Capitulo 20

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*Paulina.


Tres monjas entran, una de ella es joven. Las demás chicas se ponen de pie y hago lo mismo, observo que las demás hacen reverencia y juntan sus manos, frunzo el ceño y hago lo mismo que creo haciendo torpeza. Una de ella, rubia y ojos azules me da un codazo y la veo con malos ojos.

- Oye.

- Responde, estas dormida.

Y doy cuenta que tengo a la monja más mayor frente a mí, pero es agradable ya que me sonríe.

- Disculpe, soy Paulina Montenegro – finjo una sonrisa ya que estoy tan apenada. Soy una completa torpe.

- Es un gusto, me alegra que más jóvenes se integren – me da unas palmaditas en el hombro.

- El sacerdote Adrien me recomendó venir.

- ¿De dónde es ese sacerdote? – su cara es de sorpresa.

- De la parroquia santa Paulina.

Ella retrocede y luego susurra unas cosas con sus otras compañeras monjas.

- ¿Estás bien? - me dice la rubia.

- ¿Qué? – formo una línea en mi frente.

- Cuando fue eso jovencita – me habla nuevamente la monja mayor.

- Justamente ayer.

- Ya, pero es que... no nada.

- Dígame, que sucede. Por que actúan raro.

- No es nada malo hija, todo bien, vamos a empezar, nos retrasamos veinte minutos. Siéntense – es una monja muy dulce pero su porte es firme.

Las tres horas transcurren con dos biografías de san Antonio de Padua y santa Teresita del niño Jesús. Ambas me gustaron, además nos mostraron fotografías de ambos. Pero lo que más influye en un excelente ambiente.

Nos despedimos y la chica rubia se me acerca.

- Soy Yarisel – estrecha su mano.

- Paulina.

- ¿Eres italiana? Digo... por tu acento – sonríe.

- Sí, soy de Italia.

- ¿quieres ir a por un café? Yo invito – vuelve a sonreír, tal parece que no tiene otra mueca que sonreír.

Pero me empieza a agradar, le tomo la invitación y empezamos a caminar. Estar platicando con ella es tan acogedor, tal parece que nos conocemos de hace tiempo, es muy dulce y ciertas cosas que no entiendo ya me las traduce, sabe algo de italiano por su madrina. Sus padres fallecieron cuando era pequeña, así que vive con ella y sus tres hermanos mayores. A la edad de quince años empezó a trabajar en una cafetería, no es mucho el dinero pero entre sus hermanos aportan lo suficiente y cuidar de su madrina enferma. Antes de ir a trabajar ella viene a este convento.

Cuando paramos frente a una cafetería, me dice que es acá donde ella trabaja, su trabajo es hacer el adorno de los pastelillos, y hacer el café, dice que es una experta en hacer un delicioso café mañanero.

Nos sentamos en una de las mesas y me dice que lo que más le gusta de su trabajo es la estantería de libros que se encuentran en la esquina de esta cafetería. Cuando tiene tiempo toma uno y los lee, lleva cinco años trabajando y en total ha leído como 90 libros cada año.

Sinceramente es una gran chica, la semana pasada cumplió los veinte años.

Llego a mi habitación, mis padres como siempre no estan, el recepcionista me dice que salieron hace cinco horas y que le pidieron que me dijeran que regresaban mañana por la tarde.

Tomo mi diario, tengo tiempo no de no escribir...

Antes de irse, el sol matiza y así la tarde se hace rojiza.

Yo no imagine que así sería mi vida.

Que gran secreto guarda la vida, que nos anima o nos motiva.

Insatisfecho va por el mundo mi ser.

Que alguien me diga que rumbo siga.

La vida es una guerra.

Hay tanto que ignore por mi precipitación, el sonreír es ahora oscuro.

Me detengo, ahora recuerdo lo de esta mañana, porque será que las monjas estaban extrañas cuando mencione ese padre. Quiero averiguarlo, iré mañana antes de que empiece la lectura a preguntarles.

El amor no existe. Existe sólo un mundo que trabaja, que va, que viene, que gana dinero, que usa reloj, que cuenta los... - Elena Garro

Empieza a hacer un poco de frio, tomo una manta gruesa y me cubro. Este corsé me fatiga mucho, me lo quito y me quedo en camisón. Me acerco a la ventana, y un recuerdo de mi país viene a mi mente, cuando a pequeñas cuadras veía la parroquia en donde estaba Antony.

Una tonta sonrisa sale de mí, es increíble cuanto poder tiene un recuerdo.

Llevo mis dedos a mis labios, el sentir sus labios con los míos es mágico y dulce. Nunca olvidare esos labios, cuan medida, me sorprende que existan labios que sean compatibles, sean hechos a la perfección, sus labios y los míos estan hechos de la misma materia.

Cepillo mi cabello y me acuesto a dormir, bendito sea mañana.

Suena el reloj justamente a las seis de la mañana, entro a darme un baño y entro a la habitación de mis padres. Mi madre está sentada en una mecedora leyendo un libro, veo la portada, es sobre normas de cortesía, rodo los ojos y finjo toser para llamar la atencion, mi madre levanta la mirada y los regresa al libro- ¿Qué le pasa?

- ¿Madre?

- Que sucede – responde seca.

- Necesito ayuda – me volteo para indicarle que necesito que me ayude a ajustar mi corsé.

- Que molestia...- susurra – mete el abdomen.

Hago lo que me dice, y dejo de respirar. Le doy las gracias y entro a mi apartamento, tomo mis guantes y boldo y salgo directo al convento.

- Buenos días – le digo a la señora que abre la puerta.

- Buenos días, es aun temprano, ¿viene al rezo matutino? Si es así acaba de terminar – sonríe.

- No, he venido por otra cosa.

Entro al salón hermoso, aun no hay nadie, salgo y me siento esperando que alguna entre a este pasillo. Observo un cuadro, es la imagen de un sacerdote, es igual al que me estuvo platicando la historia de santa Paulina. Me acerco mas y doy cuenta en la parte inferior que dice 1886-1965.

¿Qué broma es esto?




Yarisel en multimedia.        -      ¡EL CONVENTO!

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