodidad enorme, como el de estar flotando en una nube. Seguí analizando y pensando, y me cansaba cada vez más, vi los minutos pasar, hasta que finalmente me quedé dormida.

Había despertado. Dios, alguien está tocando la puerta bastante fuerte. El sonido era desesperado e insistente, así que miré el reloj. Dos de la mañana. Insegura y cansada fui hacia la puerta, decidida a golpear al estúpido que se tratara de aprovechar de mí. La abrí lentamente, era Adam. Sus ojos se veían cansados, estaba despeinado, y podría pensar que  había tomado algún tipo de sustancia prohibida o había tomado de más. Me miraba fijamente y debo confesar que era algo aterrador cuando en realidad su mirada es tierna e inspira alegría. Dio unos cuantos pasos hacia mí. Yo di unos cuantos hacia atrás.

-Adam...—apenas pude decir.

Se acercó mucho mas y me tomó de la cintura, cerrando la puerta detrás de él. Con la mano que tenía libre, me condujo hasta el sofá y me tiró de un beso. No pude resistirme, algo me mantenía en ese estado...está encima de mí, me aprisiona, no puedo respirar... Y cuando abro los ojos, ya no es él.

¡Muere, basura!

-¡NO!

Desperté. Santo Dios. No puede ser. Esa ha sido la experiencia más extrañas y aterradoras que he tenido . Mi mente ha jugado sucio contra mí, de nuevo. Me incorporé en el sofá y me doy cuenta de que el sol ya había iluminado la casa. Vi el reloj... 9 am. ¡Mierda! Tengo una reunión con la disquera a las 9:40... y debo decir, RCA no es muy tolerante con los retardos, bueno, con casi nada, pero los retardos digamos que era como si alguien hubiera hecho explotar el enorme edificio.

En menos de 20 minutos estaba lista, café listo, cabello listo... me miro al espejo. Esta vez me da por quitarme apenas aparezco en él, y no sé porque, siento decepción. Al parecer no todo iba tan bien como pensaba y ahora, esa sensación vuelve a mí; me doy cuenta que nunca se ha ido. Apago la luz del baño al salir y tomo todo lo necesario. Espero que no se me haya olvidado cómo conducir.

...

Esquivo como toda una profesional los autos de la carretera dando pequeños sorbos a mi café, teniendo aun 20 minutos para llegar. Había llegado a un alto, y escuché mi celular sonar. Prendí el manos libras y contesté, viendo que el semáforo había cambiado de color. Estuve a punto de avanzar, no sin antes que un tipo se atravesara por mi camino.

-Ve por donde manejas... ¡Estúpido!—y me di cuenta de que tenía la llamada en curso.

-¿Mucho tráfico?—dijo casi al borde de la risa.

Oh no. Es Adam.

-¡Adam! Ho-la...

-Parece que vas en el auto...

-Estoy en camino hacia instalaciones de la disquera. Y creo que voy tarde—di un sorbo a mi café.

-Se que a veces en RCA se vuelven locos con los retardos en las citas, y que mal Mía, pensaba en invitarte a comer, pero creo que será otro día.

Me iba a invitar a comer...¿Desde cuando? Las únicas veces que salíamos juntos a comer era cuando nos acompañaba un grupo de ejecutivos, o amigos de Adam, a los cuales nunca conocía, y por lo general no duraba mucho tiempo en ese tipo de reuniones. Lo demás eran salidas de quince minutos por un café, de pasada, cuando solía acompañarme a la oficina o la disquera. Fue ahí cuando me di cuenta que tal vez nuestra relación de amistad se había opacado un poco por la de trabajo.

El Rol PrincipalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora