{Prologo}

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Era la clase de español y yo tenía más sueño de lo normal. Es que algo tenía esa maestra que te hacia dormir. No se si eran sus palabras o la forma en la que las decía. Pero en definitiva algo tiene que hace que te de sueño automáticamente. Como si te lanzara un hechizo para dormir.

Cerré mi libro impaciente, y coloque mis ante-brazos por encima de el para tener más soporte y después poder recargar mi cabeza en mis extremidades. Tenía la vista fija en la blanca pizarra, pero mirar ese color hizo que me entrara aún más sueño. Juro que parpadee muchas veces para tratar de espantarlo pero no lo logre.

-No te vayas a quedar dormida, Jourdan - me dijo Kells, que se sentaba en el pupitre de al lado.

-No prometo nada - le conteste, al mismo tiempo que me ponía mis audífonos y seleccionaba cualquier canción en el reproductor de música de mi celular.

Comencé a tararear la letra canción, al mismo tiempo que golpeaba el suelo con mi pie al ritmo de la música. Ignorando por completo el resto del mundo.

No fue sino hasta que la maestra dejo caer su pesado y grueso libro en mi mesa, que levanté mi mitad hacia ella, quitando los audífonos de mis oídos y le preste atención.

-Señorita Haynes, esta es la quinta vez que le hablo y usted ni por enterada - se quejó ella, frunciendo el seño y viéndome por encima de sus feas gafas de lectura.

-Lo siento - me disculpé.

Ella entrecerró sus ojos, no despegando su mirada de mi ni por un segundo.
-Usted y su lo siento. Vaya, entonces a la oficina del director. La han mandando llamar, y tome sus cosas, ya no se moleste en regresar a la clase. Esta fuera usted por hoy.

Me puse de pie y apresuradamente guarde todo en mi mochila; le eche una miradita a Kelsey que sólo se hundió de hombros, tan sorprendida por la actitud de nuestra maestra, como lo estaba yo.

Sentí la mirada de la señora Cold en mi espalda hasta que salí de ese salón al pasillo, que se encontraba completamente desierto por ser hora de clase.

Colgando bien las correas de la mochila en mis hombros, camine hasta la oficina del director que estaba tres pisos más abajo de donde yo me encontraba.

Para cuándo llegue ya había pasado como diez minutos. Di tres toques en la puerta hasta que la secretaria me dejo pasar, cuando lo hice, cerré la puerta a mis espaldas y me gane una mirada de lástima por parte de la señora regordeta que estaba detrás del mostrador.

-Lo siento mucho, pequeña. El director ya te estas esperando -dijo ella, con voz temblorosa.

¿Qué es lo que sentía? ¿Qué esta pasando? ¿Porqué el director me había mandado a llamar si yo no había hecho nada malo? Al menos, que yo sepa, no me he portado tan mal últimamente.

Apenas di un solo golpe en la puerta y esta se abrió, dejándome ver al director con la mano en la chapa y señalándome su despacho para que entrara.
-Toma asiento Jourdan, por favor.

Hice lo que me dijo, me senté enfrente de su escritorio, sin quitarme la mochila de la espalda.

-Jourdan, tengo algo muy importante que decirte; aunque suene imposible, y quizás seas lo más ilógico que vayas a hacer después de esta noticia, necesito que te lo tomes con calma.

-¿Qué es lo que esta pasando? Por favor, es que no entiendo.

-Lo siento mucho, Jourdan...

-¿Pero que es lo que siente? -pregunte, ya desesperada.

-Tus padres estaban viajando a Vermont por su trabajo. Tu lo sabias ¿verdad?

Asentí torpemente -Si - respondí, con un nudo en la garganta.

El hombre de mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora