VEINTITRES.

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Nuestros brazos se rozan mientras caminamos.
Evan me toma de la mano en repetidas ocasiones para evitar que me pierda entre el mar de gente que camina por las calles. 
Él me pregunta cómo eran mis padres, yo le pregunto sobre su madre y su familia.
El sonríe al recordar las cosas que su mama hacia por él y por su hermano menor.
—Siempre nos puso por delante de todo. Nos hacía su prioridad número uno, ella era doctora, también, al igual que mi padre. Mamá faltaba al trabajo con tal de ver nuestras presentaciones en los recitales escolares, nos hacía los mejores disfraces para Halloween cuando éramos niños, también cualquier vestuario que necesitáramos, ella lo hacía, se tomaba el tiempo, así solo durmiera dos horas... Ella siempre nos tenía todo listo, también a papá —suspira y aclara su garganta —. Cuando descubrió su enfermedad y su salud comenzó a deteriorarse notablemente, fue un impacto y una gran cambio para todos nosotros. Estábamos tan acostumbrados a ella que, cuando ella nos dejó... Fue casi imposible seguir.

—Lo siento — le digo honestamente.

Él niega —Pero que te puedo decir a ti sobre esto, al menos yo me pude preparar psicológicamente, en cambio, tú, tus padres se fueron y simplemente no regresaron.

Mis ojos se llenan de lagrimas debido al golpe de realidad que él me da. Tiene razón. Evan pudo despedirse de la vida de su madre, en cambio yo los despedí para un viaje.

—Lo siento. No tenía intención de hacerte llorar — Evan limpia las pocas lágrimas que comienzan a caer de mis mejillas.

Lo abrazo por la cintura y recargo mi mejilla en su pecho, él duda un momento con sus brazos a sus costados, pero lentamente me abraza también.

—Gracias — susurro —, lo necesitaba. Hablar de esto con alguien que en verdad me entendiera y supiera cómo se siente esto a esta edad.

—Es difícil, pero no es el fin del mundo.

Me separo de él y aprecio la linda sonrisa puesta en su rostro.

Caminamos unas cuadras más y llegamos al edificio donde vivo. Veo la hora en mi reloj y noto que son las 10:38 de la noche.

—¿No es demasiado tarde para que vuelvas a casa? —pregunto.

El niega y señala la calle, aún con un montón de gente rodeándonos, yendo  y viniendo.
—Me he ido más tarde a casa, y muchísimo más borracho —río junto con él.

—De acuerdo —le sonrió —, gracias: por hoy y por acompañarme a casa.

Él me sonríe de vuelta — Gracias a ti por acompañarme.

Asiento. Muerdo mi labio —Nos vemos.

Me acerco a él y lo beso en la mejilla.

—Cuídate —dice, sonriendo. Espera hasta que estoy dentro del edifico y llamando al ascensor para alejarse caminando por la calle.

Cuando el elevador llega, entro a el  y presionó el botón con el número de mi piso.
Abro la puerta del departamento y lo silencioso que está, me abruma. Dejó las llaves en un bowl y mi abrigo en una estante.

—Hola — digo.

Lo primero que escucho es un —: ¿Qué hacías tan tarde con Evan?

Giró y veo a Justin, de pie, mirando tras la ventana.

—¿Dónde está Colton? —pregunto en respuesta.

—De guardia, ahora contesta mi pregunta.

—Simplemente salimos con un grupo de amigos.

—¿Han estado juntos toda la tarde?

Niego. — Me encontró en la cafetería cuando estaba almorzando y como a las cinco fuimos a este sitio, realmente agradable.

El hombre de mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora