CAPÍTULO 29- Estallar

40 8 1
                                    


JAKE

Una luz me despierta. Abro los ojos, pero me ciega de tal manera que los tengo que cerrar enseguida. Joder, me molesta demasiado esta luz. Tengo calor. Estoy ardiendo y en mi cuerpo se podría freír ahora mismo un huevo. Intento estirarme un poco, pero algo me lo impide. Hay dos cuerpos a mis lados. Mierda. Vuelvo a abrir los ojos pero la luz me vuelve a cegar e intento recordar algo de anoche. Fui a la fiesta en la cabaña de Sophia... bebí bastante, pero no tanto como para que todo esté tan negro. Joder... ¿Qué coño hice? Me levanto con los ojos cerrados y los intento abrir una vez más cuando noto que la luz ya no me da directamente en los ojos. Primero reviso mi cuerpo y veo que voy sin camiseta, aunque llevo los pantalones de anoche. Por el ruido que hay fuera en la calle deduzco que ya no estamos en la casa esa de Sophia, ya que se escuchan demasiados coches. Me quedo boquiabierto cuando veo con quien he pasado la noche. Alexia y Nicole están sobre la misma cama donde dormía yo, y las dos están en ropa interior. ¿Qué coño hice? El pánico se apodera de mí al no poder acordarme de nada, nunca me había pasado esto. Las miro una vez más y me repugno. He traicionado a Jane, como se entere de esto no me va a perdonar en la vida. Nicole se remueve un poco y me quedo petrificado para no hacer ningún ruido que la pueda despertar. Joder, ni tan siquiera recuerdo que estuviera en la fiesta. Empiezo a respirar con dificultad y decido salir de ahí. Cojo mi camisa del suelo y me pongo rápidamente los zapatos y salgo de la habitación. La puerta de salida está delante y después de bajar unas escaleras, salgo a una calle que no había visto en mi vida. Por suerte, pasa un taxi y me tiro encima de él para que se detenga. Le digo la dirección de la urbanización y me dice que no está muy lejos. Mientras nos vamos alejando del piso donde he pasado la noche con las zorras amigas de Sophia intento recordar el último momento antes de que todo se vuelva negro. Recuerdo meterle un puñetazo a alguien y por lo entumecida que tengo mi mano derecha, sé que es real. Pero no es eso lo último, hay algo más... un porro de Ian... y la bebida de Logan. Después todo es negro. Me miro en el espejo retrovisor y veo lo dilatadas que están mis pupilas, y por cómo me molesta la luz, juraría que me drogaron. Cuando la idea se me pasa por la cabeza, la rabia por ser tan imbécil como para fiarme de esos capullos y la idea de que me drogaran me hace dar un puñetazo al salpicadero del coche.

-Perdón –digo por cómo me mira el taxista.

Refunfuña un poco pero paso de él. A ver, ¿para qué coño querrían drogarme? No tiene sentido. El porro de Ian es imposible, ya había fumado uno en el coche y me acuerdo de lo de después, así que supongo que sería la bebida que me dio Logan. Pero, ¿por qué? ¿Para qué no le contara a Jane que se está acostando con Sophia a sus espaldas? Ese tío es un auténtico capullo y pienso partirle la cara después de pedirle unas cuantas explicaciones. Miro la hora en mi móvil y son las 7 de la mañana. ¿Cómo le voy a explicar a Jane todo esto? Joder... ¿Dónde coño le digo que he estado? No le puedo decir que estuve en la discoteca de Thalia toda la noche, porque si por algún caso le preguntara sabría que es mentira. Noto mi corazón acelerado y respiro hondo varias veces. ¿Por qué coño debería contarle nada? Entre nosotros no hay nada, solo somos amigos. Y después de todo lo que ha pasado este fin de semana, dudo que seamos hasta eso. La discusión con mi madre vuelve una vez más a mi mente, pero la vuelvo a encerrar en el lugar oscuro en la que la había puesto. Le prometí a Jane que le daría otra oportunidad, pero no sé si estoy preparado para eso. Me toco la nuca varías veces e intento relajar mi cuerpo, pero no puedo. Todo se amontona en mi cabeza y me está produciendo un dolor de cabeza inmenso. Por lo menos, espero no haberme acostado con ninguna de esas dos zorras, pero estaban en ropa interior... Intento recordar algo, pero es inútil.

-Ya hemos llegado –dice el taxista y levanto la vista para ver la casa de Jane.

-Esto... -me rebusco entre los bolsillos, pero no hay ni rastro de dinero- Espérese aquí, necesito entrar a por dinero.

Mi voz suena tan autoritaria que el taxista asiente a pesar de la cara que pone de desagrado. Salgo del coche y entro al jardín delantero de Jane. No tengo ni fuerza para levantar los pies del suelo. Cuando estoy subiendo las escaleras, escucho como la puerta principal se abre y levanto la cabeza. Jane me mira frunciendo el ceño y mirándome de arriba abajo. Recorre con sus ojos fríos mi torso desnudo y posa sus ojos en los míos. Me recompongo y me enderezo mirándola fijamente a ella también, pero no sé si soy capaz de hacerlo durante mucho tiempo. La imagen de Nicole y Alexia me atormenta y doy un paso para que me deje entrar en casa, aunque no se mueve.

-Vaya, parece que ha sido una noche larga. –Dice estudiando mi rostro.

-Sí –me limito a decir con voz grave, pero ella sigue sin apartarse- Tengo que pagar el taxi, necesito entrar.

Por un momento sus ojos se desvían de mí y miran el taxi. En esos segundos inspecciono yo su rostro y su cuerpo. Las ojeras han reaparecido más oscuras y seguro que se habrá pasado la noche despierta. Por como tiene entrecerrados los ojos me doy cuenta de que a ella también le molesta la luz, así que supongo que ayer bebió de lo lindo en casa. Lleva ropa de deporte y va con su trenza que tanto me gusta y la cinta del óvalo en la cabeza, seguro que se va a correr. Joder, está tremendamente sexy... una brisa nos azota y el olor que me llega de ella invade mis fosas nasales. Sin poder evitarlo doy un paso adelante y cojo su trenza entre mis dedos. Me la llevo a la nariz y la huelo. Sus ojos se vuelven a posar en los míos y tiene que levantar la cabeza para mirarme, estamos a escasos centímetros... Su fragancia relaja mis músculos como si fuera medicina y pongo mi mano en su cintura para atraerla un poco más a mí. Soy un auténtico capullo, soy su amigo joder, debo contarle lo que pasó anoche. Tal vez si le suplico será capaz de perdonarme. Y aunque no lo sea, también debo contarle lo de Logan y Sophia.

-¿Dónde has estado toda la noche, Jake? –me pregunta en un susurro y sus ojos dejan de ser tan fríos.

Pone una mano en mi pecho y empieza a dibujar círculos distraídamente. Está fría, pero con cada círculo envía una corriente eléctrica que viaja por todo mi ser hasta llegar a mi entrepierna.

-Jane, yo... anoche... -cuando estoy a punto de sincerarme el puto taxista le da al claxon y Jane da un paso hacia atrás- ¡Joder, ya va! –grito mientras me giro.

Cuando vuelvo a encarar a Jane ella mira fijamente mi cuello y se aparta hacia un lado dejándome pasar.

-Yo pago al taxista, no te preocupes –dice mientras baja las escaleras- me alegro de que te lo pasaras bien anoche.

Echa a correr y a los segundos el taxista se va de delante de casa. Subo corriendo a mi habitación y cuando entro al baño, me veo en el espejo todos los chupetones que llevo en el cuello. Me quedo mirando unos segundos mi reflejo hasta que le meto un puñetazo a la pila del baño. Me dejo caer por la fría pared hasta el suelo y me sujeto la cabeza entre mis manos. Debo contarle a Jane lo que hice anoche por estar resentido con ella, o todo esto me estallará en la cara.

LibérameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora