Capitulo 33

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*Antony.


Ella no quiso regresar conmigo, ya no quiere nada conmigo, pero algo que se, es que aún me ama, ella aun no me olvida.

Volví a tocar su bello rostro, ella aun ilumina mi oscuridad.

Entro a mi habitación, empiezo a escribir un telegrama a Camila, ella me pidió que le avisara que tal me fue.

No me ha olvidado, en sus ojos vi que aún me ama, a como la amo yo, me la encontré en una cafetería, hoy es su cumpleaño, me imagino que es por eso. Corrí tras ella, pero cuando le confesé todo, que deje de ser padre por ella, se quedó inmutada y decidió correr, no sé que pensar a ello, no se que hacer, la amo demasiado que soy egoísta ahora, luchare por ella, pero si con sus propias palabras y viéndome a los ojos me declara que no siente lo mismo, me daré por vencido y me iré.

Antony.

Doblo la carta y espero para enviarlo por telegrama. Sé que los hombres no lloran pero cuando se trata de amor soy el primero en afirmar que lloramos por ello. Cuando amamos a una mujer, las mujeres quedan abajo cuando estan enamoradas de un hombre, nosotros amamos mas fuerte. Pero somos tan cobardes que nos hacemos los fuertes para no ser tan cursi, empalagosos y causarles diabetes.

Me apoyo al asiento y cierro mis ojos, tengo que buscar la forma de volverme a encontrar con ella, se tiene que dar cuenta que su lugar es conmigo.

Al día siguiente:

Son las seis de la mañana, me ducho y todo lo necesario, salgo rumbo a ese convento, me siento alado del tronco de un árbol de naranjas, veo el reloj, las ocho de la mañana. Veo unas jóvenes entrar, me acerco a una de ellas, una rubia.

- Disculpa, las novicias... ¿en qué momento salen?

Me ve raro pero asiente y dice.

- Las novicias por lo general no salen, a modo que una de las monjas decida que le acompañen por las compras – me sonríe.

- ¿y eso sucede...? – digo nervioso.

- Creo... - se pone a pensar – mañana, si, mañana.

Asiento y me aparto para que vuelva a su rumbo.

Camino a la misma cafetería, el hambre hace añicos mi estómago.

- Gracias - tomo mi café con huevo cocido y un poco de brócoli con champiñones.

Me termino mi desayuno, tomo el diario de Paris y empiezo a leer. Esta política afecta mucho la economía de este país.

Llegan las diez de la mañana, cuando voy saliendo choco con la misma rubia.

- Perdona – se ruboriza.

- Descuida – flash back de Paulina.

- Oye... tu – me señala con el dedo – tu eres el de hoy temprano, la de las novicias, eh! – me guiña un ojo.

Muerdo mi lengua evitando una risa, esta chica piensa rápido.

- ¿Quién es? ¿la conozco? – me siento en confianza con esta chica, ¿qué carajo siento?

- No lo sé – literalmente mi sangre arde.

- Oh! Vamos, ven, sentémonos – me agarra del brazo y me empuja prácticamente.

- Se llama... - escucho un grito de emoción - ¡que demo...

Veo la puerta principal, la chica rubia ha corrido a abrazar a una monja.

Sumisión del Pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora