Capitulo 34

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*Paulina.


Hace dos años, decidí dejar todo. Empecé por dejar todo lo que me hiciera recordarle; y eso involucra mi diario, el collar. Cuando decidí lo que iba hacer, tome una carta y escribí a mi mejor amiga – Camila.

No sé muy bien que escribir, pero en resumen, generalizando todo, te digo Adiós, no quizás un adiós por siempre, porque en un futuro me gustaría volver a verte. Estas vacaciones en Paris, me ayudaron a pensar en muchas cosas. Mi vida no tiene sentido en Italia, aquí me siento bastante bien. Me sucedieron cosas raras, una de ellas es que soñé con un sacerdote que resulta que está muerto, en ese sueño el me revelo un convento del cual estoy enamorada, me siento en casa, me siento en paz, justo lo que necesito. Quiero hacer caso a mi sueño, quizás es mi señal para que deba quedarme acá, entrare en el noviciado. Quiero entregar todo de mí a Dios. Sé que estás llorando, sécate esas lágrimas que romperás el papel y no sabrás que dice el resto. Eres una gran hermana, contigo mi mundo cobrara sentido, una lagrima y tú la cambiabas por sonrisa, que va... sonoras risas. Adoro tu faceta amiga, tu vales millones y aun es poco lo sé, porque no existe termino. Te quiero con todo mi ser, y es por eso que nunca te olvidare.

No solo escribo para que llores, sino porque quiero que guardes contigo algo muy preciado para mí.

Mi diario, este diario que tu tanto te reías, te gustaba leerlo cuando no estaba, ¿Cómo me di cuenta? Para que veas. (Que linda sonrisa se te debe de reflejar ahora) y mi collar, ese que tanto te gusto, cuando te lo mostré, gritaste emocionada. Guárdalo como algo muy preciado, son mis más grandes tesoros y sé que en tus manos estarán bien.

Mas papel ya no sobra, te quiero mucho mi hermana-socia-confidente-madre-hija. Espero que me puedas llegar a visitar, mis brazos siempre estarán abiertos para ti.

Te amo – Paulina.

Guardo silencio, el amor te hace un poco loco y obsesivo. Mi vista no soporta la de él, la bajo y suspiro.

- Paulina, te amo – se mete las manos en el bolsillo – te amo y no podrás seguir evitándolo, tu también me amas, nos amamos. Cuando dos personas se aman, no se divide, se une, se forma un solo ser, según la mitología, un ser fue partido a la mitad, ambos se distanciaron, pero es tanto el amor que vuelven a unirse.

Recuerdo ese tema, mis clases de mitología.

- Te amo y no sé que vas hacer, pero tienes que responder – frunce los labios.

Me quedo fija viendo su rostro, ha cambiado, se ve aún más guapo. Tiene la barba crecida, pero eso no impide que su bello rostro sea iluminado como siempre.

- Antony, te amo como la primera vez, pero te fuiste, yo ahora tengo mi vida, la quiero y no... no puedo ahora.

- ¿No puedes o no quieres? Hay mucha diferencia joven.

- Las dos cosas – se cristalizan mis ojos.

- Las dos cosas – repite irónicamente.

- La vida se vuelve a contra de uno.

- ¿Es enserio? Paulina, por Dios, oye lo que dices, estás haciendo mi papel de hace tres año, sé que te lastime al irme, pero ahora estoy aquí, podemos ser uno solo.

- Tres años – bufa – hace tres años. Tengo que irme – le veo a los ojos para decirle que en verdad me voy.

Salgo, no tengo queja de mi salida. Llego lo más rápido a la tienda. Gracias a Dios se quedó conversando la superiora, no se dio cuenta de mi huida des prevista. Me siento cansada.

En el convento:

- Te ama demasiado – se lleva las manos a la boca sorprendida.

- Sohley, no sé qué hacer, yo también lo amo – me quedo viendo el sol por la ventana de la habitación.

- Pau, te adoro, te quiero como una hermana, pero aun estas a tiempo.

- ¿Qué quieres decir – frunzo el ceño.

- Puedes dejarlo e irte con él, aun estas a tiempo. Teniendo la oportunidad de formar una familia con el hombre que amas y que te corresponde de la misma manera, ¿Qué harás? Ir con él.

En eso aparece mi otra compañera, Emily. Cuando ve nuestras caras se sienta a nuestro lado preocupada.

- ¿Qué sucede? – nos ve a las dos.

- El esta aquí – dice Sohley.

- Ah... - se acerca más, y me acaricia el cabello - ¿por eso estas mal? ¿Por qué?

- No lo sé...

- Amiga, ahí está un hombre esperando por ti, ahí tienes una familia esperando por ti, tienes esa oportunidad que a mí me quitaron, tu estas a plena libertad de escoger eso, aun estas a tiempo ¿Qué dudas?

- Necesito estar sola – bufo.

- Piensa bien por favor – me dan un beso en la mejilla y se van.

El camino a la felicidad no es fácil, una vez una persona me dijo que los finales felices si existen, pero con esto que me pasa dudo, y no es para menos, ¿Quién creería en finales felices con todo lo que sufre?

Esa tarde que el apareció y decidió adentrase en mí, supe que los finales se buscan para ser felices. Pero cuando es imposible ¿Qué final buscaras? La de una distancia o rechazo y ambas cosas me sucedió.

Si decido estar a su lado, ¿podre ser feliz? Eso sin duda, pero... ¿Por qué tengo miedo? Siento que todo será en vano, que no tendremos final feliz.

Pero dicen que el que no arriesga no tiene posibilidades de ganar.

Dios, una vez me condujiste a este lugar, ahora que el apareció ¿Qué debo hacer?

Al día siguiente:

Busco rápidamente a Yarisel, tal parece que no vendrá ¿habrá sucedido algo?

Esa tarde que me encontré a Yarisel con Antony, no hallaba cómo reaccionar, tenía que hablar con ella. Fue que la tome y la lleve al cuarto de personal.

Flash back.

- ¿Qué sucede? – dice confundida.

- Él, es Antony – hago muecas.

- Lo sé – ríe.

- ¿Yari, enserio? –me cruzo de brazos, una acción retardada por parte de mi amiga.

- Oh... - forma en sus labios un gran circulo – Dios mío, él es... el – se asoma para ver la mesa donde esta Antony.

- ¿Cuándo lo conociste?

- Esta mañana, me pregunto si las novicias salen – empieza reír, golpeándose luego la cabeza – que torpe, ahora todo tiene sentido, la novicia, chica, pregunta, Paulina.

Empieza a enumerar.

- ¿Qué piensas hacer? – frunce el ceño.

- Nada – me encojo de hombros.

- Pero se aman...

- Como nunca he amado – sollozo, esto me afecta, duele.

- Paulina, no llores – me lleva a sus hombros, mientras acaricia mi cabello de arriba-abajo.

- Lo amo tanto, tanto, jodidamente tanto.

- Toma – me da una servilleta.

- Gracias – limpio mi nariz – necesito volver, quería hablar contigo, quien iba a creer que me lo iba a volver encontrar – tomo otra servilleta y seco mis lágrimas.

Fin del flash back.

Las locuras que haces hoy son las risas del mañana.




"���z�^E -  VOTEN... SI?¿? 

Sumisión del Pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora