Capitulo 32

63 6 0
                                    


*Paulina.


- Paulina...- me susurran por detrás, mi cuerpo se paraliza, no puedo hablar, no puedo creer que el este aquí, está detrás mío, estoy segura que es el.

Su aroma... su voz... Dios, su aroma.

Volteo rápidamente, el zafiro hace símil a sus ojos. Su cabello alborotado por el viento y su rostro iluminado por el sol. Antony está aquí.

Siempre eres nueva. El último de tus besos siempre fue el más dulce, la última sonrisa, la más brillante, el último gesto, el más grácil.

- Antony... - me tapo la boca.

Se acerca a mí, acaricia mi mejilla, limpia una lagrima tonta que ha caído.

Mi impulso nunca ha estado de acuerdo a mi mente, lo abrazo fuertemente, fueron tantos años de no verlo, lo que más quiero es estar a su lado. Sentir más cerca su aroma, su cuerpo, todo él.

- ¿Qué haces aquí? – estoy helada y ruborizada.

- Paulina, te quiero en mi vida, yo te amo – me dice tomando mi mandíbula.

Retrocedo, veo hacia abajo y suspiro.

- Mírame...

Soy una religiosa.

- Aun no te han ordenado, puedes salir, mi amor te necesito – toma mi mandíbula son sus dedos.

- No puedo, tú te fuiste – lloro –además, eres sac...

Me interrumpe.

- Ya no soy sacerdote, fui destituido.

Abro los ojos como plato, ¿escuche bien?

- ¿Por qué lo hiciste? – llevo mis manos a mi boca.

- ¿Aún no entiendes? – frunce el ceño, como si la respuesta fuera obvia.

Me toma de la mano.

- Se supone que debes decir algo – acaricia mis nudillos.

He quedado inmutada, no sé que decir. Ha dejado de ser sacerdote por mí.

- No puedo... - me voy corriendo. Mis lágrimas brotan aún más. Lo amo tanto que no puedo.

El amor no siempre es como uno sueña, el amor duele y mucho.

Entro a la capilla, estoy sudando de tanto correr, unas dos monjas se dan cuenta de mi estado pero decido ignorarlas, me siento tan confundida, mis lágrimas brotan a cataratas por mis mejillas, me siento tan mal.

Me arrodillo frente al Santísimo, mi corazón se ha quebrado aún mas, verlo no me ayudo en nada, al contrario te arruina más, fueron tres años de no verlo y ahora de la nada, sin saber, encontrármelo fue muy pesado.

- Dios, porque me haces esto – creo que formare un mar de lágrimas aquí adentro.

Aun lo amor como la primera vez, Dios, aun lo amor como esa tarde.

Vagos recuerdos vienen a mí....

Cuando choque, la piedra, el quejido, el primer hola, el primer abrazo... el beso. Dios, el beso.

- ¿Pau? - escucho que me tocan la espalda de arriba y abajo.

Aprieto con fuerza mis ojos, empiezo a pestañear rápidamente para que no se note que he llorado como loca. Me levanto y solo necesito un abrazo, un abrazo en estos momentos te reconforta mas que nada en el mundo. Le abrazo con todas mis fuerzas mientras hundo mi cara en su cuello, sollozo tan fuerte que mi compañera Sohley se estremece.

- Cuenta, no te guardes eso, vamos – acaricia mi cabello.

- Lo he visto... ¡lo he visto! – sollozo.

- Oh... - me aparta y me ve - ¿Qué sucedió? Deberías estar feliz.

- No se... verlo no me hizo sentir para nada bien, han vueltos más fuertes estos sentimientos, y ahora que... - mira hacia el techo – ya no es sacerdote, Sohley, ¡lo ha dejado por mí! ¡por mi causa! – caigo de rodillas y lloro como niña.

No debiste regresar....




¿creen que hace lo correcto Paulina? dejen sus comentarios  :)   :)   :)   

voten+comenten+voten siempre  :( 

Sumisión del Pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora