Capitulo 38

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*Antony.

- Que cansado día el de hoy – me dice Laura.

- Bastante, aunque los muchachos no estan saliendo tan mal como me esperaba – deposito los documentos en la mesa de ella.

- Es su maestro – me halaga.

- Gracias.

- ¿Te apetece ir a mi casa a cenar? – ella se levanta. Sus ojos verdes me suplican tanto que no me puedo negar, acepto y empezamos a caminar.

Ella preparo algo rápido pero muy delicioso, no sé que sea quizás es la misma comida latina que a ella tanto le gusta. Si le tuviera más confianza le pediría un segundo plato porque enserio esto es delicioso.

- Eres muy buena cocinera – ella se ruboriza.

- Gracias, ¿quieres un poco más?

Acabas de leer mis pensamientos.

- Claro.

Me termino el segundo plato y veo mi reloj, las seis de la tarde, me levanto asustado, Paulina debe estar preocupada.

- Fue un gusto y delicia, peor tengo que irme ya – tomo el plato pero ella me lo quita.

- Déjalos, yo me los llevo – sonríe.

- Gracias. Buenas noches.

Me acompaña a la puerta, cuando salgo ella hace lo mismo y me besa la mejilla. Luego le vuelvo a dar las gracias por la comida. Pero me sobresalto cuando escucho su voz... ¡Paulina! Demonios, ahora si la encabe.

- ¿Antony?

Me volteo, Laura se queda quieta mirándola de mal modo.

- Laura me invito a cenar – es lo más conducente que se me puso ocurrir.

- Ya lo noté – ambas mujeres de estan asesinando con los ojos.

- Paulina vámonos – la tomo de la mano pero ella las aparta.

Ella empieza a caminar pero olvidándose de mí, es la primera vez que la veo bastante furiosa. Algunos hombres dicen que ven adorable a su mujer cuando se enoja pero yo no me siento así, me siento tan estúpido.

Entra y yo continuo, en estos momentos quiero abrazarla pero no sé qué quiera hacer ella en estos momentos.

- Paulina...yo...

- Antony ¿Qué hacías con ella en su casa? – sé que quiere llorar, pero se está aguantando para mostrar su muro firme.

- Me invito a cenar y... acepte, pero Paulina enserio no pasó nada, solo cenamos y ya.

- Esa mujer no te ve como un compañero de trabajo y mucho menos como amigo – hace dos comillas en la última palabra – a esa mujer tú le interesas y me lo acaba de demostrar. Sé que en estos momentos debes de decir que exagero las cosas pero se cuando una mujer se interesa en un hombre – aparecen sus lágrimas – esa mujer te quiere para ella, ni siquiera respeta que yo sea tu mujer.

Se lleva las manos al rostro, me parte el alma verla así. Me acerco a ella y la abrazo. Es poco los segundos cuando se levanta y me aparta.

La sigo pero se encierra en el cuarto. ¿Tenía que estar en esta situación? ¿Qué más puedo hacer en estos momentos?

Al día siguiente:

No he podido dormir, creo que hice mal en ir a casa de Laura. No debí hacerlo. La veo salir de la habitación, sus ojos aun muestran decepción aunque no me ve.

Sumisión del Pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora