CAPÍTULO 3- Despertar

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Despierto desconcertada. Abro los ojos y un rayo de sol que se cuela por la ventana me da en la cara y la cabeza me da un pinchazo. Los vuelvo a cerrar. Compruebo que todo esté bien y que no me falte ninguna parte de mi cuerpo. Muevo un poco mis piernas y me toco las puntas de los dedos. Siento dolor en las rodillas. Me giro hacia el lado opuesto de la ventana para que no me dé el sol y siento un enorme peso en mi cabeza y muchos pinchazos. Doy la vuelta más lenta y vuelvo a abrir los ojos. Veo una cómoda con un espejo delante de la cama, al lado izquierdo. Eso no estaba ayer en mi habitación. Espera, ¿Dónde estoy? Esta no es mi habitación. Me entra el pánico y aparto la mirada de la cómoda y veo unos ojos verdes mirándome desde la puerta de la habitación. Me incorporo bruscamente olvidándome de mi dolor de cabeza y grito. Parece que eso le pilla por sorpresa, porque él también grita.

-¿Pero por qué coño gritas? –me dice enfadado- ¿estás mal de la cabeza o qué?

-¿Quién eres? –digo mientras empiezo a respirar entrecortadamente. Me va a dar un ataque, lo sé- ¿Dónde estoy? ¿Qué q-quieres de mí? –le digo y empiezo a tartamudear y se me llenan los ojos de lágrimas.

-Tranquila –dice y se sienta en el borde de mi cama. Bueno, de la cama.

Le observo mientras se acerca. Anda muy seguro de sí mismo, y como para no estarlo... lleva unos pantalones de chándal que le caen en la cintura y una camiseta blanca de manga corta donde se aprecian todos los músculos que tiene en los brazos. Tiene el pelo castaño y lo lleva hacia atrás. Sus ojos verdes me observan con tanta fuerza que me olvido de donde estoy por un momento. Es guapísimo. Demasiado.

-A ver –me dice con toda la paciencia del mundo- ¿Qué recuerdas de anoche?

¿Anoche? ¿Y eso que importa? Y entonces caigo. Es verdad, anoche fui a una fiesta. A la fiesta de Sophia. Sé que estaba bailando y que bebí dos chupitos y un cubata... entonces, ¿por qué me duele todo tanto? ¿De verdad me emborraché con eso? Es imposible. Intento recordar más y lo último que recuerdo es agua por todas partes y que me asfixiaba.

-La piscina –digo más para mí que para él- ¿me salvaste tú? –le digo y me quedo mirando sus manos. Tiene los nudillos hechos polvo.

-No, fue Jane –dice y le miro. Esboza una enorme sonrisa.

Cuando estoy a punto de preguntar quién es esa chica de la que tanto oigo hablar alguien grita. El chico pone los ojos en blanco y se levanta de la cama y va hacia la puerta, aunque no le da tiempo a salir, ya que entra una chica sollozando. Lo primero en que me fijo es en sus pechos. Sus grandísimos, enormes pechos. Oh dios mío. Abraza al chico y sus cuerpos no se tocan, ya que los pechos de la chica lo impiden. Me quedo observándolos y pienso que es su novia o algo así, pero mirándola mejor ella parece más mayor que él. Tiene todas las curvas que cualquier chica desearía. Su melena rubia le llega hasta la cintura y esta desgreñada. Me fijo más y solo lleva una camiseta de tirantes y va en ropa interior debajo.

-Jake –solloza la chica. Tiene una voz aguda muy mona. Es como si fuera una niña, aunque no lo parezca- me he quedado dormida –se aparta y empieza a zarandear al chico, aunque este le saca más de 10 centímetros. Él empieza a reírse.

-He intentado despertarte más de 10 veces –le dice el chico, Jake.

-Jane me va a matar.

-¿Pero se puede saber quién es esa chica? –digo y elevo el tono más de lo que me gustaría. Solo hago que oír hablar de ella, y una de las primeras cosas que me dijeron fue que me alejara de ella, y ahora parece que estoy en su casa.

Ella da un pequeño grito del susto, parece que aun no me había visto. Me mira extrañada y me sonríe amablemente.

-Yo soy Jane –oigo una voz fuera de la habitación. La rubia se esconde detrás de Jake y los dos se echan hacia atrás.

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