Parte 6 - La historia.

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-¿Cuándo fue la primera vez que lo hiciste? -preguntó mientras acariciaba mi espalda.

Estábamos recostados en el sofá, mi cabeza apoyada sobre su pecho y mis ojos cerrados. Solo sentía el aroma y la suavidad de su piel.

-El año pasado. No suelo hacerlo muy seguido.

-¿Por qué lo hiciste la primera vez?

-Es una larga historia.

-Tengo mucho tiempo -dijo interrumpiéndome-. A no ser que tus padres estén por llegar y no quieras que te vean así conmigo.

Reí.

-Llegarán en un par de horas.

-Entonces...

-¿Estás seguro de que quieres que te aburra con eso?

-Estoy seguro de querer saber cómo empezó todo.

Eso me puso algo nerviosa. Yo jamás le había contado nada de eso a nadie. La única persona que sabía que me cortaba era yo misma, pero él... él me inspiraba tanta confianza en una sola mirada. Él quería ayudarme, quería detenerme, y yo quería salir de esto. Suspiré y me acomodé sobre su pecho. Luego de unos segundos, comencé.

-Esto me hace pensar en mi madre, y no puedo evitar llorar. Ella debe pensar que su hija es la niña más feliz del mundo, pero no es así. Se supone que nuestra infancia y adolescencia debe ser la etapa más linda de nuestras vidas, ¿no? Pero la mayoría de las veces no es así, y eso se siente tan mal. Cada vez antes de hacerlo pensaba en la sonrisa de mamá, y eso me molestaba aún más. No me malinterpretes, mi infancia fue buena. Tuve buenos amigos, ya sabes, todas las personas son ángeles cuando todavía son niños. Fue mi secundaria lo que lo complicó. ¿Sabes? Toda mi vida fui gorda. Al principio no me importaba, hasta los 10 años más o menos, decía que no había nada malo conmigo, mi cuerpo era así y si yo me aceptaba, los demás también podían hacerlo. Pero en la secundaria comenzaron a ponerme apodos y se burlaban. También me llamaban "gorda", lo usaban como insulto. Lo hicieron durante toda mi vida.

-¿Por qué?

-¿Cómo lo puedo saber? Supongo que era porque me iba bien, ya sabes, y los imbéciles de los profesores hacían una enorme diferencia conmigo. Me trataban como si fuera la mejor y yo odiaba eso. Entonces los demás se desquitaban. No podían burlarse porque reprobaba, así que usaban otras cosas para molestarme.

-¿Nunca te defendiste?

-Sí, en tercer año lo intenté con un compañero, comencé a responderle.

-Y dejó de molestarte...

-No, ya quisieras. Comenzó a ejercer violencia.

-¿Qué? ¿Alguna vez te golpeó?

-No con la mano, pero me arrojaba cosas. Primero lápices, gomas de borrar, luego frascos de pegamento, cartucheras, me cortaba el cabello, me empujaba en los pasillos y cuando nos encontrábamos frente a frente amagaba como si fuera a pegarme, pero nunca tocaba mi cara. La mayoría del tiempo me pasaba escondiendo de él, quería evitarlo porque siempre que me lo cruzaba, hacía algo conmigo.

-Idiota. ¿Nunca te quejaste con los directores?

-Claro que sí, pero nunca hacían nada, era estresante, no me sentía segura en mi propia escuela porque los adultos que supuestamente tenían que cuidarnos fingían que todo estaba bien.

Jason se mantuvo en silencio unos minutos. Me miraba y acariciaba mi espalda, pero no emitía palabra. Luego me pidió que continúe.

-Él se calmó bastante al año siguiente, nunca me pidió perdón, simplemente comenzó a ignorarme, pero lo sentí como un gran alivio. Luego de eso... bueno, todo fue bastante tranquilo, hasta el año pasado.

Cicatrices (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora