Capitulo 11

128 8 2
                                    


*Paulina.


Nunca creí perder la cabeza por ti, te has apoderado de mi alma, de mi ser.

Continúo escribiendo en mi diario. Tal parece que este libro es inspirado en él. Solo tomo el lápiz y mi corazón redacta cada verso. Si... este tiene sentido de verso.

Nunca creí perder la cabeza por ti / te has apoderado de mi alma, / de mi ser.

Esta mañana cuando me fui a confesar no tuve el suficiente valor de seguir, es posible que hasta descubra que cuando le voy a hablar de ese amor prohibido piense que es el.

Hay amores que por desgracia, solo pueden vivir en nuestro corazón y no en nuestra vida.

El día de hoy cuando recibí nuevamente su telegrama con solo ver su nombre mi alma resucita. Me gusta que siempre estemos al tanto de todo. Pero decidí ir a verlo y confesarme. Pensé que tendría el valor de confesar todo.

Me acuesto, mi cara se entierra en mi almohada.

¡Te amo!

Grito tres veces. Varias lágrimas mojan y tomo el collar que me regalo. Todos los días lo porto, el día que deje de usarlo es porque moriré.

Corre el mes de junio. Estamos a solo una semana de concluir el año universitario.

Cierro mi mochila y salgo a buscar algo que tomar.

- El padre no te dejaba de ver.

- ¿Qué? – me sonrojo.

- Si, te veía de reojo, cuando estábamos escribiendo lo descubrí viéndote.

- Estas equivocada ¿Por qué me miraría?

- Veraz... es sacerdote pero no deja de ser humano con una corazón dispuesto a amar a una mujer.

- Que locuras dices, él no puede enamorarse de mí.

Su rostro se acerca a mí, su mano derecha se detiene en mi cintura para yo ir a su pecho. Su sonrisa hace juego con mis ojos viéndolo. Cada centímetro se desgasta para formarse los milímetros. Su aroma a menta entra en mi aliento. Casa danza que practico se posa en mis labios, para formar la mejor pareja de la noche. Puedo saborear sus pequeños labios. Él y yo hemos perdido el tiempo, no sabemos en qué momento hemos comenzado ya que tal parece que este beso duro demasiado. Mi sonrisa aparece pero la de él se borra, cuando escucho un disparo, veo mis manos sangrar y...

Despierto de la pesadilla. Mi padre está en mi cama asustado y secándome el sudor.

- Debiste tener una horrible pesadilla.

- Lo fue.

- ¿Qué soñaste? ¿a quién le gritabas?

- ¿gritar?

- Si, gritabas como si te estuvieran persiguiendo, y tu mano luego empezó a abrirse y cerrarse en puño.

- No recuerdo nada – miento.

- Espero que puedas seguir durmiendo mi amor – me da un beso en la frente y se va.

He tenido una horrible pesadilla, pero de algo que me ha gustado es haber besado sus labios. He besado los labios de Antony. He soñado con él, ahora confirmo que sueñas con el hombre de tu vida.

Abro mi diario y empiezo mi magia.

Pensar en ti es mi pasatiempo favorito/ recordar tu sonrisa, tu bella sonrisa, / sonrisa que ilumina mi vida, que / me da esperanza, que me ilusiona.

No te olvidare solo pienso en ti.

Yo sé que no te olvidare, ni guardare rencor; a ti renunciare sin explicación.

Aunque jamás me veas llorando mi corazón llorara por ti.

Aunque sufra no me arrepentiré, de ti aprendí que el amor no es lo que uno espera.

La mañana viene acompañada del sol. Hago mis deberes y salgo a caminar, es mi costumbre, pero también mi pretexto. Es justamente las siete de la mañana la hora de un tropiezo.

Encuentro a un señor que me pide limosna, busco en mi cartera una porción razonable para este señor. Pero no encuentro mis monedas.

- Auch – se quejan.

Pero no es el quejido que me gusta, es otro.

Veo unos ojos verdes, su cabello es castaño, su tez blanca, muy blanca. Cierro mis ojos con fuerza para despertar de este sueño que no puede ser posible.

- Paulina – dice con alegría.

- ¿Manuel?

- Paulina – abre sus brazos.

Le doy dinero al señor y empiezo a caminar con rapidez.

- ¡Paulina! – gritan.

Veo hacia atrás, está corriendo detrás de mí, pero yo caigo sentada.

- Lo lamento tanto Paulina – me da su mano.

Antony me pregunta si me he lastimado pero no siento dolor, le ayudo a recoger unos documentos que lleva.

- ¿Paulina que pasa? – es Manuel.

- ¿Lo conoces Paulina? – me pregunta Antony.

- Ya no lo recordaba, iré a mi casa.

- Paulina tengo que explicarte que paso – reclama Manuel.

- Olvídalo, yo ya lo olvide.

- Ehm... creo que me tengo que ir – ríe algo desconcertado Antony.

- ¡No! – grito.

- ¿Qué? – Antony - ¿Qué? – Manuel.

- Digo... yo me tengo que ir. Tengo cosas que hacer, buenos días padre – omito a Manuel.

Empiezo a caminar rápidamente, entro a mi habitación y me encierro.

No creo que Manuel haya regresado, espero que no sea una estancia permanente, no quiero que vuelva a confundir mi vida, él se fue. No quiso luchar por este amor, los problemas que tuvo con mi padre nos apartaron, el decidió su familia. Se fue del país por esa razón, su familia quería no quería ver a la mía, se odiaban a muerte. Ni siquiera me dio explicaciones o un regresare por ti, nada. Pase dolida dos meses enteros hasta que mi padre me llevo a Venezuela para distraerme. No quiero saber de él, no ahora, mi corazón le pertenece a otra persona, aunque sea amor prohibido quiero morir así.

Esta locura que siento por ti es un placer que solo yo conozco y que solo tú puedes curar.

No sé lo que es el amor/ soy muy joven para saberlo.

Estoy sumida en este amor.

Los años son sabios.

Todo el tiempo que paso junto a ti, dejas tejido dentro de mí.

Aprendí a quitarle al tiempo los segundos.

Cada día desarrollas este amor.

No creo que tengas instrucciones para poder vivir sin ti.

Descubrí un bello amor.

Cierro mi diario, la puerta se abre y entra Camila asustada.

¿Qué ha sucedido?




voten+voten+voten


Sumisión del Pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora