Capítulo. 40 "Estrella"

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Adam sostenía mi cuerpo inmóvil. Frío, inerte.

Lo sabía.

-De alguna manera...lo entiendo, Mia. Lo hago—susurra de nuevo en mi oreja.

Me había tomado completamente por sorpresa ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?

-Lo sabes—por fin logro decir. No creo que hubiese logrado escucharlo, aquello no fue más que el puro movimiento de mis temblorosos labios.

Somos como dos piezas de algún rompecabezas. Piezas totalmente diferentes entre sí. No, por más que trataran de hacernos encajar nunca nadie lo lograría. Adam se comprimía más, encerrándome entre sus brazos, como si tratara de juntar aquellas piezas con todas sus fuerzas.

No merecía estar cerca de él.

Pero mi cuerpo no respondía.

Retomo de nuevo sus palabras dichas. No, estoy segura que no lo entiende. Yo no lo entiendo. Acabamos de hacer una promesa pero solo hemos vuelto a lo mismo.

-De verdad no sé cómo reaccionar—dice serio.

Por supuesto que no. Y pensar que lleva días así. A penas me doy cuenta del daño que le he causado.

-No...

Era demasiado. Recobré mis sentidos y lo aparte sin verlo a los ojos. Me llené de vergüenza y miedo. Esto era un círculo vicioso, dando vueltas, vueltas sin parar.

Aún tenía mis manos sobre su pecho como intento de apartarlo de mí. No me sorprendería que en cualquier momento comenzara a desquitarse. Está en todo su derecho después de todo, en este momento no merecía ni siquiera posar mis ojos sobre él.

-No voy a decirte nada. Más que desearte la mejor de las suertes.

Lo soltó como si aquellas palabras hubiesen sido el producto de un gancho al estómago; un suspiro que poco a poco iba a desvaneciéndose para abrirle el paso al dolor. A este punto las palabras no iban a arreglar nada.

Con lentitud bajé mis manos a la par con mi rostro. Veía nuestros pies, el suelo, las luces, y escuchaba la terrible música mezclada del club. Quería que todo pasara.

O que no pasara nada.

-Somos solo un par de adultos inmaduros—expresa con cierta nostalgia. Aun encontraba increíble cómo incluso con la música no se perdía su voz—Dije que iba a ser difícil olvidarte, pero no como tú crees.

Todos mis intentos para evitar verlo son inútiles. Adam se inclina lo suficiente para encontrar mis ojos en la oscuridad. Su cabello en pico me cosquillea la frente por un segundo y soy obligada a verlo. Su cara está alineada con la mía. Vuelvo a paralizarme.

-Olvidaré a la Mia que Los Ángeles creó. La que miente para sobrevivir, al igual que yo—susurra con una cansada sonrisa en los labios. Su aliento tiene un ligero olor a alcohol, pero sé que esta noche no lo controla. Retrocedo unos cuantos centímetros, pero esta vez no lo dejo de seguir con la mirada—Haré lo que tu propusiste, porqué sé que es lo mejor para mí...para nosotros.

Nosotros.

Ahora es él el que baja la mirada. Para mi sorpresa no se muestra enojado o que está a punto de explotar. Está claramente y totalmente triste y decepcionado. El pecho se me hunde ante tal expresión suya.

-He sido egoísta—admito— ¿Cómo es que confías en mi después de lo que te he hecho?

Con lentitud, devuelve su mirada a mis ojos. Como hubiese deseado no haber dicho nada en ese momento. Trata de componerse después de todo; se incorpora y regresa a su altura normal, de nuevo sacándome casi dos cabezas de diferencia.

El Rol PrincipalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora