CAPÍTULO 8.5-Pesadillas

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JANE

Estoy andando por una habitación que está toda a oscuras y solo veo mis pies. Miro a izquierda y a derecha y no veo nada, todo está oscuro, aunque yo ya he estado aquí antes y sé que solo debo andar hacia delante. Por un momento, me giro para ver mis huellas, que son rojas. Estoy dejando huellas rojas. No. Estoy dejando sangre cada vez que piso. Me miro los pies y no tengo ninguna herida, así que la sangre no es mía. Sigo andando hacia delante y sigo dejando más huellas rojas. Dejo de mirarlas, si no les hago caso tal vez desaparezcan. De repente, unas manos heladas me tocan las piernas. Miles de manos salen del suelo que piso e intentan arrastrarme hacia abajo con ellas. Pero yo no me voy a dejar, no, solo debo seguir adelante, como siempre. Solo debo seguir andando. Las huellas rojas y las manos me siguen y empiezo a andar más rápido hasta que me choco con algo. Es un espejo. Me miro en él y veo a una niña de unos 10 años, morena y ojerosa, con una trenza al lado derecho del cuerpo y una cinta en la cabeza que tiene la forma de un ovalo sin acabar en mi frente. Es la cinta de mamá. Voy a tocarla, pero me doy cuenta de que llevo algo en mi mano derecha. Me quedo mirándolo y veo que es la cabeza de mamá. Grito y suelto la cabeza, y todas las manos la cogen por mí y la arrastran hacia abajo. Me arrodillo intentando coger la cabeza de mamá otra vez, no quiero que esas manos se la lleven, no quiero que los muertos se lleven a mi mamá, pero ya se la han llevado. Me quedo arrodillada ahí. Ahora también quiero que los muertos me lleven a mí para estar con mamá, pero las manos no me arrastran con ellas, solo me tocan y me congelan. Decido levantarme otra vez y echo a correr. Debo encontrar a mamá. Delante de mí aparece una ventana y veo que entra un poco de luz. No la quiero. Quiero estar en esta oscuridad, antes de salir debo encontrar a mamá. Corro hacia el lado contrario donde estaba la ventana y me choco con algo. Es un cristal transparente, y dentro de él veo a Alice sentada en una silla. Ella no me ve, pero yo grito su nombre y doy puñetazos al cristal, pero ella no me oye. Cuando parece que gira su mirada hacia a mí, me doy cuenta de que no quiero que me vea. Esta oscuridad me pertenece y me protege, no puedo dejar que me vea aquí, no sin antes haber encontrado a mamá. Echo a correr otra vez, y veo una pequeña puerta. La abro un poco y veo unos ojos verdes y un pelo castaño oscuro. Es Jake, está sentado esperándome. Cierro la puerta de golpe, yo no quiero salir de aquí, esta oscuridad me protege. Doy unos pasos hacia atrás mirando la pequeña puerta y la voz de mamá hace eco en la oscuridad: "debes ser fuerte, Jane". Sí, lo sé. Le doy la espalda a la puerta y echo a correr otra vez. Las huellas rojas y las manos han vuelto a aparecer, pero mamá no, aunque su voz suena por todos lados. De repente, delante de mí veo una puerta enorme, gigante. Levanto la cabeza y no le veo el final. Esta puerta no estaba aquí antes. Frunzo en ceño, no me gusta esta puerta. Alguien está intentando entrar por ella, porque la puerta tiembla como si quisieran echarla abajo. No puedo permitirlo. Veo una mirilla redonda en la puerta y me acerco lentamente, quiero saber quién es. La puerta vuelve a temblar y debo ponerme de puntillas para ver por la mirilla. Cuando la abro, entra tal luz que me ciega y cuando mis ojos se acostumbran por fin, veo una melena castaña y unos ojos verdes oscuros correr hacia la puerta para intentar derribarla otra vez.

Me despierto gritando y estoy temblando. Las manos de Jake me cogen las mejillas y apoya su frente en la mía.

-Tranquila nena, estoy aquí –me dice susurrando.

Cuando levanto mis ojos, la misma melena y los mismos ojos que intentaban derribar la puerta de mi pesadilla aparecen por la puerta de mi habitación. Kate.

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