Capitulo 25

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*Antony.


El sol del jueves llega, mañana es el día que decido mi futuro. Estoy más nervioso de lo normal, ayer pase pensando demasiado en lo que dijo David.

Cuando estas con ella no quieres que se vaya más de tu lado, si recibes una carta de ella sacas una sonrisa tonta, la vez diferente a las demás y no interesa estar con nadie más que no sea ella y es cuando estas enamorado...

Tiene una gran razón, es justamente como me sentía cuando estaba con ella y aún lejos lo sigo sintiendo.

Veo a mucha gente amontonada, me acerco y David esta entre ellos, lo tomo del brazo y lo jalo.

- ¿Qué sucede? – digo.

- Acaba de morir la esposa de César.

- ¿Qué? – no puede ser que su esposa haya muerto, era su vida, era su otro él.

- Que horrible, ¿y donde esta él?

- En su habitación, no quiere abrir a nadie, tiene dos días sin salir, el cardenal estuvo intentando abrir pero nada.

Asiento y doy paso hacia adelante, toco la puerta, ni un solo movimiento. Toco varias veces...

- César vamos, soy Antony – le susurro.

Escucho un suspiro, luego el sonido que se escucha cuando te levantas de la cama, un suave quejido.

- Por favor – suplico en suave voz.

Los demás empiezan a irse, David está a mi lado. Veo girar la cerradura y un suspiro de David sale.

- Es mejor que entre yo – le hablo al oído a mi amigo.

- Sí, es mejor que hable contigo- me da unas palmadas en el hombro y se va.

La puerta medio se abre,  meto mi cabeza, se siente la nostalgia en ese cuarto, el ambiente tenso, César esta con sus rodillas a su cara, no me ve aun

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La puerta medio se abre, meto mi cabeza, se siente la nostalgia en ese cuarto, el ambiente tenso, César esta con sus rodillas a su cara, no me ve aun.

- Lo lamento muchísimo, no creo esto enserio.

Veo en una mesa una fotografía de el con su esposa (me imagino). Es una señora muy hermosa, se ven que se amaban demasiado.

- Debes de seguir adelante amigo, todos acá te queremos- me acerco, le hago suaves masajes en su espalda.

- No puedo más-solloza.

- no has comido, vamos, recupérate, si ella estuviera acá y te viera así, se enojaría mucho contigo.

- Si ella estuviera acá, esto nunca pasaría.

Tiene razón...

- ¡Quiero morirme...! - grita golpeando el suelo.

- Vamos, la vida sigue, tienes que seguir, sigue por ella.

Sumisión del Pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora