Parte 31 - Decidido.

23 0 1
                                    

Jason.

Estacioné la camioneta junto al auto de Seth. Sabía que mi amigo tenía que andar cerca porque lo había citado justamente a esa hora, y él era puntual, además no conocía el lugar, por lo que era incapaz de meterse entre los árboles a inspeccionar, aunque Seth no le tenía miedo a nada. Abandoné el vehículo sin rastros de mi amigo, pensando y recordando todas las veces en las que había traído a Liz a este lugar. Era un lugar especial para mí, Meg me lo había enseñado. Me contó que siempre venía sola, que lo descubrió por accidente y se enamoró perdidamente del derroche de naturaleza que había en él. Volver a su "lugar especial" era una forma de reencontrarme con ella. En cierta forma, sentía que ella aún disfrutaba de estar ahí, a pesar de no estar físicamente conmigo.

Fueron pocas las veces que llevé a Liz al bosque, jardín o lo que sea que fuera ese lugar (para mí era un jardín pero Liz me discutía y decía que era un bosque, en fin). Lo hacíamos cuando queríamos estar completamente solos, sin ningún tipo de molestia o distracción. Las conversaciones ahí eran poco profundas, pero tranquilas. Supe más acerca de Lizzie estando sentado en su sofá, pero disfrutaba más de su compañía cuando ambos nos recostábamos contra el tronco de un árbol. Y fue exactamente así como encontré a Seth, solo que él estaba acompañado de una lata de cerveza.

-¿Nunca vas a dejar de beber? -pregunté a sus espaldas mientras metía mi mano en el bolsillo de mi pantalón, buscando mi caja de cigarrillos y un encendedor.

Él se volteó a verme y sonrió.

-Sí, mamá. Cuando dejes de fumar.

Me acerqué a él pensando en lo idiota que era y me senté a su lado chocando las manos en forma de saludo. Él me ofreció su cerveza pero la rechacé. Ambos teníamos que conducir, pero a Seth no le importaba ni su propia seguridad.

-¿Qué es este lugar? ¿Vas a pedirme matrimonio?

-Sí -respondí tras dejar escapar el humo por mi boca.

Él le dio un par de tragos más a su cerveza y con ambas manos abolló la lata y la dejó a un costado.

-¿Para qué me trajiste aquí? -preguntó molesto. No le gustaban mucho los lugares silenciosos.

-Es un lugar tranquilo para hablar.

Su carcajada resonó en todo el lugar. Yo no me inmuté.

-Pobre Liz, se pondrá muy mal cuando sepa que la estás engañando conmigo.

Me hizo imaginarme la escena y me provocó una risa. Sabía que él lo hacía para distenderme. Tenía una forma un poco extraña de hacerme sentir a gusto.

-Bien -dijo cuando me vio riendo-, ya estás tranquilo. ¿Cómo va todo? Y trata de ser lo menos marica posible, comienzas a cansarme.

No pude evitar volver a reír, esta vez un poco más fuerte.

-Con ella está todo bien, no necesitas preocuparte, hada madrina.

-Me alegro entonces, princesa Jay.

-El problema es Hopkings -solté más serio de lo que creí que sonaría.

Él también se puso serio y frunció el ceño, pero dejó paso a una sonrisa. Sabía exactamente lo que pasaba por su cabeza. Como en los viejos tiempos.

-Tu competencia volvió a atacar -su sonrisa destilaba malicia, pero supe que le divertía la situación, o lo que él imaginaba que haría.

-No es mi competencia, ese tipo ni siquiera existe al lado mío -aseguré negando con la cabeza, restándole importancia a Hopkings.

Cicatrices (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora