Capitulo 36

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*Antony.


Hoy cumplimos un mes viviendo juntos. Estoy trabajando en una universidad, por lo tanto el ingreso es suficiente para los dos. Aunque Paulina insistió en trabajar, así que se metió en la cafetería en donde está su amiga Yarisel, Paulina le quedan perfectos los pasteles, así que ella es la chef de esas delicias.

- ¿Pau?

Me ve con una bella sonrisa.

- ¿Te acuerdas de esto? – levanto mi mano derecha para mostrarle el collar que le regale.

- Dios... mi collar. ¿Tú lo tenías? ¿todo este tiempo lo tuviste tú?

Lo toma y se lo ubica en el cuello.

- Te ves hermosa – la veo, creo que este es el momento cuando deseas carnalmente a una mujer.

- Extraño a mi familia, no he vuelto a saber de Camila – su rostro es triste.

- Cuando quieras podemos regresar – le acaricio el cabello.

- Solo seria de pasada, además no estoy lista aun para enfrentar a todos – sonríe.

- Igual yo – se acomoda a lado mío, pone su cabeza en mi hombro.

Le sigo acariciando el cabello, tal parece que le agrada por que cierra sus ojos. Me siento tan débil en estos momentos. La estoy deseando de una loca manera.

Me llevo mis manos ahora a sus brazos, pero mi dedo travieso se dirige a su barbilla, se la levanto y ella sabe que anhelo besarla. Nuestros labios se unen en una sola materia, las estrellas empiezan su brillo, un brillo hermoso.

De pronto suelta un gemido, eso me da gracia, ella se sonroja; pero ahora no tiene por qué tener pena a mi presencia. Seguimos hablando por medio de nuestros besos, en un fugaz impulso la subo a mis piernas, la sujeto por las caderas, ella continua gimiendo cuando me dirijo a su cuello. Creo que cuando amas no necesitas experiencia, la propia naturaleza de dice que hacer.

Bajo su blusa dejando en muestra parte de su pecho. Pero no sé si ella quiera, me detengo y solo muerdo su lóbulo.

- Antony...

- Si – susurro en su oído.

- Hazme el amor.

Justo lo que quería escuchar.

La sujeto más a mí y la llevo a la habitación. La deposito en la cama, me deshago de mi camisa, me pongo a horcajadas y mis besos se hacen mas apasionados. Sus manos me aruñan mi espalda, pero eso me exista más. Nunca pensé que podría a llegar a pensar esto.

Le quito su traje completo.

- ¿Estas lista?

Asiente, esta sin aliento.

La tomo de las piernas y me introduzco en ella. Es el momento en que los planetas se alinean. Gime varias veces mi nombre y eso me vuelve loco, creo que a todo hombre le encanta que su amada diga su nombre, ya que lo escuchas tan encantador de su voz.

Continuamos demostrando cuanto nos amamos, ella muerde mi cuello. Yo beso sus pechos para que se retuerza de placer.

Si el sexo no fuese la cosa más importante de la vida, el Génesis no empezaría por ahí - Cesare Pavese

- Me encantó – le acaricio su espalda desnuda.

- Fue hermoso – le sale una tierna sonrisa.

Sumisión del Pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora